La
crítica que van a leer a continuación va a ser un tanto atípica. Les aviso
antes de comenzar.
Las
contradicciones acechan con un incesante cacareo en mi cabeza, la vergüenza, la
desposesión, ínclita cultura patriarcal,
que al salir de la obra que les vamos a detallar a continuación reventó en mi cabeza y así Woolf me lleva
persiguiendo desde que me hicieron una pregunta al salir del teatro -¿Qué te ha
parecido? - Un poco densa, como lo es la propia Virginia Woolf, respondí yo.
Amante
del teatro clásico, nunca he reconocido una obra de Calderón como densa, y
escuchen, hay alguna que para el lector medio, con todos mis respetos, lo es. Tantos
y tantos libros que nunca he conseguido acabar pero siempre hago alusión en
estos casos a mi incultura, nunca a la densidad, intensidad o calidad de obras escritas por hombres que son incuestionables,
por algún tipo de ley no escrita. La que aquí escribe, licenciada en
Ciencias Políticas donde Aristóteles,
Maquiavelo, Webber, Hobbes son lecturas habituales, toda la historia de las
doctrinas políticas escrita por ellos.
Ahora
bien señoras y señores, a una mujer joven, trabajadora, que se dice feminista,
una obra de una hora y media que habla de un problema estructural, de lucha por
la igualdad, le ha parecido “un poco densa”... y cuál es el problema de
todo esto, que no es cierto. Lo que ocurre es que está escrita por una mujer,
adaptada y representada por mujeres y para más inri habla sobre nosotras. ¡Una
hora y media!. ¡Así todo seguido, sin pausas ni nada! , ¡cómo se lo cuento! y es
entonces cuando después de hablar de ellos durante toda la historia de la humanidad,
nos tomamos la licencia sin pudor alguno
de catalogar así a un libro de ciento sesenta páginas, poniendo en cuestión
también a la escritora, la directora y a la propia actriz en el caso del hecho teatral. Y así, pues continuamos alimentando a la bestia en
lugar de reconocer el valor de la autora en 1928 yendo contra corriente en un
mundo que las anulaba y las infería la
calidad de nada entre el todo, el arrojo y el atrevimiento de María Ruiz y
Clara Sanchis acercando a nuestros días una obra tan necesaria. ¿Ven el
problema?.
Se
lo contamos:
En 1928 a Virginia Woolf le propusieron
dar una serie de charlas sobre el tema de la mujer y la novela. Lejos de
cualquier dogmatismo o presunción, planteó la cuestión desde un punto de vista
realista, valiente y muy particular. Una pregunta: ¿qué necesitan las mujeres
para escribir buenas novelas? Una sola respuesta: independencia económica y
personal, es decir, Una habitación propia. Sólo hacía nueve años
que se le había concedido el voto a la mujer y aún quedaba mucho camino por
recorrer. "Démosle una habitación
propia y quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la
mitad de lo que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un
libro mejor."
Por
qué los hombres están tan enfadados, y la parábola en la que Shakespeare tiene
una hermana imaginaria, son sin duda algunos de los momentos álgidos de la obra,
pero permítanme que no se lo cuente, fue maravilloso irlo descubriendo.
María Ruiz versiona para escena o mas
bien nos acerca un hito del feminismo a nuestros días, haciéndonos entender que
todo está por hacer, que muchas cosas han cambiado pero siguen
sucediendo desde que nos despertamos en la mañana, situaciones como las que les
contaba al inicio.
Somos
juzgadas, cuestionadas, peor pagadas que los hombres, buscamos la manera de dar
nuestra opinión de la manera mas dulce posible, de no molestar. María Ruiz directora de la obra, parece
haberse sentado con Clara Sanchis y Virginia Woolf, haber puesto en común la problemática
social, la lucha de clases desde una perspectiva de género y entre las tres
haber llegado a un acuerdo.
Clara
Sanchis parece haber entendido a la perfección a Virginia Woolf presa de su
contexto histórico, las dos compactarán pasado y presente generando una
experiencia con una fuerza fuera de lo común ya que vemos en Sanchis una generosidad mas humana que técnica, parece
haber puesto su experiencia vital como mujer, actriz, peor pagada que un hombre...
al servicio de una lucha colectiva para que podamos acercarnos mas si cabe
a lo que Virginia Woolf nos quería contar.
A
los pocos minutos de comenzar la función, el
texto ya se había hecho tan actual, tan real y cercano que era el día a día de
cualquier mujer sentada en el patio de butacas.
La
independencia económica de la que habla Woolf y una habitación propia, en la
literatura, y en la vida son indispensables y una constante lucha también hoy.
El
vestuario diseñado por Helena Sanchis y
creado por Cornejo, un vestido verde esperanza que no impregnará calidez, sino
fuerza, un grito sonoro a la libertad, a la emancipación y la lucha colectiva.
Una escenografía austera, elegante, y sencilla, una mesa que servirá de sostén
para los juicios de valor sobre las mujeres de Pope, Goethe, Johnson, escritos
y mas escritos que hablan sobre nosotras sin habernos preguntado nunca.
Una actriz cercana, pero firme, gesto y dicción
propias de quien sabe que su voz es un arma cargada de futuro y hay que tener
cuidado por tanto, cuando una cree férreamente en lo que expresa, transmite
tanto respeto en cada movimiento, tal respeto al público. La música es de
la propia Clara Sanchis acompañada en escena de un piano que la misma actriz toca a partir de obras de Bach.
Sólido, profundo, fácil de entender, si
eres capaz de ponerte en el lugar del otro, si la sororidad y la empatía de la
que constantemente hablamos alcanzasen el grado de realidad y
no queda en el mundo de las ideas. Queda tanto por avanzar, tanto por
comprender.
Si
me preguntasen hoy -¿Que te ha parecido?
Mi respuesta sería otra...que tengo a Virginia Woolf escrutándome de cerca
desde hace cuatro días.
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Una habitación propia.
Teatro: Teatro del Barrio.
Dirección: Calle Zurita,20
Fechas: .Miércoles de Octubre y Noviembre.
Entradas: 16€ Web de Teatro del Barrio
Fechas: .Miércoles de Octubre y Noviembre.
Entradas: 16€ Web de Teatro del Barrio
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