Una revisión de un clásico, una mirada a las entrañas de la propia creación, un viaje introspectivo a lo más profundo de nosotros mismos. Todo estos y mucho más nos propone este precioso montaje, lleno de ternura, de guiños a la poesía y al teatro, de abrazos a los miedos y a la vida. Es una pena que viajes tan sentidos y especiales como este duren tan poco en la cartelera. Una mirada diferente, una propuesta auténtica, un idilio entre el autor y la obra que analiza, que le lleva acompañando durante toda la vida.
Como siempre digo al comenzar una crítica sobre un montaje de Alberto Conejero, tengo que reconocer que no soy objetivo, hace mucho tiempo que me tiene ganado para la causa. En mi defensa diré que esa devoción se renueva con cada obra que veo de él. Me pasó esta temporada con "Paloma negra" y me ha pasado con "Esta primavera fugitiva", la sensibilidad que transite el autor me emociona, me enternece, me llega muy dentro. Su manera de contar historias, plagadas siempre de poesía, van más allá de la propia experiencia teatral, consiguen que vuelvas a casa con la satisfacción de haber disfrutado de algo único, de algo que te ha llenado y te deja hueco para la reflexión, pero sobre todo deja la sensación de haber presenciado algo lleno de belleza y ternura. Que conste que empecé diciendo que no soy nada objetivo con este autor...
Alberto Conejero ("La piedra oscura", "Todas las noches del día", "Los días de la nieve", "Paloma negra") dirige (con Mariana Kmaid-Levy como ayudante) y escribe, en colaboración con Julieta Serrano, Niñoz de Elche, Fernando Chinarro y Cabosanroque, su texto más íntimo y personal. El propio autor cuenta que "esta "Primavera fugitiva" (variaciones sobre "El príncipe constante) es una aproximación personal e íntima a algunos de los temas que orbitan en la obra de Calderón de la Barca: la fe (y su ausencia), la amistad, la fugacidad de nuestra carne y, por tanto, la necesidad de poesía y otras formas de transcendencia".
En lo que parece una vuelta de tuerca más en su, ya de por si singular, trayectoria, Conejero nos habla de sus miedos, de sus recuerdos familiares, de su relación constante con la poesía. Todo esto lo encaja perfectamente con la esencia de la obra de Calderón, obteniendo un resultado que "no sé si es exactamente una reescritura, una refundición, una pieza-paisaje o una conferencia-performática autoficcional. Nos hemos acercado desde el juego -desde su sagrada y responsable libertad- a un material tan infinito como lo es esta obra de Calderón". Podemos afirmar que el resultado ha sido contundente, emocionante, enternecedor.
El montaje se representa durante cinco días en paralelo a la representación de la obra "El príncipe constante" en la sala principal del Teatro de la Comedia. La obra entrelaza tres universos que recorren toda la obra: la obra de Calderón y la esencia de sus personajes, el montaje que realizó en su día Grotowski (a partir de la traducción al polaco de Slowacki y con el actor Ryszard Cieslak en el papel protagonista), y por último el mundo interior que recorre lo más íntimo de la familia de Conejero. Para él, "estas tres esferas coinciden en las páginas de un viejo ejemplar de "El príncipe constante" que encontré en casa de mis padres, lleno de anotaciones y subrayados".
Pero en esta espiral de mundos que se entrelazan también aparecen extraños personajes que sin haber conocido al autor le han marcado su vida. Este tierno y misterioso compañero de viaje que guía de forma indirecta toda la función, surge "porque entre las páginas del ejemplar que encontré en casa de mis padres, había una fotografía. Es de mi padre haciendo el servicio militar el Ceuta. Es Julio de 1978 y mi madre está embarazada de mi. En la fotografía, mi padre está acompañado de un amigo. Se llamó -se llama- Albert Sarri Mercader. Yo estoy a punto de nacer y tomaré su nombre...".
Con tintes de reescritura de la obra originaria pero con un trasfondo mucho más profundo. Los temas de la obra orbitan por todo el montaje, pero esos temas nos vinculan directamente con la vida del autor, usando paralelismos entre su propia familia, los personajes de la obra y el actor que hizo inmortal la pieza teatral. Con estos mimbres, el autor nos habla de temas tan profundos como el destino, la muerte, la amistad, el amor, Dios y por encima de todo la necesidad de la poesía para el ser humano. ¿Cuánta poesía le queda a nuestro mundo? ¿Quién la necesita? ¿Y cómo vamos a detenernos para poder encontrarla?
Esta pieza transita la realidad y la ficción con una soltura encomiable. Pequeñas piezas se van maclando para componer una visión global, tanto de la profundidad de la obra como de universalidad de los temas que en ella se tratan. Tomando como punto de partida (o como excusa) la obra original, Conejero nos sumerge en un universo muy personal, en el que con la pérdida de la confianza en las palabras se siente perdido. Una preciosa reflexión sobre la necesidad de la poesía como sustento para la vida. La inteligencia del autor para transitar estos tres mundos buscando sus puntos en común es sencillamente brillante.
En escena, junto al propio Conejero, podremos ver a José Troncoso ("La geometría del trigo", "Paloma negra", "Historias de Usera") y Susi Sánchez ("Los hijos se han dormido", "Espía a una mujer que se mata", "Mujeres soñaron caballos"). Como reconoce él mismo Alberto Conejero se interpreta a si mismo, o a uno de los posibles Albertos que cohabitan dentro de él. Por su parte, Troncoso y Sánchez dan vida a todos los personajes que van apareciendo a lo largo del montaje. Alberto asiste como espectador a las escenas esenciales de la obra original, a momentos con Ryszard Cieslak, incluso a momentos de la vida de su padre previos a su nacimiento.
Troncoso está divertido, sarcástico, enorme en el papel de padre. Pero también nos muestra lugares más oscuros cuando interpreta a Cieslak. Además de estos dos papeles tiene tiempo para recitar, hacer de maestro de ceremonias de la sesión de fotos, cantar y dar vida a personajes de la obra de Calderón. Una interpretación brillante en la que se nota la complicidad que le une con el autor jienense. Por su parte, Susi Sánchez esta infalible, como en todo lo que hace. Destila ternura, sobre todo cuando se mete en la piel del compañero de mili por el que el autor lleva su nombre. Las escenas que comparte con Conejero son heladoras. También hay que destacar su capacidad para mimetizarse, para mutar en distintos papeles, para dejarnos pinceladas brillantes en cada instante.
Acabaré de la misma manera que empecé, rindiéndome a la sensibilidad que transmite Alberto Conejero con cada nuevo montaje. Esta nueva propuesta, innovadora y valiente, le coloca en el centro de todo, expone sus miedos y sus anhelos. La manera de sacar la esencia de la obra original para adaptarla a sus propias inquietudes es una peripecia brillante, en la que se potencia aún más su capacidad de análisis y de creador poético. Ojalá esta pieza no se quede en estas cinco funciones y pueda ser exhibida más veces. El público merece conocer eso que lleva dentro el autor y nos ha mostrado con tanta valentía. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.
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Teatro: Teatro de la Comedia
Dirección: Calle Príncipe 14.
Fechas: Del 17 al 21 de Marzo. De Miércoles a Domingo a las 17:30.
Entradas: Desde 12.50€ en entradasinaem. Descargar Programa de mano.
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