No se me ocurre mejor lugar para ver este clásico contemporáneo que el Teatro del Barrio, un espacio de lucha, una trinchera desde la que seguir defendiendo la memoria, desde el que responder a todos los ataques que intentan que dejemos de ser como somos, un espacio para pensar, para luchar, para disfrutar, para vivir la cultura. Y así llevan ya una década, siendo un espacio en el que ver montajes en los que el contenido nos muestra una forma diferente de ver la vida. En estos días regresa el clásico de Sinisterra, tantas veces visitado pero con plena vigencia en nuestros días tan negros.
Una de las obras más representadas de los últimos años regresa al Teatro del Barrio para volver a emocionarnos con esta historia de perdedores, de gente que intenta sobrevivir en el contexto de una Guerra que no entienden y de la que no quieren ser partícipes. Ellos solo quieren poder seguir actuando, sin importarles en que lado del frente de batalla se encuentren. Pero hay sentimientos que no se pueden controlar, injusticias que no se pueden tolerar, impulsos que no se pueden reprimir.
Está producción de Caramba Teatro nos devuelve al universo onírico que recrea este gran clásico, en el que se entremezcla lo real y lo imaginario. Más de una década llevan Paula Iwasaki y Guillermo Serrano (fundadores de la compañía) representando este clásico por toda España. En los últimos años, se han asentado en nuestro querido Teatro del Barrio, a donde regresan con cierta frecuencia. La representaron por primera vez cuando aún eran estudiantes de arte dramático, y desde ese momento les ha ido acompañando a lo largo de su carrera. “El culmen de esta experiencia lo vivimos cuando representamos la obra en las ruinas de Belchite, el pueblo donde se ubica la trama y que la guerra destruyó por completo. Sinisterra vino como espectador y participó en el coloquio. Semanas después, nos escribió para contarnos que iba a crear una obra para Guille y para mí: El lugar donde rezan las putas”, cuenta en una entrevista Paula Iwasaki. La obra, que nos habla de los horrores de la guerra, sigue por desgracia de máxima actualidad por la guerra de Ucrania o el genocidio de Palestina.
El texto de José Sanchís Sinisterra es uno de los más representados del teatro de las últimas décadas. La obra fue escrita con motivo del cincuenta aniversario de la Guerra Civil Española, y desde entonces han sido innumerables las representaciones que se han realizado, incluida la inolvidable versión cinematográfica a cargo de Carlos Saura. Para Iwasaki "es un texto universal con unos personajes de una profundidad infinita". Un texto prodigioso, que nos habla de la precariedad del oficio teatral, del amor, de la firmeza por unos ideales, de la lucha ante la injusticia, de la memoria por los que sucumbieron en una guerra atroz. Todo ello llevado desde la emoción, por momentos salpicados de comedia y en otros desde el drama más crudo de una época plagada de dolor y muerte.
Este clásico contemporáneo sigue de plena vigencia porque no solo habla de la Memoria Histórica sino también de la memoria en sí, de la segunda muerte de los personas: qué ocurre si nos falta alguien, qué herramientas ponemos en marcha para recordar. Carmela, a diferencia de Paulino, es emocional, no habla de políticas, no usa etiquetas. Defiende la tolerancia, la empatía. Y eso acaba condenándola. Y todo es lo que hace que siga conmoviendo como el primer día, porque es una obra que nos habla de lo que somos como seres humanos, de sentimientos, de miedos, de amor, de lucha.
Esta versión, dirigida por Yolanda Porras, es fiel al texto original de Sinisterra, así como a su concepción escénica. "Como en el texto original, en nuestra propuesta defendemos un espacio escénico vacío, porque basta la palabra y la relación entre estos personajes" cuenta Paula Iwasaki. Entre la penumbra de este espacio oscuro, se mueven los personajes, a mitad de camino entre la vida y la muerte, en un limbo en el que recordar todo lo que ocurrió mientras se van desvaneciendo sus momentos juntos. Un lugar que puede ser el teatro de Belchite o el limbo en el que se encuentra Carmela, un no lugar en el que cohabitan los personajes para despedirse y recordar.
