Teatro. Déjà Vu. Teatro Fernán-Gómez

 Lo vivido el pasado viernes en la sala del Fernán-Gómez quedará en mi memoria por mucho tiempo. Hay obras que tienen algo especial, pero en el caso de esta creación quedas absorto desde el principio al final, no quieres pestañear para no perderte nada, no quieres respirar para no romper la magia. Un espectáculo vibrante, portentoso en lo físico, de una belleza singular, capaz de hacerte reír, de emocionarte, de vibrar, de hipnotizar. La elegancia de este montaje, de principio a fin, es maravillosa. Todo lo visto suma, no hay un solo segundo que pienses que se podría evitar, todo encaja con la precisión de un reloj bien diseñado.





Tengo que reconocer, avergonzado, mi ignorancia. Desconocía lo que iba a ver, no había leído ni visto ningún espectáculo de la compañía, y me aventuré a acudir a la obra más por la belleza de las fotos que me adjuntaron del teatro que por la información previa que pudiese tener. No se si eso habrá que tenido algo que ver, pero mi sorpresa con todo lo que descubrí fue una maravilla, disfruté como un niño con cada gesto, cada pirueta, cada escena llena de plasticidad y fuerza. Una obra de una plasticidad abrumadora, de una belleza portentosa, de un ingenio brillante.



Esta producción de la Compañía Manolo Alcántara y el Festival Grec de Barcelona es un viaje onírico, que va enredándose en si mismo, creciendo conforme avanza, hasta alcanzar cuotas majestuosas. "¿Te imaginas que Bartleby, el escribiente, se encontrara de repente inmerso en el mundo fabuloso de "Alicia en el país de las maravillas"?" esto es lo que propone su creador Manolo Alcántara en este maravilloso viaje, en el que acompañamos a un antihéroe para descubrir "la distancia entre las personas y sus sueños, de lo que es y lo que le gustaría ser". Un bello recorrido por lo más profundo del alma humana, marcando la mecanización de la vida y los problemas a poder salirse de lo establecido.



Manolo Alcántara es el creador y director de esta sublime maravilla. Artista total, suyos son montajes como "Locomotivo", "Plecs" o "Rudo", ambos dirigidos junto a Xavi Erra. En este primer proyecto a los mandos en solitario, crea un fabuloso mundo lleno de magia y caos, en el que la realidad y la ficción se entrelazan, lo cotidiano da pie a lo excepcional, y en el que hace verdadera poesía con las coreografías que crea. Creador autodidacta, se considera "más artesano que artista", lo cual se destila en este montaje, tratado con mimo como si hubiese salido de un taller. Alcántara concibe "los espectáculos totalmente desde la intuición, el juego y la curiosidad (lo que me lleva a pensar, a veces, que no se nada sobre circo). Acepto el riesgo del circo y lo transformo para compartirlo con el público". Además de sus espectáculos propios ha participado en montajes como "Wasteland", "ART", "El Col.leccionista de Paisatges" o "PAS".


Este constructor de estructuras, manipulador de objetos, es "un animal de circo" como él mismo se define. Tras media vida buscando su propia identidad creativa, se ha convertido en todo un referente por su manera de crear tan personal, con unos espectáculos de circo que mezclan el teatro con las disciplinas propias del arte circense. A día de hoy, su singularidad le ha hecho hacerse con un nombre entre los grandes del circo contemporáneo, desde que en 2001 presentara "Genuinos imperfectos", su primer proyecto. "En mi cabeza entran muchas ideas. Muchas se quedan muy poco tiempo y se van. Pero la que se queda y ya alguna noche no te deja dormir..." así define este artista su peculiar manera de crear, lo que le lleva a espectáculos muy complejos y personales.

Este proyecto nace como un intento de dar vida a la obra fotográfica de Chama Madoz, pero por el camino se transformó en "un espectáculo de circoen el que hay mucho teatro, música en directo, cante, actuación, títere, movimiento...". Tan visual como las fotografías de Madoz, este espectáculo sin texto en un precioso alegato de humanidad, difuminando los límites entre la realidad y los sueños, entre la verdad y la impostura. Una preciosa historia barnizada por un punto de melancolía, mucha ternura y una gran dosis de humor. Todo ello tomando como referente a Bartleby, el escribiente. El autor "quería reflejar que cuanto más grande es la diferencia entre una persona y lo que quiere ser, más difícil lo tiene para ser feliz".



