Llega el final de este maravilloso viaje que hemos podido disfrutar en la sala Cuarta pared. Su "Tríptico de la Vida" estrena su tercera pieza, dirigida por Raquel Alarcón. Este "Todo lo que veo me sobrevivirá" es un bello conjunto de historias, como pequeñas obras de microteatro que componen una emotiva y deliciosa obra, que nos lleva de la mano por las diferentes edades de la vida, para dejarnos muchas reflexiones sobre las que poder dialogar al salir del teatro. Un viaje que se acaba, aunque esperemos que vuelva, para que podamos seguir disfrutando de estos retales de vida que han marcado los primeros meses del año y que nos han dejado gran sabor de boca.
Teatro: Todo lo que veo me sobrevivirá. Sala Cuarta Pared
Fernando Muñoz Jaen
Esther Isla,
Fernando Muñoz,
Gilda Polo Camacho,
Jorge Mayor,
Julio Montañana,
Melanie Werder,
Puchi Lagarde,
Raquel Alarcón,
sala cuarta pared,
Viena Polo Camacho
Desde el mes de Febrero, hemos podido disfrutar de las tres piezas que forman parte de este delicioso "Tríptico de la Vida" con el que la Sala Cuarta Pared celebra su 40º aniversario. El éxito de todas ellas ha sido abrumador, agotando entradas en todos los pases. Un apoyo unánime para un ambicioso proyecto de una las salas referentes del teatro madrileño, que se llevaba gestando dos años. Para este Tríptico, los responsables contactaron con tres directoras (Aldara Molero, Aitana Sar y Raquel Alarcón) vinculadas a la Cuarta Pared, y con dramaturgos como Miguel Valentín, Lucía Carballal y Pablo Remón. Entre todos ellos han concebido tres propuestas escénicas que parten de las mismas cuestiones: ¿Cómo se aprende a vivir? ¿Cómo afrontamos los fracasos y las alegrías? ¿Qué sucede cuando tenemos que elegir?
Tras "Todas las casas" (de Aldara Molero) y "Murmullo" (de Aitana Sar), esta producción de la Cuarta Pared cierra este maravilloso viaje en torno al concepto propio de la vida. Alarcón reconoce que "en la primera conversación que tuvimos con Javier García Yagüe, director de la Cuarta Pared, nos explicó a las tres directoras que estaba trabajando sobre la idea de hacer un tríptico a partir de un mismo tema, la vida, y nos propuso que cada una explorara e investigara sobre ello. Mi primera intuición fue generar una historia de historias, como si cada una de ellas fuera una variación de la misma idea, como si fueran todas las vidas posibles que podrías haber vivido si no hubieras tomado las decisiones que tomaste". De ahí nace esta emotiva obra, este collage de vivencias, este ramillete de situaciones más o menos cotidianas que esconden una peculiaridad que nos hará permanecer atentos al desarrollo de las mismas.
El título de la obra nace del título de una exposición de Juan Muñoz, que a su vez se inspiró en un soneto de Anna Ajmátova. Para la creación de la obra han intervenido dramaturgias de distintas generaciones, como Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín Maiztegui, Pablo Remón, Mélanie Werder Avilés, y la propia Raquel Alarcón, en su primera incursión como dramaturga. Esta multiplicidad de puntos de vista sobre una misma idea nos da un crisol de miradas muy diferentes en torno a una sola historia. Una historia que es a la vez muchas historias, como si todas fueran variaciones de una misma vida. El resultado es la suma de cinco relatos y un recuerdo de la infancia de la directora (autora también del prólogo y del epílogo, momentos donde aparece esta anécdota). Para la directora, la obra propone un viaje de lo individual a lo colectivo, de lo invisible a lo visible, de lo anecdótico a la totalidad. Es una invitación a pararnos y mirar.
Alarcón asume la tarea de ensamblar todas las piezas gestadas por los diferentes y se encarga también de la dirección de la obra, tarea en la que ya destacó con trabajos como "Daniela Astor y la caja negra", "400 días sin luz" o "Sueños y visiones de Rodrigo Rato". Ella misma fue la que definió las líneas a seguir por la dramaturgia, marcando como premisa que cada historia debía estar protagonizada por personajes de una edad diferente. La directora pensaba que "todos debían vivir una situación cotidiana en la que sucediera algo inesperado, porque a mí me interesaba captar ese momento en el que la vida te sorprende y eso te hace parar, ser consciente de algo que no querías mirar y cómo eso luego te modifica". De este modo, cada uno de los personajes deberán enfrentarse a una decisión que les cambiará la vida, de un modo inesperado. Personajes que ante estos hechos reaccionan desde el humor, el asombro o el enfado pero son capaces de detenerse y mirar. ¿Qué les sucede cuando contemplan aquello que no se puede explicar? ¿Cómo se enfrentan a estos momentos y cómo los atraviesan?
En este universo de relatos diversos, veremos a una niña asustada subir a un escenario, disfrazada de Bugs Bunny, y quedarse muda sin saber muy bien el motivo. También conoceremos a una hija que como su padre discute con la encargada de un supermercado sobre la seguridad de las escaleras mecánicas y que entre discusiones y quejas de la niña, se dará cuenta de que él necesita que le cuiden. Pero también habrá hueco para un joven tímido y apocado que quiere salir de su pueblo para venirse a Madrid a estudiar interpretación. Quiere dejar atrás no solo el pueblo, sino el lastre que suponen para él sus dos hermanos, uno con el que es imposible convivir por su brusquedad (y sus trazas de machirulo de manual) y el pequeño que murió hace años al caer en un pozo. Ambos le ahogan y le duelen, los dos son razones suficientes para salir huyendo del pueblo.
