Teatro: #Malditos 16. Teatro Galileo

La adolescencia es una etapa difícil, pero a veces puede convertirse en un infierno del que es muy difícil salir. Una época en la que todo se magnifica, en la que se tiene muy en cuenta los comentarios de los compañeros de clase, en la que se crea una batalla constante con los padres y profesores, en la que muchas veces te encuentras solo ante el peligro, ante los ataques de la mayoría que no te entiende, que prefiere la risa fácil del grupo antes de tender la mano para ayudar al diferente.



Estamos hablando de una etapa difícil, en la que todo es nuevo y somos muy vulnerables. Es el momento de tomar las primeras decisiones que marcarán nuestras vidas, y sin el apoyo necesario esos pasos pueden encaminarte hacia un abismo del que puede ser muy difícil escapar. Como suele pasar en todos los ámbitos de la vida, los recortes hacen que el sistema se debilite, en este caso el de apoyo a los jóvenes con problemas psicólogicos, de identidad sexual o de maltrato, tanto físico como mental.



Tras su arrollador estreno en el Teatro María Guerrero en el 2017, está cruel y demoledora coproducción del CDN y COART+E Producciones, llega al Teatro Galileo para seguir mostrándonos el lado oscuro de esa generación que fue educada durante la crisis y que sufrió muchas de sus consecuencias. El demoledor texto de Nando López nos pone frente a varios problemas que azotan a nuestros jóvenes y que en la mayoría de los casos no trascienden todo lo que debería. Empezando por el dato demoledor de que el suicidio tiene uno de los porcentajes más altos de las causas de muerte entre los jóvenes, todo lo que escarbemos desde ahí es un monstruo al que es muy difícil derrotar. El bullying, los maltratos, la anorexia, la identidad sexual, miles de temas tocados de forma clara y directa para que nos hagamos una idea, al menos aproximada, de lo necesaria que es la terapia dentro del mundo de los adolescentes. 

Nando López es un autor que no se esconde, y ha mostrado su compromiso con las problemáticas de los jóvenes en textos como "La edad de la ira", "Nunca pasa nada" o "Cuando fuimos dos", a los que ha sumado montajes tan excelsos como "De Federico a Lorca", "Barro" o "Los amores diversos". Un autor que siempre deja su particular sello en todo lo que escribe, marcado por una gran sensibilidad y con un enfoque que quiere meter de lleno a los jóvenes en las tramas de sus textos.


La historia de estos jóvenes al borde del abismo la dirige el habitual socio de Nando López, el siempre eficaz Quino Falero (cuenta con Eva Egido como ayudante de dirección y entrenadora corporal), que nos deja una gran obra llena de ritmo, con momentos vertiginosos que se pausan para mostrarnos determinadas secuencias con más pulcritud y detalle. Un inteligente montaje en el que se entremezcla presente y pasado, diversos espacios dentro del mismo, para conseguir una obra llena de fuerza, con la contundencia propia de la juventud y la firmeza de los médicos que los acompañan. Muy a reseñar el continuo "cambio de marchas" de la obra que le ayuda a diversificarse, dando a cada personaje un tono y un ritmo particulares.


"A veces necesitamos volver a los lugares donde nos rompemos. Recorrer el camino de regreso al adolescente que fuimos y mirar de frente nuestras heridas, las que se abren cuando nos vemos abocados a elegir quienes deseamos ser". Con esta demoledora frase nos habla el autor de la obra. Volver al lugar donde sucedió todo para volver a enfrentarte a tus pesadillas, ver si realmente los miedos siguen ahí escondidos, saber como has podido superar una situación extrema y ver cómo has continuado con tu vida. Es el caso de los protagonistas de esta dura crónica, que nos habla del suicidio juvenil enfocándolo desde varios puntos de vista, todos ellos tan reales que nos da miedo pensar en lo mucho que pueden llegar a sufrir las personas que lo intentan, sobre todo si nos paramos a pensar que la mayor parte de su dolor y de sus miedos vienen del exterior, de la gente que les rodea, de un ambiente hostil que no ayuda (en el menos malo de los casos), o que empuja cada vez con más fuerza al abismo.