Nos volvemos a asomar a esta historia, la de Carmela y Paulino, y nos volvemos a emocionar con sus andanzas por los pueblos españoles durante la Guerra Civil. Ellos son una pareja actores que recorren los pueblos de España con su lema "Carmela y Paulino, variedades a lo fino" con el que hacen las delicias de los lugareños en estos tiempos difíciles de la contienda militar. Sin saber muy bien como, una noche se han pasado al bando nacional y amanecen en Belchite (un pueblo de Zaragoza), donde se ven obligados a improvisar una velada teatral para el Ejército Nacional y sus presos republicanos. En un ambiente aparentemente festivo, en el que los nacionales celebran la "liberación" del pueblo, todo se torna en tragedia cuando los sentimientos hacen que todo salte por los aires.
La obra transita la vida y la muerte, el pasado y el presente, con un halo de misterio que contrasta con el espectáculo festivo que los actores llevaban a cabo por España. Los continuos saltos temporales de la obra nos llevan del presente solitario de Paulino al pasado alegre junto a Carmela, con esa energía con la que ella se comía el mundo, pero con la que no podía evitar quejarse de las injusticias. Un delicioso baile de tiempos, en el que nos sumergiremos en esta dolorosa historia, para ir descubriendo que fue de Carmela, que desencadenó la tragedia, por qué ella no pudo contenerse, por qué ha dejado solo a Paulino. Cómo se puede mantener la dignidad en mitad de tanto horror, como intentar salir a escena sin mirar lo que pasa en el patio de butacas. Como hacer Arte sin pensar en la Guerra. El unánime vacío en el que transcurre la trama, es al mismo tiempo un espacio universal en el que la soledad, la rabia, el miedo y la injusticia van de la mano de la añoranza, la complicidad, el amor y la memoria.
En este espacio ambiguo y etéreo los veremos transitar sin rumbo, son saber muy bien que ha pasado. Carmela y Paulino. A ellos les dan vida Paula Iwasaki ("Tea rooms", "El castillo de Lindabridis", "Castelvines y Monteses", "Un animal en la almohada") y Guillermo Serrano ("Mrs Daloway", "Tito Andrónico", "Luces de Bohemia", "Siglo de oro, siglo de ahora") en un trabajo impecable, en el que se nota que llevan interpretando estos papeles media vida. La energía de Paula y la templanza de Guillermo, la garra de Carmela y el miedo de Paulino. Los actores consiguen que identifiquemos a los personajes con ellos, que ya para siempre queden vinculados en nuestra memoria.
Como ya hemos comentado, la historia transcurre en un escenario vacío, idea fundamental del texto que han querido mantener desde Caramba Teatro. Y hay que reconocerles que después de haber visto otras propuestas con mayor alarde escénico, esta es la que mejor funciona y más encaja con el texto. La ambigüedad de ese espacio vacío encaja a la perfección con ese limbo en el que se encuentran los personajes. En este espacio es fundamental la iluminación, que profundiza aún más en esa idea de un ambiente lúgubre y tenebroso, y el sonido, de Pablo de la Huerga, único elemento de apoyo de los actores a lo largo de la historia. Por último debemos hablar del vestuario, creado por la propia compañía, que encaja a la perfección con la personalidad de Carmela y Paulino, y nos traslada a aquella época de dolor y miseria.
En definitiva, estamos ante una obra que no por verla muchas veces deja de emocionarnos. Un texto impecable que hemos visto desde muy variadas propuestas, tanto escénicas como cinematográficas. Y tenemos que decir que la versión de Caramba Teatro es una de las más acertadas que hayamos visto. Quizás sea porque la llevan interpretando muchos años, quizás sea porque han sabido llegar a la esencia del propio texto. Lo único que podemos afirmar es que Paula Iwasaki y Guillermo Serrano consiguen emocionarnos una vez, porque Carmela y Paulino están más vivos que nunca. Porque el mensaje que transmite la obra es universal y muy necesario en estos tiempos de azote de la ultraderecha. Volvamos a Belchite a ver a estos actores de variedades.
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Teatro: Teatro del Barrio
Dirección: Calle Zurita 20.
Fechas: Días 2 y 3 de Noviembre. Jueves y Viernes a las 20:00.
Entradas: Desde 16€ en TeatroDelBarrio.
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