Hay pocos montajes tan longevos en la historia del teatro. Y no creo que haya personajes que hayan marcado tanto la carrera de una actriz como ocurre con Lola Herrera y Carmen Sotillo. Estamos ante un acontecimiento histórico, que no por repetido deja de ser necesario. Una temporada más podemos disfrutar de uno de los monólogos más conmovedores que se pueden disfrutar en teatro, una delicia.
Miguel Delibes publica en 1966 Cinco horas con Mario, han pasado más de 50 años desde la publicación de una de las más importantes novelas en lengua castellana del siglo pasado.
Cuando muchos de nosotros no habíamos nacido aún o cuando todavía no había caído en nuestras manos como una de las lecturas “obligadas” en el colegio, Lola Herrera recorría medio mundo interpretando a Carmen Sotillo. La obra se estrenó el 26 de noviembre de 1979 en el Teatro Marquina de Madrid.
Es evidente que pocos casos encontramos en el teatro español de semejante vínculo entre una obra y una actriz, cuando pensamos en "Cinco horas con Mario" irremediablemente pensamos en Lola Herrera. Cuando Delibes escribió la novela decidió que el protagonismo recayera sobre Carmen con el objeto de superar la censura. Frente a Mario un catedrático de instituto, un intelectual con un pensamiento muy progresista para la época optó por poner el foco en Carmen, una mujer de la época, conservadora, la persona en la sombra, siempre detrás de su marido. Una señora de clase media, acomodada en su rol de ama de casa y madre.
La obra se inicia con los rumores y comentarios de las personas que se encuentran en el velatorio de Mario, fallecido inesperadamente en Marzo de 1966.
Una vez que las últimas visitas y familiares se han ido, Carmen Sotillo -su viuda- se queda sola junto al cadáver de su marido. Durante cinco horas inicia un monólogo donde nos va descubriendo lo que fue su vida juntos, sus recuerdos, sus conflictos y sus frustraciones.
De un modo pausado, prestando especial atención en los pequeños detalles y con determinadas anécdotas repetidas en ciertos momentos de la obra, Carmen nos cuenta - le cuenta a Mario- determinados pasajes de su vida en común, como los vivió élla. Así, vamos conociendo situaciones que hoy nos pueden parecer sorprendentes (“para que va a estudiar nuestra hija”) pero que eran muy frecuentes en la época en que la novela fue escrita.
Una mujer que aparentemente decidió la vida que iba a vivir, pero que a lo largo de su monólogo cada vez nos va mostrando de una manera más clara que no fue una decisión libremente tomada. Por el contrario, nos transmite que durante todo ese tiempo nunca llegó a superar la sensación de haber renunciado a una vida mejor (a lo largo de la obra cuenta en varias ocasiones los distintos pretendientes que tuvo y rechazó antes y después de casarse con Mario).
Como decía anteriormente su marido fue un intelectual, que luchó contra los convencionalismos de la sociedad que le tocó vivir, no buscó nunca la riqueza ni los lujos, que no cayó en el consumismo fácil y que “arrastró” a esa vida austera a toda la familia. Todas estas cosas nunca las llegó a entender Carmen que como indica en un momento de la obra siempre tiene presente lo que le inculcó su madre “una mujer tiene que saber pisar , mirar y sonreir”. Una de las múltiples cosas que le reprocha a Mario es no haberse comprado un Seat 600, un coche que todo el mundo tenía.
A lo largo de su monólogo se nos va mostrando a una mujer frustrada, encerrada entre las cuatro paredes de un matrimonio que claramente no funcionaba, con una vida que en ningún caso es la que había soñado y aunque aparentemente se había resignado a vivirla encuentra en ese velatorio una válvula de escape para transmitirnos toda su tristeza, su amargura e infelicidad.
Todo ello nos da una idea de cual era el futuro que le esperaba a las mujeres de la época de cara a la sociedad, porque como le deja claro a Mario en innumerables ocasiones a lo largo del monólogo, en su día a día esperaba que en el interior de su hogar la vida, sus hijos, la educación, las relaciones sexuales….fueran otra cosa.
Las confesiones en la intimidad de Carmen al cadáver de su marido, poco a poco se van convirtiendo en una serie de reproches que la ayudan a desahogarse y sobre todo a reconocerse a si misma que Mario no le “dio” en ningún momento la vida que siempre había soñado.
Lola Herrera resumió a la perfección la obra “Empecé a vislumbrar la “trastienda” de esta mujer, lo que ocultaba detrás de sus palabras. Carmen estaba llena de carencias, vacíos, frustraciones, soledad, sueños no realizados...”
La dramaturgia es la adaptación del texto del propio Miguel Delibes junto con Josefina Molina y José Sámano, los mismos que adaptaron la obra y le estrenaron en su momento.
Si algo logra el texto es que nos cuenta como era la vida de las Carmen de aquella época con una dulzura agria, con delicadeza y con bastantes dosis de humor. El contraste entre la España de los años 60 y la de hoy se refleja en las risas que provocan determinadas escenas -algunas muy dramáticas- impensables en el momento de su estreno.
La escenografía de Rafael Palmero, austera y sobria nos presenta un pequeño aparador, varias sillas y el féretro donde descansa Mario, suficiente, Lola Herrera dando vida a Carmen, un personaje aparentemente frágil y vulnerable lo llena por si sola.
Teatro: Teatro Bellas Artes
Dirección: Calle del Marqués de Casa Riera, 2,
Horarios: De martes a viernes a las 20:00h. Sábados, domingos y festivos a las 19:00h
Precios: Entradas en Teatro Bellas Artes. Patio de butacas: 28,00€. Anfiteatro: 24,00€. Precios reducidos los martes y miércoles.
Reparto
Lola Herrera
Ficha artística
Texto: Miguel Delibes
Adaptación: Miguel Delibes, Josefina Molina, José Sámano
Escenografía: Rafael Palmero
Iluminación: Manuel Maldonado
Técnico de iluminación/sonido: Alfredo Guijarro
Música: Luis Eduardo Aute
Fotografía: Daniel Dicenta
Diseño Gráfico: David Sueiro
Productores: Nur Levi
Coordinación de producción: Marta Fonseca
Secretaria de producción: Eli Zapata
Distribución: Pentación Espectáculos
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