Lorca, la correspondencia personal se representa en el Teatro Lara con motivo de la celebración del centenario de su llegada a Madrid, dirigido por Juan Carlos Rubio.
En la primavera
de 1919, llegaba a la capital, dispuesto a conseguir una plaza en la residencia
de estudiante, epicentro cultural de la villa. Se relacionó con otros literatos
de su generación como Juan Ramón Jiménez, con quien le uniría una gran amistad
y otros artistas como Salvador Dalí o Luis Buñuel.
Una hora antes de
morir, Federico García Lorca, encerrado entre las cuatro paredes de una celda,
deja volar su desbordante imaginación, recordando los principales momentos de
su vida. Un recorrido poético, alegre y triste, vital y desesperado, amargo y
dulce, dónde las cartas que envió a los seres amados se convierten en el hilo
conductor. Un Lorca desdoblado en hombre y mujer, con esa dualidad que siempre
le acompañó.
Dos actores serán
los vehículos perfectos para esta narración, en ese bucle de teatro dentro del
teatro que Federico acarició tantas veces, una realidad que nace y se
multiplica para terminar llevándonos a un mismo lugar.
Gema Matarraz, actriz de larga y sólida trayectoria avalada por los numerosos reconocimientos
y premios recibidos. En 2017, Premio Granada Coronada, a su trayectoria como actriz. Alejandro Vera, actor, cantante y bailarín que ha destacado por su versatilidad en el
escenario.
Entran desde el
patio de butacas al escenario los dos actores interpretando el comienzo de la Comedia sin título, obra incompleta de
Lorca que nos saca a los espectadores de nuestra zona de confort, embobados con
una estampa costumbrista (salón con lirios blancos, lámpara de pantalla
estampada y mesa camilla a juego con el cortinaje) que se desvanece ante
nuestras propias narices para dar paso a un espacio escénico simbólico, donde
una gran pared con archivadores
de tropos y de cartas esconde en su interior la correspondencia del poeta.
«Venís al teatro
con el afán único de divertiros, y tenéis autores a los que pagáis, y es muy
justo, pero hoy el poeta os hace una encerrona porque quiere y aspira a
conmover vuestros corazones enseñando las cosas que no queréis ver, gritando
las simplísimas verdades que no queréis oír»: estas palabras, al principio de
la función, colocan al auditorio en una situación desconocida.
En algunos cruces
nos encontramos con caminos que nos llevan a Madrid, a Granada, a Cadaqués, a
Nueva York o a La Habana. Todo sucede delante de nuestros ojos, y cuando acaba
la función nos preguntamos cómo ha podido ser. Durante los años 1927 y 1928 el
poeta tuvo una intensa actividad que acontece en el escenario. De 1927 es Canciones; de 1928 Romancero gitano. Aquélla fue una época complicada en el terreno
personal, donde se acrecentó su enemistad con Salvador Dalí y sufrió alguna
ruptura sentimental importante. Quizás todo ello lo llevó a emprender, junto a
su antiguo maestro Fernando de los Ríos, un viaje a Nueva York que le movió los
cimientos, como se nos movieron a nosotros en el patio de butacas viendo Nueva
York proyectada en la impecable camisa blanca —sábana de Holanda— del protagonista.
Pero la cosa no
queda ahí. En cada uno de esos escenarios vitales se producen encuentros con
personas que marcaron la vida de Federico: sus padres, Vicenta y Federico,
Dalí, Buñuel… Las palabras que conforman la correspondencia personal entre
todos ellos son el hilo conductor de la trama, junto a poemas emblemáticos de Romancero gitano, Poeta en Nueva
York o
Los sonetos del amor oscuro y
fragmentos de entrevistas, conferencias y narraciones Suicidio en Alejandría o La
gallina.
Los actores, van
del personaje al recitado o la canción (el espacio sonoro aporta claridad) sin
que se nos haga extraño, interpretando la Oda
a Walt Whitman o del soneto que Lorca dedicó a Rafael Rodríguez Rapún, el
secretario de La Barraca con quien vivió su última historia de amor. Y es que
quizás el texto se vuelve más doloroso cuando intuimos todo el amor que Lorca
no tuvo la ocasión de compartir porque lo asesinaron.
Definitivamente,
las metáforas y los símbolos convierten el escenario en un auténtico poema
visual con referencias metaliterarias que nos envuelven en el universo
lorquiano.
Son muchos los
símbolos que aparecen en escena, destacando esa navaja que se escapa de la raíz del drama, Bodas de sangre, para permanecer clavada en el centro de la tarima
y quizás también ya para siempre en
la médula de nuestro imaginario teatral.
Histrión Teatro. «Lorca, La Correspondencia personal»
Espacio escénico: Curt Allen Wilmer (AAPEE) y Leticia Gañán
Música original: Miguel Linares
Dramaturgia y
dirección: Juan Carlos Rubio.
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Lorca, la correspondencia personal
Teatro: Teatro Lara
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15
Fechas: Martes a las 20:00 horas
Entradas: Desde 16€ en teatro Lara, atrapalo, ticketea, taquilla. Del 21 de Mayo hasta el 25 de Junio.
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