En el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa está teniendo lugar el ciclo “Desembarco de Galdós” cuando se cumplen cien años de su muerte, un homenaje que mantiene viva la esencia de creación galdosiana. Conferencias, mesas redondas, cine, teatro son algunas de las propuestas en este ciclo que nos acerca más que nunca al conocido autor.
Venezia Teatro ("Beatrice", "Los desvaríos del verano", "Tartufo") presenta una propuesta de la que Benito Pérez Galdós se sentiría del todo orgulloso. La compañía parte de un profundo trabajo de investigación tal y como lo hacía el autor, conocer el contexto del que se habla, sumergirse en la documentación, profundizar en las personas de modo particular, pero también de cómo se veían afectadas por la sociedad de la época. Debates, lecturas, aprendizaje propio que transforma al actor y genera con ello transformación social y aprendizaje colectivo. Puesta en común de ideas, estamos seguros que en más de una ocasión habrá recorte de texto, indagación en los documentos de la autobiografía que nunca fue publicada y que se encuentran hoy en la Biblioteca Nacional. Un juego teatral constante, que devendrá en subtexto con Memorias de un desmemoriado.
Desde niños teníamos la idea de que Galdós era ese señor tan serio y de cariz ciertamente circunspecto y nada mas lejos de la realidad, con esta propuesta se pone énfasis en encontrar los mundos que rodeaban a Galdós y utilizando sus textos han cincelado una puesta en escena que nos cuenta la realidad de una época tan convulsa como interesante, nos permiten acercarnos a la historia y a la intrahistoria. Una tierra que ya no existe pero que sin duda está un poco en nosotros.
¿Cómo repensar a Galdós desde el siglo XXI? es el fondo e hilo conductor de esta hazaña dirigida por José Gómez-Friha que aúna divagaciones atemporales, el amor, la vida, la revolución, pero también anécdotas y encuentros que marcaron al autor y por tanto así a su profusa obra. Es esta unión la que nos acercan y la tarea que nos facilitan, en la que ustedes han de poner de su parte, porque esta investigación finaliza con nosotros, desde el infante que comienza sus primeras lecturas clásicas, hasta el más docto en la materia.
José
Gómez-Friha dirige un elenco que ha puesto toda su energía, y así lo transmiten
al público, mecidos entre la agilidad y la templanza necesaria en una obra que
no es una propuesta autobiográfica al uso, donde las anécdotas se suceden
constantes y los cambios de ambiente tienen sentido. Un elenco sí bien, levemente encorsetado por un texto. Pareciera en ocasiones como si estuvieran expresando menos de lo que han interiorizado durante el proceso de elaboración colectiva.
Esto no es óbice en ningún caso para un trabajo bien hecho, en el que destaca el movimiento y la dicción, agilidad y cambio de registro. Todos pasan por ser Galdós así lo denotan los bigotes a modo de pajarita. Cuartillas en la pared, percheros, cojines elementos que no distorsionan, sino que con una escenografía sencilla dan sentido y simbolizan los diferentes ambientes por los que transitan.
Tres actrices y dos actores, o más bien un equipo de investigación que nos muestra el fruto de su ardua indagación, al más puro estilo Galdós, de principio a fin. Esther Isla, Macarena Sanz, Alma García, Antonio Fernández y Julio Hidalgo son los cinco actrices y actores que entre una isla de alfombras irán mostrando las cartas, los documentos, porque tal y como les decíamos en líneas anteriores, no hay más imaginario en un estudio de este tipo que las anotaciones y las montañas de papel, que se unen al trabajo de iluminación de Javier Bernat, miradas cómplices con un público que permanece atento a las conversaciones de Galdós.
Un hombre al que muestran amigo, amante. Esther Isla en el papel de Emilia Pardo Bazán nos mostrará a la mujer y la sensualidad de sus palabras y escritos. Pero también seremos testigos de la entrevista en París con Isabel II. José Hidalgo y Antonio Fernández generan un contrapunto interesante, infiriendo equilibrio entre multitud de datos. Macarena Sanz y Alma García, se mueven políticas, sociales en un entorno que parece serles cómodo, impulsando con gafas moradas, aquello que parecen entender que el autor no supo ver.
Destaca el desencuentro con Valle- Inclán en el Teatro Español, la Noche de San Daniel o como dato más curioso tener entre el público a Federico García Loca en uno de sus mítines cuando era niño. Pinceladas del presente y guiños al público adolescente, hacen que esta puesta en escena imprima expresividad y podamos continuar celebrando el aniversario de Galdós.
Un hombre cuya vida política y cultural era tan gruesa que es imposible condensarla en una sola obra de teatro. Esperamos así, que haya una segunda parte y que Alvaro Tato continúe en esa cuasi sombra necesaria. No nos olvidamos de él.
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