Teatro: Barro. Teatros del Canal


Todas las guerras dejan millones de víctimas, vidas segadas en la juventud que nunca volverán a ser lo mismo. Los jóvenes son siempre los primeros en acudir al frente, en la mayoría de los casos con una falta de preparación y conocimiento alarmantes. Muchos de ellos no regresan nunca, las trincheras y los campos de batalla pondrán fin a sus cortas vidas. Pero incluso los que sobrevivan, ya sea heridos o incluso "de una pieza", nunca volverán a ser los mismos. Lo que allí se sufre, los extremos a los que tienen que llegar (tanto física como mentalmente) los cambiarán para siempre. Habrán envejecido sin saberlo, su vida nunca volverá a ser esa diversión que por edad les tocaba. Todos los horrores que han vivido les dejarán marcados para siempre.





La sala negra de los Teatros del Canal ya es en si misma un lugar peculiar, un viaje a un lugar extraño, un lugar de apariencia clandestina por la manera en la que se accede a ella. Pero en esta ocasión la experiencia nos llevará en un salto en el tiempo a los inicios del siglo pasado, a los cimientos mismos de lo que es Europa tal y como la conocemos actualmente, al menos la idea embrionaria de lo que sería una unión europea. Al entrar en la sala ya quedamos impresionados por el despliegue escénico. Un gran mapa de Europa nos indica hacia donde nos dirigimos, un viaje en el tiempo para conocer lo que era nuestro entorno a comienzos del pasado siglo, pero sobre todo para intuir los daños que deja una contienda como la Primera Guerra Mundial.  


Comienza la sexta temporada para uno de los proyectos más ambiciosos e interesantes del panorama nacional. La joven Compañía es, sin lugar a dudas, uno de los baluartes más sólidos de nuestra escena, pese a su corta edad. Desde sus inicios han contado con el apoyo de autores y directores de los más consagrados de nuestro país, para crear unos montajes que han despertado el interés de crítica y público. La búsqueda de acercar el teatro a un público más joven (que en general no se interesan por lo que se estrena en la cartelera) ha marcado la dirección de la compañía, intentando tratar temas que interesen a un público adolescente. Un teatro hecho por jóvenes y para jóvenes (aunque obviamente los temas que tratan interesan también a los adultos), una premisa muy potente que está dando grandes frutos.

Montajes como "La edad de la ira", "Punk rock", "Playoff" o "Hey boy, hey girl" pone al adolescente en el centro del relato, hablando de bullying, de identidad sexual o del empoderamiento femenino. Pero también han sabido versionar títulos clásicos con un lenguaje cercano y apetecible para los jóvenes, como ocurría con "Fuenteovejuna", "Proyecto Homero: Iliada-Odisea" o "La isla del tesoro". En esta continua revisión y actualización de temas que no atraen excesivamente a la juventud, se embarcan en la historia más cercana, con "En la fundación" de Buero Vallejo (hablando del franquismo de forma indirecta) o esta "Barro", con la que comienzan un exhaustivo análisis de lo que es Europa y como ha llegado a donde estamos en este momento. 


Desde los comienzos de la Joven, allá por el 2012, José Luis Arellano ha sido su director artístico y encargado de llevar a cabo todos sus montajes hasta el momento. Esto dejará de ser así en el próximo montaje de la compañía, "Federico hacia Lorca", cuya dirección asumirá Miguel del Arco. Arellano triunfa ahora mismo con su adaptación de la novela "El curioso incidente del pero a medianoche" en el Teatro Marquina, y ejerce de ayudante de dirección de Gerardo Vera en el Centro Dramático Nacional. Para él "durante mucho tiempo la gente del teatro hemos pensado que era muy difícil hablar con los jóvenes, cuando otros tipos de cultura como el cine, la música o la literatura si lo hacían. La clave es tan sencilla como contar historias que hablen de sus imaginarios y territorios". 

