Teatro: Yo soy el que soy. El Pavón teatro Kamikaze

 Sensaciones encontradas en la que fue mi última visita al que ha sido mi Teatro de referencia durante los últimos cinco años. Llego al Pavón Teatro Kamikaze con la pena de saber que será la última vez, pero con la emoción y el convencimiento de que, una vez más, veré algo especial que me llegará muy dentro. Prometo no emocionarme (aunque por momentos no puedo evitarlo) e intento disfrutar de esta despedida como lo he hecho cada vez que he venido a este teatro. Intento saborear cada paso que doy, procuro retener en mi mente cada imagen y cada rincón. Se agolpan en mi cabeza todos los recuerdos de las obras que he disfrutado (que han sido mucho) y llego a mi butaca resignado por la pérdida pero ilusionado de volver a disfrutar de una conmovedora y primorosa obra de teatro.




Como si de un réquiem o una misa funeraria se tratase, El Pavón Teatro Kamikaze baja el telón de forma definitiva con esta precisa y potente pieza musical. No se si de forma deliberada o no, pero encaja a la perfección con el estilo del teatro y la pieza nos duele y golpea como debe ser en la que será nuestra última visita a este lugar tan querido. Las lágrimas asoman, mezcla de lo que vemos en sobre el escenario y de las sensaciones encontradas por la pérdida de algo que hemos hecho nuestro. Una obra que nos pone los pelos de punta, la piel de gallina, nos hace valorar aún más la vida (especialmente importante en estos tiempos que corren).


Esta producción de la Fundación Arte que Alimenta nos narra en primera persona (en voz de la actriz y cantante Verónica Ronda) la historia del violinista Aaron Lee. El texto escrito por Zenón Reccalde (Director residente de "El Rey León" y responsable de éxitos como "¿Hacemos un trío?", "Póker de voces" o "High School Musical") y por el propio Aaron Lee, mezcla ternura y dolor, rabia y ambición, el amor por la música y el dolor de la incomprensión de unos padres que hicieron de su adolescencia un infierno. La obra es un grito de socorro, de reivindicación, una historia de superación, de supervivencia, de la continua lucha de un chico por reivindicar su identidad y buscar la aceptación.



Con dirección del propio Recalde y dirección musical de Gaby Goldman (director musical responsable de musical como "Billy Elliot", "West Side Story", "El cabaret de los hombres perdidos", "Frankenstein" o "Forever Young"), la obra transita entre el texto y la música de una forma cálida y sinuosa, como si nos estuviesen meciendo. Los duros golpes de la narración se entrelazan con las sublimes piezas musicales, en un continuo ir y venir de sentimientos contradictorios, que nos duelen y nos deleitan a partes iguales.


"Cuando tenía 15 años decidí que viviría hasta los 30. Mi vida gira en torno a la música y a la iglesia: el Violín y Dios. Del instituto al conservatorio, del conservatorio a los cultos, de los cultos a los ensayos y vuelta a empezar. 
Mis padres me notan raro. Me preguntan qué me pasa... Creo que me gustan los chicos". 



La historia de Aaron Lee es digna de alabanza. Una vida marcada por una familia que nunca le entendió y por su constante lucha por reivindicarse como lo que era, un prodigioso violinista gay. Nacido en Madrid, con orígenes surcoreanos, creció en el seno de una familia muy tradicional y profundamente religiosa. Sus padres (ella pianista, el director de orquesta) le inculcaron desde pequeño su amor por la música, quizás lo único bueno que han hecho por él. Desde los cuatro años comienza a destacar con el violín, que pronto se convertirá en su "amigo" inseparable, y el instrumento con el que transmitir todo lo que lleva dentro y no puede expresar con palabras.




Cuando decide contarles a sus padres que es homosexual, comienza su calvario. Tiene que huir de su propia casa y comienza un duro camino para conseguir ser el virtuoso que es hoy en día. En lo que parecía una reconciliación familiar, su padre le lleva engañado a su país natal, donde es secuestrado. Lo llevan a una isla donde es maltratado y denigrado por su orientación sexual. Consigue huir y comienza su odisea para poder reivindicar su arte. Llega a tocar en la calle, malvive de cualquier forma, pero consigue ser la persona que desea, llegando a ser un prestigioso violinista que no tiene que ocultar su homosexualidad.


Junto al propio Aaron Lee, comparten escenario Verónica Ronda, narrando en primera persona la historia, y Gaby Goldman al piano, acompañando las piezas musicales. Verónica Ronda ha sido una de las asiduas del escenario del Pavón Teatro Kamikaze con montajes como "Ricardo III" o "Ilusiones". También destacan sus trabajos en "Trilogía de la ceguera", "La casa del lago", "Danzad malditos" o "Mueblofobia" (por hablar solo de lo más reciente). En los próximos días podremos verla en los Teatros del Canal con "Histeria del arte" (también de la mano de Zenón Recalde y Gaby Goldman). En este espectáculo, Ronda nos deleita con una medida interpretación, sentida y dolorosa, como no podía ser de otra forma. La actriz muestra todas sus dotes, tanto artísticas como musicales, en una interpretación precisa y preciosa, cargada de sensibilidad y cariño.



La cuidada iluminación de David Picazo hace el resto, creando un ambiente de medida calidez, que por momentos se convierte en desgarradora frialdad. Un escenario vacío, con la única presencia del piano y un taburete sobre el que descansa Lee cuando habla Ronda, es todo lo que necesita este montaje, un lugar vacío, desnudo, que transmita de forma directa lo que quiere contar. El vestuario diseñado por Ana Garay ayuda a enfatizar esta sensación. En tonos oscuros los músicos, el único tono de luz lo aporta la camisa de la actriz, aludiendo a la luz que desprende el protagonista de la historia.


Y hasta llegó la maravillosa historia del Pavón Teatro Kamikaze, una de las más brillantes de los últimos tiempos. Unos años en los que nos han conmovido, emocionado, divertido, acogido como si llegásemos a nuestra casa (que fue en lo que se convirtió este teatro para muchos de los que amamos el teatro). Un triste final escenificado en este preciosa historia de lucha y superación, algo que siempre fue la seña de identidad del Teatro. Por último queremos dejar esta contundente frase del montaje que os acabamos de contar: "El sufrimiento en sí no hace madurar al hombre. Es el hombre el que da sentido al sufrimiento".

Hasta siempre Pavón Teatro Kamikaze, os seguiremos a donde vayáis. Esperamos que pronto nos volváis a hacer disfrutar, sea donde sea y en el formato que decidáis. Allí estaremos. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: El Pavón Teatro Kamikaze
Dirección: Calle Embajadores 9.
Fechas: Del 16 al 30 de Enero. 
Entradas: Desde 21€ en TeatroKamikaze

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