La adolescencia es esa etapa en la que se descubre el mundo, cuando todo es novedoso y se quiere conocer, cuando uno se atreve a dar el paso sobre cosas que antes le asustaban o le avergonzaban. Pero también es una época dura, en la que el mundo parece estar en tu contra, en el que nadie te deja hacer lo que quieres. Tus padres, tus profesores, todos te frenan en tus ansias de vivir, todos se ponen en tu contra a la hora de que pruebes aquello que te interesa, todos parecen acorralarte para que seas como ellos quieren, pero no siempre pueden controlarlo todo.
La relación que se crea entre estas dos jóvenes resulta especial, por su sinceridad, por su verdad, por sus ganas de luchar por su identidad, por su deseo de ser aceptadas tal como son, sin que les miren como bichos raros, sin que les juzguen por besarse en público, sin que las miren por ir de la mano. Una historia de amor que debería ser normalizada, porque es el mismo sentimiento que hemos sentido cualquiera de nosotros ante nuestro primer amor, y algo tan bello nunca debería ser estigmatizado, porque la libertad de cada uno para poder amar a quien quiera debe ser total, sin que nadie tenga que darles lecciones de como deben o no actuar, de lo que pueden hacer en público o los gestos de cariño que deben evitar en un espacio determinado. Si todos fuésemos más tolerantes, el mundo sería mejor, si dejásemos de prohibir todo aquello que nos parece "fuera de lo normal", las nuevas generaciones serían mucho más generosas en sus juicios, y veríamos como en poco tiempo las miradas dejan de ser inquisitivas, y las relaciones sentimentales entre personas del mismo sexo serían normalizadas.
Esta producción de la compañía Scenalia es un grito por la libertad sexual, por la visibilidad de la identidad de cada uno, por la lucha que cada joven LGTBI en su día a día, en su intento por normalizar lo que es su naturaleza, para que todos lo vean como uno más, sin cotilleos, sin miradas inquisitivas, sin prejuicios. El texto de Juan Luis Mira, que también asume la dirección, es una bella historia en la que dos jóvenes luchan por su amor, frente a las trabas de familiares, compañeros y profesores, cuando el único "delito" que han cometido es el de amarse siendo dos chicas. Un alegato por la tolerancia, un íntimo relato de una preciosa relación que lucha contra todo por hacer normal aquello que para muchos no lo es, una obra que nos abre los ojos sobre lo intolerante que es la sociedad en la que vivimos, y lo mucho que se sigue fomentando esa censura por parte de quienes deberían normalizar la situación, ya sean padres, profesores o cualquier adulto responsable que rodee a jóvenes que, como Beca y Eva, lo único que quieren es poder amarse, sin que nadie las juzgue por ello.
Es esta una historia de la que todos deberíamos aprender, en la que todos deberíamos mirarnos para ver que podemos aportar para que relaciones como las de estas chicas no vuelvan a ser "juzgadas" por su entorno. El texto de Mira nos ayuda a comprenden lo duro que es reconocer y dar visibilidad a tu sexualidad en una edad tan difícil como la adolescencia y lo complicado que resulta ser aceptado por la sociedad. La obra ha sido galardonada con el premio del V Certamen Leopoldo Alas Mínguez de la Fundación SGAE y el Festival Visible en el año 2011. Estrenada en la sala Azarte el pasado año, es una obra que debería representarse en todos los institutos de nuestro país, para que la gente se conciencie sobre la necesidad de ser tolerantes con los que son diferentes a nosotros.
La historia gira en torno a Beca y Eva, dos chicas de 17 años que un día deciden entrar en clase cogidas de la mano para mostrar su amor, y a continuación besarse delante de toda la clase para que todos dejasen de hablar sobre ellas a sus espaldas. Una manera de hacer pública una relación que llevaban en secreto y poder quitarse de una vez la losa que suponía para ambas tener que andar escondiéndose del mundo para mostrar sus verdaderos sentimientos. Una historia que comienzan en el patio del instituto, cuando ambas comienzan a hablar, bajo la atenta mirada de todos los alumnos, que las tienen estigmatizadas y señaladas por ser diferentes. Partiendo de la historia real de estas dos chicas que se "atrevieron" a mostrar en público su relación, el autor nos muestra sin ningún tapujo todas las situaciones incómodas que ambas deben superar por parte de padres y profesores, mientras van poco a poco consolidando su amor. Un texto que pretende hablar claro de las diferentes formas de amar, para que todas las personas puedan mantener el tipo de relación que deseen.
El resultado es una obra dinámica, valiente y atrevida, que nos sumerge en la vida de estas dos adolescentes y en todos los sin sabores y miedos a los que se enfrentan antes de hacer pública la relación, por no hablar de los problemas que les conlleva el hacerlo... Un montaje moderno, lleno de ternura y comedia, para edulcorar un poco la realidad tan cruda que nos está contando de fondo, que no es otra que el rechazo de la sociedad ante esta relación lésbica. Diálogos frescos y escenas que abordan sin rodeos la mirada de la sociedad ante una relación de dos chicas adolescentes.
La obra se sustenta en las frescas y enérgicas interpretaciones de Irene Coloma, que da vida a Eva, y María Cabrera en el papel de Beca. Dos actrices que están descomunales desdoblándose en los distintos personajes que se cruzan con las chicas, ya sean el padre de una o la profesora. Muy interesante ver lo bien que cambian de registro, lo ágiles que están para pasar de la comedia al drama, de la ternura a la tragedia. Cada una de ellas sabe perfectamente lo que debe hacer en cada momento, mostrándonos en cada escena algún detalle nuevo de su personaje.
Por un lado tenemos a Eva, sorprendente Irene Coloma, que se siente mucho más segura en su sexualidad, no teme hablar de ello ni mostrar su amor por Beca. Una chica llena de energía, un poco macarra, que es capaz de encararse con cualquiera por defender a su chica y su sexualidad. La escena en la que interpreta la discusión con el portero de la discoteca es, sencillamente, maravillosa (en la función a la que asistí yo, la obra se paró en esta escena para ovacionar a la actriz). Una actriz a la que hay que tener muy en cuenta, por su fuerza en escena, su vis cómica y su enérgica manera de actuar.
En el otro lado tenemos a una más comedida María Cabrera en el papel de Beca, pero que transmite con cada gesto todo lo que está sufriendo su personaje. Una actriz que recorre muchos más lugares dentro de su personaje, ya que Beca varía mucho más como personaje a lo largo de la obra. Cabrera sabe mostrarnos en cada momento lo que tenemos que conocer del personaje, sin dejar que descubramos ninguno de sus secretos antes de tiempo. Interpretación con más matices, llena de pequeños gestos que lo transmiten todo.
Todo ello sucede en un sencillo espacio escénico (diseñado por ICARIA, al igual que el vestuario), dividido en tres espacios que darán lugar a las diferentes escenas. Tres lugares que sintetizan su relación, espacios que se entrelazan para mostrarnos las escenas más íntimas de las chicas, con las que protagonizan con los diversos adultos que les van poniendo trabas. La iluminación, muy definida en cada una de las escenas, corre a cargo de Pilar Velasco. Por último hay que destacar la música que ha creado para la ocasión La Chiado, que nos sumerge aún más en este mundo tan íntimo y a la vez tan observado.
Teatro: Teatro Español
Dirección: Plaza de Santa Ana, Calle Príncipe 25
Fechas: Martes a las 17h. Miércoles a Viernes 10h y 17h, Sábado y Domingo a las 18:00.
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