Monsieur Goya, una indagación. Teatro Fernán Gómez


Las ensoñaciones de un genio, el inquietante mundo interior que supone el interior de uno de los mayores genios de la Historia de la pintura. Un viaje a lo más profundo de sus miedos y de sus deseos, una mirada tenebrosa que nos lleva a descifrar una de las etapas del pintor y que nos ayuda a ver con otros ojos su obra y la época que le tocó vivir.




El Centro Cultural de la Villa Fernán-Gómez se ha embarcado esta temporada en uno de sus proyectos más ambiciosos. Por primera vez, desde su inauguración hace más de cuarenta años (allá por Mayo del lejano año 1977), aborda la producción propia de una de las obras que se programan. Han elegido una fecha tan señalada como el segundo centenario del inicio de las famosas Pinturas Negras de Goya para realizar este montaje con el que se abre la temporada. 


Este año se cumplen doscientos años desde que el gran pintor Francisco de Goya comenzó sus impactantes Pinturas Negras, en el momento en que decidió trasladarse a la Quinta del Sordo (1819) y su posterior exilio a Burdeos. Esta fecha tan señalada es la que ha tomado de punto de partida el Teatro Fernán-Gómez para una doble reflexión sobre la figura del pintor y el contexto familiar y social que rodearon su vida, y la creación de las que son consideradas unas de sus obras capitalessiendo un referente en el desarrollo de las vanguardias históricas y del arte contemporáneo. Las pinturas habían sido concebidas para decorar su nueva casa a las afueras de Madrid, donde el pintor quiso escapar de la vida social de la capital, cuando ya empezada a perder el oído, comenzaba a estar bastante enfermo y en total desacuerdo con la situación política del país.

Esta lúgubre y portentosa etapa del pintor está compuesta por catorce murales, pintados todos ellos en colores oscuros y sombríos, todas ellas pintadas en óleo al seco en paredes recubiertas de yeso. Este tipo de pinturas preceden a todos los movimientos de vanguardia y a la pintura contemporánea que marcó la mayor parte del siglo XX.


El gran maestro José Sanchís Sinisterra ha sido el encargado de escribir esta obra en torno al gran pintor zaragozano, que se convirtió en pionero de la pintura (y del arte en general) y ha sido referente para muchos de los artistas más destacados de la Historia. En este texto, Sinisterra reflexiona sobre la incertidumbre creativa y la condición del exilio en la modernidad. Esta interesante propuesta escénica surge de una pregunta sobre "cómo poner en imágenes la propia historia", y "nos invita a entender la figura del artista como testigo fantasma de nuestro presente". El autor ha buscado una estética y un lenguaje contemporáneos, convirtiendo a la obra en una "sensacional máquina óptica", gracias a la cual nos adentramos en el mundo que rodeó al artista, lleno de románticos, ilustrados, niños soldado o mujeres libertarias, que se entremezclan entre el humo de la pólvora y las sombras de sus pinturas más fantasmagóricas.


La encargada de dar forma a este ambicioso proyecto ha sido Laura Ortega, que se encarga de la dirección de este majestuoso viaje por los lugares más oscuros de la vida de Goya, que a la vez se convirtió en una de sus etapas más prolíficas. Ortega nos habla así del resultado: "Las Pinturas Negras son un misterio inagotable para el espectador moderno. Y muchas las incógnitas que plantean, transcurridos dos siglos desde que Goya comenzase a pintarlas en la Quinta del Sordo. Las conjeturas sobre la relación entre la biografía del artista y las figuras de estos murales han ido multiplicándose, pero nuestra mirada tropieza, una y otra vez, con más preguntas que respuestas. ¿Qué quiso pintar Goya? Toda la aproximación es forzosamente un intento, siempre ilusorio, de recrear sus intenciones. Bien entendida la cuestión, el pintor aragonés tiene en común con nosotros lo mismo que nosotros con la moderna figura del autor y sus personajes: envueltos en los dilemas de la acción y la representación, nos debemos, como ellos, a un destino en el que a menudo nos extrañamos, acaso para ganar algo de lucidez".



La directora realiza un trabajo sumamente interesante, intentando indagar en las inquietudes que traumatizaron al pintor, huyendo de la figura del propio protagonista. La obra gira en torno a la figura del mito de Goya, pero el ambiente que crea Ortega nos incita a tenerlo presente sin que aparezca en escena, con la sola presencia de la proyección de sus pinturas. Un halo de misterio envuelve toda la función, como si el propio Goya estuviese presente, incluso hubiera participado del montaje. El montaje se sustenta en ese ambiente de misterio, en esa realidad onírica que nos une con los personajes que cohabitaron el universo del artista. Ciertos elementos naturales (agua, tierra, árboles) situados estratégicamente para que no dejemos de tener en cuenta la realidad, mientras nos sumergimos en las ensoñaciones y las pasiones del autor. En este mundo que cabalga entre la realidad y los sueños, serán los propios personajes los encargados de hablar del pintor, sobre su vida, sus miedos y sus dolencias.



Cuando en 1819 Goya abandona el centro de Madrid, se recluye en la Quinta del Sordo, lugar donde comienza a dar forma a una serie de frescos destinados a decorar su propia casa. Años más tarde (1824), abandona de nuevo Madrid para exiliarse voluntariamente a Burdeos (donde ya vive su amigo Leandro Fernández de Moratín), a donde le acompañan Leocadia Zorrilla (su segunda esposa) y sus dos hijos, Rosario y Guillermo Weiss. En la actualidad, un autor continúa intentando desentrañar todo lo que pudo ocurrir en aquellos últimos años del pintor. El autor intenta que sean ellos quienes se expliquen, en los momentos en que Goya pinta o pasea, convirtiendo al público en auténticos vouyers de la vida más cotidiana del pintor, conociendo detalles domésticos a la vez que nos sitúan en los acontecimientos políticos de aquellos años. Entre brumas iremos descubriendo todo el contexto de guerras y conspiraciones que rodearon los últimos años de Goyaasí como la creación de unas de sus obras más emblemáticas y representativas de lo que fue él, uno de los mayores genios de pintura.