En el ecuador de la obra veremos a una treintañera que trabaja cuidando niños en un parque infantil, mientras se pregunta por la maternidad, la suya que se va alejando y la de los padres de los niños a los que cuida, que parecen desprende de sus hijos para cebarse a gin tonics en el bar mientras atienden llamadas telefónicas. En el tramo final viajaremos en BlaBlaCar con una mujer recién jubilada que nos llevará a lugares y recuerdos de su infancia. Para acabar, tendremos la oportunidad de ver a un autor teatral que duda sobre si aceptar un encargo de una pieza de quince minutos, situada en un no lugar, con un personaje que tiene que vivir una epifanía (como le ocurrió a cada uno de los autores que hicieron esta obra). Un final que sirve de mirada atrás a todos los personajes que hemos visto a lo largo del camino, esos momentos que han podido cambiar sus vidas.
En estos tiempos de inmediatez y velocidad extrema, en los que parece que pararse a pensar, o simplemente a descansar, es de otra época, cobra aún mayor interés esta obra. Porque como veremos al principio de la obra, todos dejamos muchas cosas para ir a disfrutar de este rato sin móvil, sin prisas, con el ritmo que nos marca la propia historia que nos están contando. Ese recordatorio que nos hacen al inicio de la función se nos queda grabado, y cobra aún más fuerza en nuestros pensamientos al salir de la sala. Porque dedicar un rato al sosiego, al relax, al recapitular, debería ser algo natural, incluso necesario. Cuando todo parece perdido al segundo siguiente de haber sucedido, el apreciar los pequeños momentos resulta fundamental. Bajarse de esa montaña rusa que es la vida para poder reflexionar y disfrutar de las cosas a otro ritmo, bajo otra perspectiva, degustando las cosas con paciencia.
Todo este abanico de historias lo interpreta un elenco formado por Esther Isla, Puchi Lagarde, Jorge Mayor, Julio Montañana, Gilda Polo Camacho y Viena Polo Camacho. Un reparto que da vida a todos esos personajes capaces de gestionar la cotidianeidad desde otro lugar, que nos llevan a reflexionar sobre los pequeños detalles que nos regala la vida cada día. Unos personajes que se hacen las mismas preguntas que nos podríamos hacer cualquiera de nosotros, dudas y miedos que nos asaltan a todos en nuestra vida, pero que somos incapaces de pararnos para analizarlos e intentar darles una respuesta, o simplemente poder saborearlos detenidamente. Fabulosos intérpretes que nos hacen meternos de lleno en cada una de esas pequeñas píldoras de vida.
Y todo ello sucede en un espacio vacío que se irá llenando de objetos según avanza la obra, como la vida misma, que nos va llenando el camino de recuerdos y de elementos que van sirviendo de referencias vitales. La composición escénica ha sido creada por Berta Navas (responsable también del vestuario) que va agolpando de manera muy interesante los diferentes elementos de cada una de las escenas, para ir saturando el espacio, como ocurre con nuestras propias vidas. Ese espacio se va complementando con la cuidada iluminación de Nuria Henríquez, con el apoyo de las videoescenas creadas por Bárbara Sánchez y el sonido de Kevin Dornan y Manu Solís.
En definitiva, podemos confirmar que esta tercera pieza del "Tríptico de la vida" es un gran colofón para esta generosa y emocionante composición de obras entorno a la vida. Cada una de ellas nos ha hecho reflexionar, emocionarnos, disfrutar, pero también bajar el ritmo para reflexionar sobre todas las interesantes temáticas que en ellas se planteaban. Un proyecto gestado durante dos largos años que por fin ha visto la luz y que esperemos que tenga una larga vida. Este interesante proyecto esperemos que vuelva, para dejarnos ese espacio de reflexión, de debate, de paz entre la locura de nuestro día a día. Y como no puede ser de otro modo, tenemos que terminar esta reseña felicitando a la Sala Cuarta Pared por sus 30 años de trayectoria, y esperando que sigan haciéndonos disfrutar y disfrutar y reflexionar durante muchos años más. Muchas Felicidades y Enhorabuena por este regalo que nos han hecho en esta fecha tan señalada.
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Teatro: Sala Cuarta Pared
Dirección: Calle Ercilla 17.
Fechas: Del 10 al 26 de Abril. De Jueves a Sábado a las 20:00 (excepto Jueves 24).
Duración: 100 min.
Entradas: Desde 14€ en Cuarta Pared.
COMPAÑÍA CUARTA PARED
Dramaturgia: Raquel Alarcón y Melanie Werder
Autoras/es: Raquel Alarcón, Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín Maiztegui, Pablo Remón y Melanie Werder
Dirección: Raquel Alarcón
Interpretación: Esther Isla, Puchi Lagarde, Jorge Mayor, Julio Montañana, Gilda Polo Camacho y Viena Polo Camacho
Vestuario y escenografía: Berta Navas
Diseño de sonido: Kevin Dornan y Manu Solís
Diseño de iluminación: Nuria Henríquez
Videoescena: Bárbara Sánchez
Ayudante de dirección: Laura Hernando
Fotografía y grabación de vídeo: Javier Sánchez-Guerrero
Edición de vídeo: María Moreno Novoa
Diseño de cartel: Irene G. Lara (Verde Pistacha)
Producción, distribución y comunicación: Cuarta Pared
Prensa: Manuel Benito y Cuarta Pared
Viena Polo Camacho
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sábado, abril 26, 2025
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