Hace no tanto tiempo, las vecinas
y los vecinos del barrio sacaban las sillas y se sentaban a charlar, se ponían
en el pollo de la puerta en los pueblos donde un desconocido era la comidilla
de dimes y diretes todo el día. Mientras tanto miraban por la mirilla,
criticones por doquier. El uno criticaba a la vecina de al lado, la otra sabía
cada horario y movimiento del vecino de arriba, pero también se saludaban, se
pasaban la sal, se ayudaban cuando hacía falta. No hace tanto tiempo.
Es cierto, estaba también aquella
persona mas solitaria. No le importaba lo mas mínimo lo que opinasen de él y
llevaba a cabo esa máxima de “mejor solo que mal acompañado” o como ya decía el
cantautor Ismael Serrano “mejor loco que mal acompañado”.
Si a una de estas personas les hubiésemos
dicho, - “Su vecino es un misántropo”, nos hubiera respondido quizá -“Misan...
¿Qué?, El vecino de al lado, ese si que
es un misántropo que llega todos los días de madrugada”. No hace tanto tiempo.
Y el tiempo pasa, y de tener un
teléfono, una cabina de monedas, pasamos en pocos años a estar hiper conectados,
en un sistema global donde cambiamos de mirilla y ahora miramos a la vecina por
facebook, los criticones son haters o
los charlatanes no hablan entre balcones sino mediante ventanas en un chat.
Hemos ido perdiendo todo contacto
con lo humano en tiempos de máxima comunicación, vaya oxímoron, pero hay un peligro, el criticón finalmente te
ayudaba cuando era necesario, el hater
no sabemos ni quien es, pero bien vale muchas veces para hacernos daño o mermar
nuestra autoestima.
Un mundo globalizado en el que
parece no hemos sabido medir y equilibrar las relaciones como seres sociales,
mas solitarios, menos solidarios, mas individualistas. La sociedad de consumo
aumenta y fomenta conscientemente esta suerte de individualismo. Para conseguir quizá que ya no seamos
vecinos, compañeras o ciudadanos sino mas bien consumidores, a lo que llamábamos
sociedad global, quizá podamos definirla entonces como mercado global. Les
seguimos contado a continuación.
El conocido dramaturgo Paco
Bernal nos presenta un texto espléndido por su brillantez, por la lucidez con la
que presenta el mundo actual, este mundo globalizado del que les hablamos en
las primeras líneas, que en definitiva lo componemos cada uno de nosotros. Una potente descripción ácida del ser social
en nuestro tiempo. Lo hará desde la mirada de una misántropa, una
persona con aversión general al género humano, no odia a nadie en particular,
odia mas bien los rasgos generales y compartidos por toda la humanidad.
Un día, una chica que vive en un
tejado, descubre que se entiende mejor con una mosca que con cualquier ser
humano. Los espectadores son testigos de un atardecer en el tejado desde el que
Dolores pasa los días odiando a la gente. ¿Qué pasa si uno elige el camino de
la misantropía? ¿Y si un día decimos: no voy a hacer daño a nadie pero voy a
odiar a todo el mundo? Mirona habla de la libertad en nuestra forma de vida,
pero también de los límites de la normalidad.
Lo que en principio se escribió
como pieza para un microteatro, pasó a ser una puesta en escena amplia que Juan
Vinuesa dirige de un modo inteligente, y astuto, ya que podía fácilmente ser farragoso
meterse en la mente humana escogiendo signos comunes reconocibles por todo el
público, pero no pararemos de reír a lo largo de la función ya que está llena
de tintes de comedia y movimiento de la mano de Angela Chica que mostrará toda
su energía, introspección y vis cómica de un modo inigualable, cambios de
registro y meritoria cinestesia en escena, donde se mueve coherente entre
tablas y maderas también cuando llega la oscuridad sin que su naturalidad
decaiga en ningún momento. No les queremos adelantar nada, ni una sola conversación
porque queremos que las descubran ustedes, les diremos que se acompañará por un ser muy peculiar, que escuchará sin decir "esta boca es mía". En definitiva como todo ser humano Dolores
necesita, compañía. Como lo muestra con tremenda destreza la actriz.
Cada uno puede elegir su destino,
disertará Dolores, cada uno puede elegir el camino de su propia vida, desde el
tejado viendo amaneceres, verá a los otros transitar por un mundo que parece le
es ajeno, pero ella ha decidido que esa sea su vida. Entendimos entonces, que
transitamos actualmente del mismo modo que Dolores, sin necesidad de subirnos a
un tejado, vemos como otros lo pasan mal, como nuestros vecinos son
desahuciados, como personas son agredidas o apaleadas, como alguien necesita
ayuda, y vamos corriendo a ninguna parte sin pararnos, sin reconocernos, no nos
hace falta subirnos a un tejado. Hay muchas Dolores transitando la ciudad,
caminando por las calles, el metro. Nos
hemos subido a una atalaya, y podemos juzgar a
Dolores diciendo que sufre una patología, Dolores es mas bien la
representación de todos y cada uno de nosotros.
Mención especial al equipo de
escenografía con un bello e intimista trabajo por parte de Ícaro Maiterena,
consiguiendo que visualmente un tejado sea un lugar confortable en el que
permanecer con Dolores un tiempo, junto al trabajo de iluminación con
amaneceres y atarceres porque el tiempo pasa de la mano de Pedro Yagüe y
Braulio Blanca, vestuario infinito para Dolores obra de Paloma de Alba
que la sitúa entre un cuento y una utopía.
No tenemos muy clara la suerte de
libertad de la que nos hablaba el director. Quizá nosotros elegiríamos sacar
las sillas fuera y charlar con las vecinas. Todo esto que les contamos es solo
una visión, cada espectador podrá interpretarlo por si mismo y contarnos
después de ver a nuestra carismática e infinita “Mirona”. Carismáticamente e
infinitamente recomendable.
Teatro: Teatros Luchana
Dirección: Calle Luchana 38
Fechas: Domingos a las 20:00. Hasta el 30 de Diciembre.
Entradas: Desde 9€ en teatrosluchana, atrapalo.
Fechas: Domingos a las 20:00. Hasta el 30 de Diciembre.
Entradas: Desde 9€ en teatrosluchana, atrapalo.
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