Para esta nueva aventura, La Joven Compañía ha contado con dos de sus autores de referencia, Guillem Clua y Nando López, que se han encargado del libreto. Clua se encargó de "Invasión" (montaje de debut de la compañía) y "Proyecto Homero" (junto a Alberto Conejero), mientras que Nando López escribió la adaptación de su propia novela "La edad de la ira".  Para Clua "no se trata de un teatro que se hace desde un mundo adulto o ajeno, los protagonistas son tan jóvenes o incluso un poco más que quienes van a verles. Esa conexión generacional es esencial para explicar su éxito. Las historias que ven en el escenario son muy identificables para ellos, les hablan de tu a tu".




"Barro" es el comienzo de una gran historia. La Joven Compañía siempre ha sido muy ambiciosa a la hora de elegir sus proyectos, pero con este dan un paso más, un salto al vacío. Este montaje es el primero de la tetralogía "Mapas de las ruinas de Europa", en el que se reflexiona sobre lo que queda de la idea de Europa concebida en el siglo XX. Ambientada en la Primera Guerra Mundial, ahora que se cumple el centenario de la firma del armisticio que le puso fin, el texto habla de aquellos que lucharon por consolidar la idea de Europa unida, vinculada siempre a la cultura como elemento vertebrador. Una visión, y homenaje, a aquellos que pese a todo lo que estaban viviendo se mantenían en pie, con la esperanza de llegar a una unión, frente a tanto odio y desunión.

Clua nos explica que "Quisimos preguntarnos en qué se parecen los jóvenes de hoy a los de 1914 y, sobre todo, cuando se ven empujados a participar en una Guerra". Como nos ocurre a muchos, el autor se plantea que "a los nacidos en los 70 nos vendieron la idea de Europa como un paraíso terrenal y ahora no sólo no lo es, sino que los jóvenes no se sienten identificados con esa idea de Europa. Al contrario, ellos solo ven el problema de los fanatismos, de la extrema derecha, de la intolerancia...".



La contundencia de un relato bélico siempre conmueve, pero lo interesante de esta propuesta es que se indaga en las vidas de los personajes, con el conflicto como telón de fondo siempre presente. Son las vidas de los jóvenes de ambos bandos, que lo dejaron todo por un conflicto que en la mayoría de los casos (como ocurre en todas las Guerras) no comprendían, lo que centra los pasajes de la historia, dándole al montaje una ternura y cercanía de la que carecería (a mi entender) si se hubiesen centrado en el conflicto bélico. Las angustias, los fanatismos, las proclamas (engañosas casi siempre), los miedos, las relaciones que se crean, todo lo que allí ocurre es horroroso, más si cabe para jóvenes inexpertos a los que se les destroza la vida para siempre (mueran o no en la batalla). Un punto de vista muy interesante en intentar contar la historia desde ambos bandos, desde un punto de vista neutral y con un tono casi documental, propiciado por el hecho de hablar de las personas y no de los hechos, ya que el dolor y el sufrimiento de una Guerra no entiende de bandos.


La historia nos muestra los dos bandos que se enfrentaron en la contienda, los alemanes y los franceses, representados por grupos de jóvenes que tienen distintos puntos de vista sobre la Guerra que acaba de estallar en Europa. Por un lado, en el bando francés tres jóvenes son empujados a filas, cuando no tienen demasiado claro el propósito del conflicto. André (un fantástico Víctor de la Fuente) es un joven periodista y pacifista, de buena familia, que no entiende por qué deben ir a combatir. Su amigo Marcel (angustiosa interpretación de Álvaro Quintana en la representación a la asistí) prefiere centrarse en sus dibujos para intentar escapar del horror y de sus propios miedos. Por último está Pierre (Una genial interpretación, llena de dudas sobre lo que ocurre, de Jota Haya), un joven de clase obrera que acude entusiasmado a la llamada de su país, creyendo todas las proclamas que le sueltan, pero sin saber muy bien a qué se enfrenta.