Desde el comienzo de la obra percibimos que estamos ante un montaje nada convencional. Los actores se sientan frente al público y se colocan como si fuesen a ver una película en un cine (con gafas de 3D incluidas), algo que nos mantiene alerta desde el primer momento, por la "singularidad" de la propuesta. La obra investiga cual fue la razón por la que Goya dibujaba todas estas pinturas. ¿Qué querría mostrarnos? ¿Qué hay detrás de cada uno de los personajes de sus obras? La persona muere, pero el genio y sus personajes permanecen en sus pinturas. Serán ellos, sus personajes, los encargados de indagar acerca de lo que fueron los últimos días del artista, unos últimos tiempos marcados por la enfermedad y el dolor. ¿Qué quería mostrarnos en ese momento Francisco de Goya con este tipo de pinturas? La pregunta sobrevuela toda la obra, como un acertijo difícil de resolver.

Personajes y actores se entremezclan en una interesante propuesta metateatral para dirigirse al público o al narrador para mostrar su disconformidad con lo que está ocurriendo, increpando al autor controlador que no les da su espacio para expresarse. Una propuesta que entrelaza la realidad y la ficción no podría tener otra razón de ser, los propios actores reflexionando sobre la separación del actor y el personaje, o el autor increpando a sus propios personajes sobre su forma de actuar.



Los encargados de contarnos la historia de los últimos días de Goya y también las suyas propias son Inma Cuevas en el papel de Leocadia, María Mota como Rosario, Alfonso Torregrosa como Moratín, Andrea Trepat es Margot, Font García como AntonioFernando Sainz de la Maza interpretando a Guillermo. Un trabajo de elenco formidable, en el que cada uno de los personajes nos aporta una pincelada diferente, una visión particular de lo que era el artista. Los personajes se desdoblan en los actores y viceversa, con la dificultad añadida que tiene el tener que mantener claramente diferenciadas las dos facetas.



El elenco lo completa Alfonso Delgado en el papel del autor y narrador, que nos guía por los posibles pensamientos de Goya e intenta que los personajes sean fieles a la historia que quiere contar, aunque por momentos se le acaben desbocando, en interesantes luchas entre autor y personaje. Una de las escenas más interesantes en este aspecto es la discusión que mantiene con Moratín, tildándolo de anticuado y poniendo en duda que el teatro deba ser "un espejo de la realidad". El narrador marca los ritmos de la obra, nos muestra por donde debemos encaminarnos para conocer al maestro, preguntándose (y preguntando al público) por donde debe encaminarse la obra. Sin duda esta figura es uno de los mayores aciertos del montaje, con una interpretación impresionante de Delgado.



La componente estética de la obra es, sin lugar a dudas, uno de los puntos fuertes de este montaje. Un espacio escénico ambiguo, oscuro, inestable, como debería ser la mente de Goya en estos últimos años de su vida. Un montaje muy visual, que nos mantiene en todo momento en un duermevela, a mitad de camino entre la realidad y la ficción, entre lo onírico y lo fantasmal. Desde el comienzo de la obra destaca la la fabulosa videoescena creada por el gran artista Daniel Canogar (en la que es su primera inmersión en el teatro) que entremezcla las pinturas de Goya con otros elementos de la historia. En esta poderosa composición, las pinturas de Goya van cobrando vida, convirtiéndose en un personaje más de la obra. Este apabullante elemento escénico se completa con la prodigiosa música creada por Suso Saiz, que hace que todo gire en torno a esta gran composición de imágenes y sonido. Todo este ambiente sórdido y tenebroso se potencia con la iluminación diseñada por Francisco Javier Sarrión Mora, que nos mantiene en todo momento en una penumbra imaginario. También hay que destacar el cuidado vestuario creado por Almudena Bautista.


Además de disfrutar de esta obra, se ha inaugurado la exposición "El sueño de la Razón", en la que se quiere mostrar la influencia que la figura de Goya sigue ejerciendo en el arte de nuestros días. Esta gran exposición cuenta con un centenar de obras de cincuenta y ocho artistas contemporáneos en las que ha dejado huella el artista. Podremos ver obras de artistas tan dispares como Antonio Saura, Anotnio Tapies, Rafael y Daniel Canogar, Cristina Iglesias, Luis Gordillo, Carmen Calvo, Eva Lootz, William Kentridge, Jorge Galindo o Rogelio López Cuenca entre otros.
Paralelamente a este doble evento en torno a la figura del pintor, el Teatro Fernán-Gómez realiza una serie de actividades para indagar un poco más en la obra. Los encuentros con el público serán los días 17 y 31 de Octubre. Se realizará el "Taller de artes escénicas pintar con la mirada", los días 1 y 3 de Octubre. A partir de comienzos de Septiembre se confirmarán más actividades. Habrá que estar atentos a la web del Teatro.
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Monsieur Goya, la indagación
Teatro: Teatro Fernán-Gómez
Dirección: Plaza de Colón 4
Fechas: De Martes a Sábados a las 20:00, Domingos 19:00.
Entradas: Desde 14€ en teatrofernangomez. Del 19 de Septiembre al 10 de Noviembre.

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