Teatro: El caballero incierto. Teatro Español

La dualidad de una personalidad compleja, abocada a lugares próximos a la locura en un intento desesperado por conocer su propia identidad y darse a conocer al resto del mundo. Una compleja historia que ahonda en temas tan dispares como el feminismo y los problemas psicológicos. Un poderoso thriller que nos tiene en tensión desde la primera escena, en un continuo ir y venir que nos descoloca para dejarnos atónitos ante el desenlace final.



Con el feminismo como telón de fondo, la historia nos plantea muchos temas según va avanzando la historia, con la siempre hipnótica presencia de Silvia de Pé en escena. Desde el primer instante, un halo de misterio sobrevuela la sala. No sabemos muy bien quienes son los personajes (o más bien lo que nos esconden) ni tampoco que papel jugamos nosotros, ya que el "diálogo" con el público es constante a lo largo de toda la obra. Inquietante y misteriosa, la verdad se nos va mostrando con cuentagotas, como quien deshoja una margarita para acabar descubriendo lo que depara el destino. Una minuciosa disección de cada uno de los personajes nos va mostrando con extremada precisión la relación entre ambos y su verdadera identidad, lo que colocará todas las piezas del puzle en su lugar tras un final poderoso.



La idea original de la propia Silvia de Pé ha sido llevada a escena por el Teatro Español y la productora Come y CallaLaila Ripoll ("El triángulo azul", "Cáscaras vacías", "Santa Perpetua") ha sido la encargada de crear este inquietante texto, basándose en uno de los personajes de la novela "La carne" de Rosa Montero. Una historia que se retuerce sobre si misma, que se nos muestra y se oculta, que quiere contar mientras necesita omitir. Un angustioso relato que va creciendo con cada giro inesperado, en el que cada paso parece que retrocedemos tres, en un ingenioso juego en el que pocas cosas son lo que parecen. Con muchos temas tocados de forma tangencial, el texto nos atrapa, nos zarandea, nos miente, para acabar sacando de la chistera el gran colofón final con el que todo encaja y convierte la pieza en una portentosa alegato feminista y de libertad individual. 





La ingeniosa dirección de Alberto Castrillo-Ferrer ("Cyrano de Bergerac", "Tristana", "Cabaré de caricia y puntapié" )y José Recuenco ("Los martes son míos", "El club") ayudan a crear esa incertidumbre que sobrevuela toda la obra. Escenas que transitan por distintos lugares, con ritmos muy distintos, cada una acorde con el personaje que en ella aparece y sus particularidades, las cuales se van acentuando a lo largo de la historia. Los directores consiguen crear inquietud desde el misterio, desasosiego por la actitud de los personajes, angustia por el misterio, pero también nos regalan momentos relajados de aparente comedia para "relajar los ánimos" en momentos puntuales. El conjunto es directo, contundente y muy efectivo.




La novela de Rosa Montero dista mucho de la obra de la que estamos hablando, ya que el texto nace de uno de los personajes de una de las novelas más personales de la autora madrileña. La novela transita temas que aparecen en la obra, como pueden ser el paso del tiempo, el miedo a la muerte o el fracaso, pero también nos habla de la necesidad de amar (en el caso de la obra de una forma obsesiva), de la tiranía del sexo, "de la vida entendida como un lance fugaz en el que devorar o ser devorado". Estas últimas palabras son las más precisas para describir el texto de Ripoll, una lucha encarnizada por conseguir avanzar, huyendo de los miedos para no ser devorado mientras se intenta llegar a todo aquello que siempre ha anhelado. Una lucha interior que duele, que trastorna, que lleva a lugares oscuros de los que es muy difícil salir ileso.




Esta obra no deja ser una diamante en bruto escondido dentro de la novela, a la que Silvia de Pé de Laila Ripoll han conseguido dar forma y convertir en el descomunal texto con el que sorprenderán a todo el que acuda a ver la obra. La historia nos habla de Josefina Aznárez (personaje descomunal, por lo que da y por lo que nos oculta), una mujer que quiere escribir pero en la época en la que vive eso no es posible. Un destino que cambiará radicalmente el 3 de Noviembre de 1893, tras la tragedia del barco "Cabo Machichaco". Este es el punto de partida que utiliza Ripoll para escribir este angustioso monólogo, en el que la protagonista se muestra ante nosotros de muy diversas maneras y estados. En su búsqueda continua por lograr sus sueños será capaz de cualquier cosa para conseguir no desaparecer nunca.



Este mágico personaje, que nos hará transitar lugares ambiguos, escenarios lúgubres para mostrarnos su historia, es de una complejidad impresionante, con miles de capas que Silvia de Pé ("Desengaños amorosos", "La comedia de los enredos", "Pudor", "Crímenes de andar por casa") consigue ir descubriendo sigilosamente, en una actuación prodigiosa y cargada de emoción. La interpretación de la actriz está plagada de matices, de momentos brillantes, de un despliegue impresionante de recursos en el que da una auténtica lección de interpretación. Crea dos personajes casi antagónicos con una firmeza que nos cuesta pensar que sea una sola persona la que da vida a ambos, con una precisión milimétrica a la hora de marcar las distintas características de uno en contraposición al otro. 

Silvia de Pé hace un trabajo preciso en la creación de este personaje maldito como es Josefina, una mujer condenada a vivir en la sombra y a no poder cumplir sus sueños, una luchadora que nos recuerda a María Lejérraga, Hildegarda de Bingen o George Sand. Una mujer que lucha contra su destino, que se revuelve ante lo injusto, que lucha por conseguir sus sueños y que el hecho de ser mujer no sea un impedimento para lograrlos. Una heroína que no quiere vivir en la sombra, que siente la necesidad de ser conocida por lo que hace, sin tener que esconderse a la sombra de ningún hombre.



Todo esto viene acompañado de un sugerente espacio escénico diseñado por Anna Tusell, que desde su aparente elegancia esconde un halo de misterio que lo engloba todo. La utilización de las cortinas como elemento de acompañamiento, tanto de la escena como para separar las diferentes escenas, se convierte en un ingenioso recurso que acaba siendo fundamental en el montaje. Este ambiente que deambula entre el misterio y lo onírico está perfectamente definido por la iluminación creada por Juan Gómez-Cornejo, que proporciona a cada escena un interesante juego entre la luz y la penumbra, muy necesario para el tono de la historia. Todo queda envuelto por el poderoso espacio sonoro de David Angulo (responsable también de la música que inunda toda la obra). Por último hay que hablar del cuidado vestuario diseñado por Arantxa Ezquerro, que ayuda a ese misterioso juego de identidades.


En definitiva, estamos ante un gran montaje, una obra reivindicativa que habla de esas mujeres valientes, que lucharon por no ser silenciadas y olvidadas. Una historia que habla de todas esas mujeres que no podían cumplir sus sueños, de todas las que tuvieron que vivir a la sombra de sus maridos, del lugar que debieron ocupar y que la sociedad no les dejaba. Una obra poderosa en lo visual y contundente en el contenido. Todo esto coronado por una Silvia de Pé de dulce, que nos descoloca de principio a fin, con una actuación que se recordará por mucho tiempo. La escena final, sin querer hacer spoiler de ningún tipo, es brutal. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Teatro Español
Dirección: Calle del Príncipe 25. Plaza de Santa Ana.
Fechas: Del 12 de Enero al 7 de Febrero. De Martes a Sábados a las 20:30. Domingo 19:30.
Entradas: Desde 13,50€ en teatroespanol.


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