En el lado alemán las situaciones son similares, aunque los jóvenes soldados parecen estar más convencidos (o mejor aleccionados) de lo que van a hacer. Por un lado Klaus (impactante Alejandro Chaparro en su obsesión por servir a su país ), un patriota brabucón que corre rápidamente a alistarse, para alardear de su patriotismo. Su amigo Helmut (Samy Khalil inmenso, va creciendo a lo largo de la obra en su fanatismo)es mucho más cabal, aunque acaba acudiendo a filas con su amigo.Su estricta educación religiosa le trae muchos quebraderos de cabeza durante una contienda inexplicable. Su hermana Ingrid (la siempre descomunal María Romero) es una idealista y feminista "revolucionaria" que no encuentra sentido a la Guerra, por eso acude a ella como enfermera.

Ya en el campo de batalla aparecen otros personajes que nos darán otras visiones diferentes de la contienda. Por un lado la enfermera Erika (Cristina Varona interesante intepretación, misteriosa y servicial), uno de los personajes más importantes en el desenlace de la historia, nos deja ver el horror de la batalla en la retaguardia, donde los hombres mueren al mismo ritmo que en el frente. Masha (Sensual y contundente interpretación de María Valero) es una prostituta de origen ruso que "anima" a los ejércitos franceses mientras recibe noticias de su país, en el que está a punto de estallar la Revolución.



Como todos los montajes de la Joven existe un gran trabajo de elenco, en el que todos los actores tienen unos papeles con varias capas, que en algunos casos no se llegan a poder desarrollar en su totalidad. En esta ocasión son muy interesantes las relaciones que se crean entre algunos de los personajes más dispares para poder profundizar más en cada uno de los personajes. Así la relación entre Masha y Pierre va ganando en cada escena, cada vez que los dos consiguen desnudarse frente al otro para mostrarse como son. Otro ejemplo sería el de la impulsiva y jovial Ingrid con su hermano Helmut, que deja bien a las claras las diferencias entre dos maneras opuestas de entender la vida. 

Pero para mi el personaje más interesante es el de André, ya que se mantiene fiel a sus ideales, al igual que Ingrid, en todo momento. Descomunales son las conversaciones que mantiene con Pierre y con Marcel, pero aún más sobrecogedoras las que tiene con Helmut, dos personas opuestas enfrentados por demasiados motivos


El montaje es descomunal, como no podía ser de otra manera, pero sin alardes que nos hagan perder la referencia de lo realmente importante, que son esos jóvenes que se van mutilando poco a poco conforme avanza la historia. La escenografía, diseñada por Silvia de Marta (que también diseña el vestuario) está presidida por un gran número de láminas que conforman el mapa de Europa pero que a lo largo de la obra se convierten en pantallas sobre las que se proyectan imágenes, parte de un recorrido marcado en su superficie, o incluso las cruces que señalan las tumbas de los soldados caídos. Sencilla, contundente, abrumadora, genial escenografía. Las videoescenas que tanto nos conmueven por momentos han sido realizadas por Elvira Ruiz Zurita. El otro elemento que inunda la escena en todo momento para diferenciar los diferentes ambientes es la cuidada iluminación de Paloma Parra, que en un alarde técnico hace que la luz transmita tanto como cualquiera de los elementos de la escena.


Como siempre que salgo de ver una obra de esta Compañía, tengo la sensación de que se han superado, de que crecen exponencialmente en cada proyecto y que llegarán hasta donde ellos quieran. Este nuevo proyecto es tan interesante y ambicioso como los anteriores, pero van un paso más en temas técnicos, y profundizan más en temáticas, llegando a tratar problemas políticos, sociales e incluso raciales, en una obra que desborda sinceridad en cada escena.

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Barro
Teatro: Teatros del Canal
Dirección: Calle Cea Bermúdez 1.
Fechas: De Jueves a Sábados a las 20:30, Domingos a las 17:30.
Entradas: Desde 8€ en teatroscanal. Hasta el 23 de Diciembre.


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