El Teatro Bellas Artes nos presenta, dentro del ciclo de obras del Festival de Mérida, “Cassandra o el elogio del fracaso” obra lúdica y divertida que nos acerca al mito de esta mujer que se negó a acostarse con un dios y fue castigada por ello.
Es una propuesta fresca, irreverente y reflexiva
de cómo las mujeres han sido silenciadas a lo largo de la historia y de cómo
han sido utilizadas sexualmente sin su consentimiento. Aborda temas universales
sobre el derecho a ser una misma y no ser castigada y lanzada al Inframundo y
al olvido.
Protagonizada por Cassandra, la sacerdotisa
que se atrevió a decir “no” a Apolo y fue condenada a que nadie creyera sus
profecías. Esta historia nos lleva hasta el inframundo, donde comparte escena con
dos musas excéntricas —una muy punk y
otra de estilo dulce y excesiva de buenismo— que deben cumplir su “práctica”
entre los muertos. Juntas buscarán darle una segunda oportunidad a esta heroína
olvidada, desafiando a Caronte, burlando a los dioses y repensando el poder de
la palabra, la diferencia y el deseo.
Todo este vodevil lo hacen con música en
directo, vestuario espectacular y una puesta en escena originalísima. Techno,
ópera y comedia de enredo se entrelazan en un montaje que derrocha creatividad
y pensamiento crítico sin perder ni la risa ni la frescura.
Una creación escénica difícil de clasificar y llena de luz que propone una experiencia profundamente contemporánea. Su lenguaje está impregnado de humor, música y una ternura indomable que nace de la valentía de enfrentarse al fracaso y convertirlo en una celebración.
La obra no gira en torno al mito en sí, sino a la
manera en que lo reinterpretamos. Cassandra o el elogio del fracaso es
una reflexión con tintes musicales sobre el ser invisibilizado, el castigo que
afrontan quienes se atreven a nombrar verdades incómodas, los cuerpos
acallados, las voces interrumpidas y las promesas condenadas al olvido.
Casandra no fracasa por su fragilidad, sino por mantenerse firme y lúcida. Y en
escena, ese “fracaso” se transforma en un gesto de resistencia tanto poético
como político. Mientras sus hermanos disfrutan de los Campos Elíseos, a ella se
le niega el descanso, confinada en el Inframundo por desafiar la voluntad de un
dios.
En esta época colmada de ruido, de promesas de
triunfo instantáneo y de recetas para una felicidad prefabricada, esta
propuesta reivindica el valor del error, del tropiezo, del silencio ignorad y
aún así, del canto que persiste. Cassandra no es simplemente una obra de
teatro: es una provocación a mirar desde otro ángulo. A prestar oído, por fin,
a aquellas voces que durante siglos han intentado hablarnos mientras mirábamos
hacia otro lado, aferrados a certezas que nos negamos a cuestionar.
Dirigida y compuesta por María Herrero, con texto
cocreado junto a Íñigo Guardamino, esta opereta bufa se atreve a retorcer el
mito de Casandra sin solemnidades, sustituyendo la épica por ironía y los
discursos grandilocuentes por canciones al piano, punk guerrillero y
coreografías con alma de cabaret distópico.
La música compuesta por la propia Herrero, entrelaza piezas originales para cuatro voces con instrumentos como teclado, viola de gamba y elementos electrónicos como loopers. Esta combinación crea un paisaje sonoro que no solo acompaña, sino que transforma la acción. La música es un personaje más: visceral, irónica, a veces melancólica, otras explosiva. En palabras de la crítica, logra “una armonía congruente entre lo lírico y lo experimental”. Y hace que el coro griego se transforme en uno moderno y gamberro.
La escenografía: un inframundo mutable y
simbólico Diseñada por Pulpas Estudio, la escenografía construye un espacio
onírico y decadente que representa los márgenes del inframundo. El uso de
elementos móviles, texturas orgánicas y una iluminación diseñada por Lola
Barroso —que alterna luces estroboscópicas con contrastes dramáticos— genera
una atmósfera entre lo mítico y lo distópico. El vestuario, a cargo de Matías
Zanotti, aporta una capa visual rica en simbolismo, con detalles que dialogan
con la cultura pop y la mitología clásica.
El elenco es un torbellino de talento. Cristina Bernal interpreta a una Casandra visceral y magnética, capaz de sostener el peso emocional y político de la obra sin perder nunca el humor. Su bajada a platea en el clímax final crea un momento de complicidad hilarante con el público. Amaranta Munana (Britney) y Blanca Tamarit (Patti) forman un dúo explosivo: una musa “con mucha vibra y otra punk curtida, ambas con una química escénica que equilibra lo trágico con lo cómico. Luis Maesso, por su parte, se desdobla con soltura entre Caronte y Apolo, sorprendiendo con su habilidad para la comedia y el ritmo. Todos cantan, tocan instrumentos, bailan y se transforman con una precisión milimétrica y una generosidad escénica que emociona.
Sólo estará en el Teatro Bellas artes hasta el 29 de junio. Si tienen la oportunidad de verla en gira, no hay mejor plan que esta obra refrescante para estar tardes de calor.
Reparto
Cristina Bernal
Luis Maesso
Amaranta Munana
Blanca Tamarit
Ficha artística
Codramaturgia, dirección y composición musical: María Herrero
Codramaturgia: Íñigo Guardamino
Ayudantía de dirección: Ana Barceló
Diseño de escenografía: Pulpass Studioo
Diseño de vestuario: Matias Zanotti
Diseño de iluminación: Lola Barroso
Técnico de iluminación: Carlos Mozo
Sonorización: Lalo Gandulfo
Fotografía: Javiar Naval
Ilustración del cartel: Ilu Ros
Jefa de prensa: María Díaz
Dirección de producción: Evaristo Sánchez
Ayudantía de producción: Diego Rioja
Una coproducción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Flexión Producciones y Proyecto Barroco