El Brujo- El alma de Valle- Inclán



En el Teatro Cofidis Alcazar se avista una atmósfera íntima y serena, se yergue imponente sobre el teatro, una propuesta incisiva y de seguridad pétrea nacida de días grises en los que Rafael Álvarez "El Brujo" no ha estado solo, todo lo contrario, aristas, anécdotas y relecturas de Valle Inclán han estado con él haciéndole más llevadero este tiempo de tinieblas. Máscara compleja que el creador no sabía ni siquiera si se llegaría a presentar.  Sumergido  en el misterio de Valle, en la máscara que construyó de sí mismo pero ante todo en el elemento que da forma a esta propuesta, desgranando las acotaciones de la excelsa “Divinas Palabras”. Como resultado presenta una propuesta consciente, nacida de las entrañas del ser. Quizá más personal que ninguna en tanto surgida de tiempos de confinamiento y reflexión.




Pareciera como sí El Brujo hubiera interiorizado el eclecticismo del autor, como si entendiese a la perfección lo que Valle quería transmitir pero nadie atisbaba a comprender, como si el interprete tuviese en sí mismo un poco de Valle. Y es que quizá suceda que cuando llegas a la raíz de las cosas, a su alma, pasan de modo inherente a formar parte un poco de tí y de tu esencia, así no queda por más que mostrar verdad en escena y una función se convierte indefectiblemente en un encuentro sosegado con el público. 

De este modo, El Brujo no necesita artificios o elementos concomitantes. Su voz, su palabra es suficiente para seducir a un público expectante ante anécdotas e ideas lúcidas, con la fina ironía convertida en  barbarie, palabras a menudo pecados capitales, la furia contra el que sabe que la ignominia del pasado sigue presente hoy disfrazada de consumismo y de manera tácita en ocasiones, explícita en tantas otras  queda expresada en su vibración. Humor, divertimento y risas en el patio de butacas con ese tono incisivo que caracteriza al interprete. 


En los escritos de Valle queda abierta una reflexión sobre los valores, la ética, la estética. Los vicios de una sociedad instintiva y bárbara. A principios de este año antes de que la deyección pandémica llegase a nuestras vidas, pudimos disfrutar de "Divinas Palabras" dirigida por Jose Carlos Plaza, con él vimos que cada personaje es fruto de un imaginario colectivo construido y que su capacidad de actuación en muchas ocasiones se reduce a lo que sabe y conoce que en tantas ocasiones viene a ser nada. Y pensamos que nada faltaba, que de uno u otro modo veníamos a entender la obra del mismo modo.

El Brujo da siempre una clase magistral, un juego entre la palabra y silencios prófugos que infieren una atmósfera serena en la que sabremos que siempre hay mas de los que otros supimos ver.  

Con él hemos vivido  encuentros de pasión y música en “Dos tablas y una pasión”, acompañando al ciego en una historia que siempre se repite con “El Lazarillo de Tormes” y así en todas sus obras, siendo pícaro, avaro, juglar, poeta .En definitiva, jugando a ser, desde la verdad, desde la naturaleza de las cosas, ascetismo en las formas, pero nunca en el fondo.
Un hilo de transmisión perfecto entre el poeta modernista y el público, como si los dos entendiesen el arte como herramienta de transformación interior , una conexión entre dos hombres eclécticos y místicos cuasi a partes iguales, una conjunción entre el pasado y el presente que no tiene por mas que dar un resultado del todo onírico. 


Se lo contamos:

El Humor de Valle-Inclán es Atlántico, azul, Druídico. Culto y bárbaro, con una barbarie pendenciera. Él decía que era levantisco. Y si había algo que no perdonaba, eran los errores sobre estética y arte… El arte es un juego – el supremo juego – y sus normas están dictadas por numérico capricho, en el cual reside su gracia peculiar. Catorce versos dicen que es un soneto. El arte es pues forma.

Tal y como cuenta El Brujo el alma de Valle Inclán se encuentra en las leyendas en los cuentos que coleccionaba y que se encuentran en el pequeño recopilatorio El Jardín umbrío donde se agrupan múltiples de sus narraciones breves.  En este caso nos invita a reconocerle a través de sus personajes hasta llegar a un conclusión certera, el alma de Valle se encuentra en la poesía de sus acotaciones.


Una de las anécdotas que relata con descripción exacta, nos adentra en el escenario lluvioso de la Galicia natal de Valle ,nos revela la pérdida del brazo del dramaturgo . Manuel Bueno íntimo amigo de Valle Inclán durante una discusión sobre un duelo, le golpeó de un garrotazo la muñeca y el botón del gemelo se le incrustó en la carne, fracturándole  el hueso .Tardó varios días en ir al médico y se le gangreno la herida, la única solución fue cortarle el brazo. 

Nada de esto le  hizo cambiar su carácter de gruñón de buen corazón. Siguió  con su amistad, la anécdota del brazo parecía ser cosa menor. Importante eran sus discusiones sobre el arte y  la estética. 

                                        
  
Gergonia E. Moustellier en un trabajo impecable de vestuario, enfatizando las luces y sombras de un relato, sensaciones vestidas de ocre en Talleres Moustellier junto al trabajo de iluminación de Miguel Ángel Camacho.   

La ya siempre imprescindible música original de Javier Alejano generando sentido instrumental entre percusiones y notas precisas.

Una propuesta que cierra el círculo de maravillosas propuestas que hoy entendemos parecían inacabadas, faltaba el alma de Valle Inclán. ¡Y hete aquí!

                  

Sólo nos queda recomendarles que vuelvan a los teatros, a disfrutar de este hombre del Renacimiento que es El Brujo, un hombre capaz de hacer frente a cualquier proyecto y hacerlo propio, dotándolo de unas reflexiones y unas perspectivas que habíamos sido incapaces de apreciar con anterioridad. Una vez más, Rafael Álvarez vuelve a demostrar porqué es una de las personalidades más respetadas y veneradas de nuestras tablas, porque con su sola presencia en escena sabemos que estamos ante un hecho relevante, ante algo que será original, diferente, transgresor. Una delicia volver a disfrutar de este genio, un placer volver al teatro a disfrutar de un artista como existen pocos. Volvamos a los teatros, LA CULTURA ES SEGURA.

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El Brujo- El alma de Valle Inclan 
Teatro: Teatro Cofidis Alcazar
Dirección: Calle Alcalá 20
Fechas:  Del 29 de agosto al 19 de septiembre de 2020
Entradas: Desde 16€ en gruposmediaticketeaatrapalotaquilla 

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