Teatro: El chico de la última fila. Teatro María Guerrero

Una obra indispensable de la dramaturgia contemporánea, uno de los textos más representados de los últimos tiempos. Esta conmovedora e inquietante historia pone en valor la educación, la literatura, la amistad, valores que a veces dejamos en un segundo plano. Un demoledor relato que debería ser de obligado visionado para cualquier estudiante, pero también para profesores y padres, porque tiene muchas enseñanzas ocultas. Tomen papel y lápiz, porque la lección de la que les vamos a hablar a continuación, merece toda la atención, con la correspondiente toma de apuntes.






Desde que se estrenó en el año 2006, este portentoso texto de Juan Mayorga se ha convertido en uno de los más emblemáticos del dramaturgo (que ya es mucho decir). Se ha representado en varios países (más de 25 producciones en diferentes idiomas) y ha sido llevada al cine por François Ozon con el título "Dans la maison" ("En la casa"), la cual ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián y Juan Mayorga el premio del Jurado a Mejor Guión (también se llevó el Max como mejor autoría teatral). Ahora llega al CDN esta demoledora historia, que ha sido producida por la Sala Beckett de Barcelona y que se estrenó la pasada temporada en la ciudad Condal.



El reencuentro de Juan Mayorga (autor) y Andrés Lima (director) ya es un motivo suficiente para crear gran expectación ante este montaje, que destila la esencia de Animalario, aquella compañía que revolucionó las artes escénicas a principios de este siglo. El tándem Mayorga Lima ha realizado colaboraciones de gran éxito, como "Alejandro y Ana", "Últimas palabras de Copito de Nieve", "Hamelín" o "Penumbra". Dos de los mayores exponentes de la escena actual se unen para crear una obra desgarradora, que nos atrapa desde el primer momento y nos lleva a lugares oscuros de los personajes, en los que nos vemos reflejados como sociedad.



El texto nace de la época en la que Mayorga era profesor, "un día corrigiendo un examen de fracciones, leí algo parecido a esto: "Juan no puedo contestar nada porque no he estudiado pero últimamente estoy jugando al tenis el domingo me sacaron en el Marca voy a ser un campeón y tu y yo vamos a ir a celebrarlo". Recuerdo que inmediatamente pensé: "Qué interesante que un alumno utilice un ejercicio escolar para contarte su vida". Lo cierto es que esas frases mal puntuadas que me entregó un adolescente me impulsaron a soñar una obra cuya acción tiene lugar en dos espacios de encuentro y, por tanto, de conflicto: el hogar y la escuela". 

Él mismo nos explica que estamos ante "una obra sobre padres e hijos, sobre maestros y discípulos, sobre personas que han visto demasiado y personas que están aprendiendo a mirar. Una obra sobre el placer de mirar las vidas ajenas y sobre los riesgos de confundir lo vivido con lo imaginado, una obra que quiere hacer teatro del acto mismo de imaginar. Una obra, en fin, sobre los que eligen la última fila: aquella desde la que se ven todas las demás".


Un texto que transita lugares sórdidos, pero que a la vez enfatiza el poder de la literatura, de la necesidad de la enseñanza, de los vínculos entre personas y de la soledad del diferente, que intenta hacerse notar con sus propias ilusiones. "En la obra se juega con la pasión de mirar la vida de los otros y se invita a los espectadores a mirar la vida de una familia a través del ojo de una cerradura. Está llena de misterios, de contradicciones, de conflictos, de grandes pasiones" afirmaba Mayorga sobre esta historia cargada de voyeurismo y literatura, de deseos y pasiones, de impulsos y coacciones. 

Lima crea un montaje espectacular, con un tono onírico que nos hace deslizarnos entre la realidad y la ficción que nace de la cabeza del protagonista. Un portentoso elenco lleva la historia hasta los límites de la propia obra, entrelazando realismo y ficción, comedia y drama. Para su director, Andrés Lima, esta obras "trata sobre un chico que descubre que la literatura es una forma de expresarse. Sin embargo, esto tiene sus riesgos y repercusiones en la vida real. Este chico que observa todo desde la última fila, a través de la literatura va transformando la realidad hasta el punto de poner en peligro los principios morales de quien lo lee". Es justo la evolución del chico lo que más sorprende en la obra. La transformación que sufre a través de su creciente amor por la escrituraen la que se va convirtiendo en un ser oscuro y egocéntrico, muy diferente al chico reservado y apocado que comienza el relato.


La historia nos habla de Germán, un profesor de literatura de un instituto que vive desencantado con sus alumnos, a los que no consigue inculcar el interés por su materia. El profesor se desespera ante la nulidad de sus alumnos en la expresión escrita (genial la primera escena leyendo los trabajos de los alumnos). Todo cambia cuando comienza a leer el texto escrito por Claudio, el chico de la última fila. Un texto ingenioso, sarcástico, que atrae su atención y su interés, con la promesa del alumno de que continuará. Este chico silencioso y callado, que no participa de las clases, resulta un excelso escritor, con el que el profesor comienza una ferviente relación, esperando sus nuevos escritos mientras intenta pararle los pies con su creciente ego. Una relación muy intensa en la que ambos intentan mantener su estatus, pero que poco a poco se va convirtiendo en un juego muy peligroso.