El montaje nos habla, de una manera muy poética, de la distancia entre lo que una persona es y lo que sueña, de la realidad frente a lo que uno desearía ser. Los sueños, que siempre se asocian a la grandeza, suelen ser bastante inalcanzables, lo que lleva al protagonismo a la desesperación y el desánimo. Visualmente portentoso, este espectáculo nos lleva por la vida de este antihéroe a través de sus peripecias, desde su dificultad para despertarse, hasta sus problemas en la oficina, con especial relevancia a su relación con un "inquieto" bombín. Acrobacias impresionante, coreografías imposibles, trucos de prestidigitador, todo cabe en este gran espectáculo sazonado con dosis de exquisito humor. La realidad se distorsiona en este particular universo en el que nada es lo que parece y el espacio se estira y encoje para moldear la realidad y la fantasía al antojo del autor.



La poderosa presencia de Manolo Alcántara a lo largo de todo el montaje es toda una lección de plasticidad en los movimientos, de agilidad, de control corporal, haciendo de su cuerpo un lienzo que moldea a su gusto para crear momentos indescriptibles. Por momentos nos recuerda a los maestros del humor del cine mudo. Muy presente "Tiempos modernos" de Chaplin en la secuencia de la oficina, pero el propio Alcántara nos recuerda a Harold Lloyd con sus movimientos imposibles (recordando películas como "El hombre mosca") y su gesto impertérrito, o al "pesimista" Buster Keaton con sus muecas y su mala suerte constante. Un artista total que se moldea y se muestra para conseguir que cada momento sea único, como una de las instantáneas con las que Madoz mezcla la realidad con su particular visión del mundo.



Junto al gran Alcántara aparecen en escena Laia Rius y Andreu Sans. El primero es la sombra del autor en una escena prodigiosa con una coreografía tan precisa como divertida. A lo largo de la obra interpreta otros pequeños papeles, en los que se deja la piel y demuestra su control del cuerpo, así como su plasticidad. Laia Rius es la encargada de poner el sonido al montaje. Con su prodigiosa voz nos deleita con preciosos momentos musicales, a los que añade el tocar en determinados momentos algún instrumento musical (prodigiosa la escena con ella al violín). Rius da vida también a personajes secundarios que se cruzan por la vida del protagonista. Es la encargada de toda la composición musical que envuelve toda la pieza.
 


Por último debemos hablar del títere creado por Toni Zafra, que nos deleita con una escena llena de ternura. Como la imagen del protagonista en un mundo paralelo, el títere se presenta ante nosotros con extrema timidez, y en cuestión de segundos conquista a todo el patio de butacas. Unos segundos son suficientes para que este entrañable ser capte la atención de todo el montaje a la vez que se hace un hueco en esta crónica, ya que protagoniza un paréntesis en la obra de gran belleza.



Todo en este montaje es impredecible y visualmente impactante. La escenografía diseñada por el propio Manolo Alcántara (y construida por Eduardo Fernández y la Compañía de Manolo Alcántara) es una caja de sorpresas que se va desplegando ante nosotros como un gran desplegable que nos va descubriendo en cada gesto un nuevo secreto. Plagada de escondites y de lugares que no parecen lo que son, la propia historia nos va sorprendiendo con los distintos "regalos" que van apareciendo en escena. Impecable el diseño de iluminación de Ivan Tomasevic (responsable también del sonido) que da el tono preciso a cada escena. El ingenioso vestuario de toda la obra ha sido creado por Rosa Solé, mientras que los elementos de atrezo y los acabados pictóricos han sido realizados por Xavi Erra.


Impecable, prodigiosa, bella y divertida. Poco más podemos decir de un montaje que nos cautivó de principio a fin, que nos dejó un hondo calado, y que nos reconcilió de nuevo con los espectáculos multidisciplinares. Una pieza maravillosa que la única pega que se le puede poner es que haya estado tan poco en la cartelera madrileña. Esperemos que no tarde mucho en volver para hacer disfrutar a todos los que se acerquen a verlo. VOLVAMOS AL TEATRO. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Fernán-Gómez
Dirección: Plaza de Colón 4.
Fechas: Del 18 al 20 de Diciembre. Viernes y Sábado a las 20:30. Domingo 19:30.
Entradas: Desde 14€ en teatrofernangomez.

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