Estos cuatro jóvenes que regresan al escenario en el que ocurrió todo son Ali, Dylan, Naima y Rober, el mismo sitio donde se conocieron cuando estaban "en el peor momento de su vida: justo después de querer quitársela". Todos ellos estuvieron ingresados, por motivos muy distintos, en el mismo hospital al haber intentado suicidarse unos años antes, cuando rondaban los dieciséis años. Ahora, cuando estrenan la veintena, vuelven al mismo lugar para colaborar con un proyecto en el que podrían ayudar a adolescentes que estén pasando por el mismo oscuro lugar que transitaron ellos hace tiempo. Unos vuelven con la ilusión de poder ser útiles, pero otros tienen miedo a despertar viejos fantasmas, a que las heridas no hayan cerrado del todo.



El elenco que da vida a estos cuatro jóvenes destila fuerza y hacen unos trabajos meticulosos, en el que transmiten todo el dolor y el miedo acumulado en ellos durante su adolescencia. Andrea Dueso en el papel de Ali, Guillermo de los Santos como Rober, Juan de Vera dando vida a Dylan, y Paula Muñoz en la piel de Naima, cuatro jóvenes que nos transmiten su dolor, la angustia por una vida que les duele, los miedos a que los demás no acepten su verdad, el rechazo a un entorno que no les comprende, sus traumas y las razones que les llevaron a ese callejón sin salida que, en un momento determinado de sus vidas, les empujó a intentar suicidarse. Interpretaciones brillantes, con alma, que nos duelen y nos enternecen, porque las mil capas que muestra cada uno de los personajes nos hace ver lo dura que puede llegar a ser la vida en determinadas circunstancias.


A los cuatro chicos les acompañan Rocío Vidal y David Tortosa, interpretando a los médicos que han impulsado este nuevo taller en el que quieren que participen los jóvenes. Ella, que fue la que les cuidó y trató en su anterior etapa, se ha volcado en que este nuevo proyecto se lleve adelante, chocando incomprensiblemente con la administración, que no ve necesario dar más dinero para estos cuidados (incomprensible pero cierto, como la vida misma). Por su parte el papel de Tortosa en mucho más distante con los chicos, que lo ven como un ser extraño al que no quieren volver a contar sus miserias, que pensaban superadas. Dos interpretaciones muy diferentes pero que sustentan el desarrollo de la obra. Por un lado Vidal se muestra comprensiva y paciente con los chicos, mientras es una bomba de relojería cuando se trata de hablar sobre la subvención que no llega. Por su parte, Tortosa crea un personaje calculador, frío hasta cierto punto, que consigue sacar todo lo que cada uno de los chicos lleva dentro, para ir creando el perfil de cada uno de ellos (fundamental para que el espectador conozca sus pasados).




La sencilla escenografía que apoya la obra, diseñada por Arturo Martín Burgos, está presidida por una gran ventana, siempre cerrada, que simboliza la barrera que los adolescentes tienen con el mundo que les rodea. Un decorado que se apoya con un conjunto de mesas y unas sillas que van cambiando de lugar en cada escena, incluso son "destrozadas" por alguno de los personajes en momentos determinados. Frente a una escenografía tan minimalista, cobra capital importancia la iluminación de Juan Ripoll, para dar las distintas texturas que necesita cada momento de la historia. Otro elemento fundamental para la cohesión de la obra es la contundente música de Mariano Marín, que marca el tono de cada escena, con brillantes momentos de coreografías grupales. Por último, el vestuario, diseñado por Rebeca Sanz, nos marca de entrada el carácter de cada uno de los personajes. 

En una obra de este tipo resulta fundamental la asesoría y la documentación sobre unos temas tan delicados como los que aquí se tratan. Para ello, el equipo de la obra se ha acompañado de Hugo Alonso (Transexualidad e igualdad), Teresa Pacheco (suicidio y prevención), Borja Rodríguez (Violencia y sexualidad), Sandra Santos (Adolescencia e identidad) y María Toro (Suicidio y primeros auxilios). Todos ellos habrán ayudado a crear esta fabulosa pieza, que duele y nos golpea con unas realidades que desconocemos, pero que nos dejan helados por su profundidad. La frase lapidaria que se dicen los médicos y que viene a decir que "no nos darán más subvenciones porque eso sería reconocer que el sistema falla" me sigue dando vueltas a la cabeza y removiéndome las tripas. No duden de ir a ver esta maravilla de la que aprenderán mucho, pero de la que saldrán con muchas dudas sobre lo que somos como sociedad.
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#Malditos 16
Teatro: Teatro Galileo
Dirección: Calle Galileo 39
Fechas: Viernes y Sábados a las 20:00, Viernes 14 y Sábado 15 a las 20:30.
Entradas: Desde 16€ en teatrogalileo. Del 31 de Enero al 15 de Febrero.

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