La obra transcurre en torno a la relación de ambos, pero con varios personajes que se asoman a la historia, algunas como meros voyeurs y otros como protagonistas de los incendiarios textos del estudiante. Un montaje que habla del placer de observar, de cotillear las vidas ajenas, pero también de lo peligroso que puede llegar a ser el inmiscuirse más de la cuenta en las vidas ajenas, el peligro de discernir la realidad y lo imaginado. Una demoledora reflexión sobre la familia, la educación, las relaciones personales y la sociedad tan invasiva en la que vivimos. Un interesante ejercicio de voyeurismo al que nos invita el autor, para conocer esta sórdida relación que se va tensando en cada escena, hasta acabar desbocada. Muchos temas sobrevuelan la obra, desde los más evidentes, como puede ser la educación, las relaciones de dependencia que se van creando, o la importancia de la familia, subyacen otros como la dificultad para relacionarse de los jóvenes, los límites de lo correcto o la delgada línea que separa (en la cabeza del protagonismo) la realidad de la imaginación, o lo que sería lo mismo, la cordura de la locura. Todo ello con la literatura como telón de fondo.


Esta intensa relación protagonizada por Germán y Claudio, es el eje de la historia, y en este montaje se convierte en un asombroso duelo interpretativo entre Alberto San Juan y Guillem Barbosa. El papel de Claudio lo interpreta de forma impecable Guillem Barbosa, al que vemos transformarse a lo largo de la obra, de un callado y tímido estudiante a un desatado escritor egocéntrico y desquiciado en la búsqueda de completar su gran obra. El impresionante despliegue físico que despliega el actor va deformando al personaje, consiguiendo que veamos esa dualidad que tiene en su interior. Una interpretación descomunal, en la que nos regala un personaje cargados de matices, en el que se van mostrando las distintas capas en una mutación cargada de fuerza y de verdad en la interpretación.

Por su parte Alberto San Juan nos ofrece un muy convincente Germán, que se ve atrapado en la tórrida aventura que le propone su alumno. El actor despliega una actuación estratificada, en la que se diferencia un tono entusiasta al compartir los escritos con su mujer que contrarresta con el autoritarismo con el que trata a Claudio para intentar contener sus aires de grandeza. Un personaje que sufre en su trabajo hasta que descubre este diamante en bruto, pero al que se le acaba desbocando una situación que no controla. La obsesión por el alumno y sus textos le llevan a desproteger su propia vida, a su mujer y su trabajo. El trabajo de San Juan es impecable, vemos su angustia en todo momento, sufrimos con él y gozamos al verle leer los textos. Vemos como se ve abocado a un callejón sin salida al que él mismo se ha dirigido de forma inconsciente. Un personaje que San Juan moldea con mimo, para que veamos su constante evolución.


Por lo que respecta al resto del elenco, todos están a gran nivel. La familia protagonista de los textos de Claudio la forman Arnau Comas, Pilar Castro y Willy Toledo, mientras que Natalie Pinot da vida a la mujer de Germán, una dependienta de una galería de arte al borde del despido. Arnau Comas aparece como la antítesis del personaje de Claudio. Un chico alegre y extrovertido, con ciertos problemas para las matemáticas pero con grandes dotes en filosofía. Gran trabajo de Comas como apoyo, compañero y posterior enemigo de Claudio, un personaje muy emocional, que defiende lo suyo por encima de todo.

La pareja formada por Pilar Castro y Willy Toledo es una caricatura de un matrimonio de clase media, que ambos saben estereotipar de manera fabulosa. Castro nos muestra a una mujer compungida, asqueada con su vida, que destila un tono melancólico que nos duele. Medida y calculada interpretación que desde la mesura consigue transmitir la grotesca huida hacia delante en la que se encuentra su personaje. Por contra su marido, al que da vida Toledo, vive en su mundo, atrapado por su trabajo e intentando proteger a su hijo. La mofa que hace el actor de su personaje es brillante, ya que nos enseña a un hombre muy reconocible, que da lástima por su lejanía con su realidad más cercana. Por último, Natalie Pinot interpreta de forma impecable a la mujer de Germán, una mujer que intenta salir a flote de dos situaciones que la superan, su trabajo y la espiral en la que ha entrado su marido. La templanza con la que la actriz plantea su personaje es un contrapunto necesario en la obra. 



El montaje se apoya en la onírica y elegante escenografía diseñada por Beatriz San Juan, que crea un telón de gasas móvil como elemento principal, que será pieza clave en la obra, dotando a cada escena de un halo especial. También ayuda a potenciar el carácter sórdido y tenebroso de la historia la iluminación de Marc Salicrú, con una interesante iluminación desde la parte posterior del escenario que enfatiza la presencia del telón de gasa blanca. Todo esto apoyado por un embaucador espacio sonoro, diseñado por Jaume Manresa, que envuelve todo el montaje. Por último debemos hablar del vestuario creado por Miriam Compte, que crea las distancias, dentro de la estructura social, de los distintos personajes.


Una obra descomunal, que cumple las grandes expectativas que había levantado por su equipo artístico. Un texto demoledor, una dirección valiente y acertada y unas grandes interpretaciones, que consiguen un conjunto primoroso, en el que nos sentimos angustiados e implicados, gozosos y asustados, abrumados y asombrados. Una obra misteriosa, comprometida, crítica, emocional, catártica, desgarradora. Una joya que se debe degustar con todos los sentidos. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: María Guerrero
Dirección: Calle Tamayo y Baus 2.
Fechas: Del 14 de Octubre al 8 de Noviembre. De Martes a Domingos a 20:00.
Entradas: Desde 5.50€ en entradasinaem. Encuentro con el público Jueves 22 de Octubre. Funciones accesibles el jueves 5 y el viernes 6 de Noviembre.

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