Teatro: Las dos en punto. Naves del Español

El retrato de dos mujeres peculiares. Dos hermanas que trascendieron por ser diferentes, por vivir al margen de la sociedad, por ser fieles a si mismas. Un retrato de una sociedad (la gallega de posguerra) en la que todo resultaba difícil. Dos mujeres abandonadas a su suerte por las desgracias familiares y que sólo se tienen la una a la otra frente a la realidad dolorosa que les ha tocado vivir. Una pareja entrañable que nos robará el corazón desde el primer momento, para que les acompañemos en su peculiar paseo a "las dos en punto".




A mitad de camino entre el esperpento y el costumbrismo, esta obra en torno a la vida de las hermanas Maruxa, conocidas como "las dos Marías", nos enseña la particular personalidad de estas mujeres, como se protegen para hacer frente a una ciudad que las observa. Una cruda historia cincelada desde la más oscura de las comedias, que nos invita a ese paseo diario para descubrir el singular mundo de estas bufonescas hermanas, perdidas y desamparadas, como dos náufragos en la inmensidad de una ciudad que solo las empuja a escapar en busca del mar.


Esta coproducción de Octubre Producciones con el Teatro Español es una obra frágil, desde la vulnerabilidad que nos transmiten sus protagonistas. Unas hermanas que deambulan por la ciudad en su paseo diario, con unas manías y costumbres agudizadas por el paso de los años. Dos mujeres singulares que tienen una visión muy particular del mundo, ancladas en el mismo instante en que su vida cambió para siempre. Sus miradas, sus cotilleos, sus comentarios, nos llevan de la mano por el Santiago de los duros años de la posguerra, para transmitirnos el ambiente sórdido y oscuro que las cohíbe a cada paso.


El texto de Esther F. Carrodeguas es delicioso, conmovedor, de una ternura apabullante. Dos personajes perfectamente definidas, moldeadas desde lo grotesco para mostrarnos la ternura de dos mujeres que se acompañan desde la soledad de ambas, para poder sobrevivir ante la adversidad. La propia autora nos habla de su obra como "un ejercicio de justicia poética que suma a otros muchos que han ido dando luz sobre la vida de las conocidas Marías de Santiago de Compostela".

Carrodeguas habla de ellas con cierta admiración. "Tras su muerte en los ochenta, siguieron caminando en el imaginario colectivo. Y, en 1994, César Lombera las inmortalizó caminando en la Alameda compostelana: así fue como las conocí. Han caminado silenciosas día y noche desde entonces y ni la COVID-19 permitió que dejaran de caminar: fueron las únicas paseantes en las desiertas calles santiaguesas". La autora termina sentenciando "su terca presencia nos concede esperanza".



Natalia Menéndez ("El salto de Darwin", "Tebas Land", "El vergonzoso en palacio") dirige un montaje tierno y doloroso, lánguido y emotivo. La directora consigue crear un ambiente sórdido, oscuro (casi tenebroso) en el que estas dos mujeres se "esconden" tras su máscara de maquillaje. El ambiente que transmite todo la obra es el de un mundo áspero, violento, que les deja de lado mientras ellas intentan levantar la cabeza y seguir con sus paseos diarios. Menéndez ha moldeado dos personajes maravillosos, que consiguen transmitirnos toda la crudeza a la que se enfrentaban dos mujeres solas y "rojas" en los grises años de la dictadura franquista. Ellas son el punto de color en un mundo castigado por la soberbia y bajo en yugo de la dictadura. 

La directora cuenta que con esta obra "entramos en un terreno poético sonoro o, como dice la autora, una fantasía terrorífica; una tragicomedia de dos mujeres que sufrieron ser efectos colaterales de la guerra. Pese a su desdicha, ellas buscaron la manera de mantenerse dignas, de no ser sumisas, de no avergonzarse y de no ocultar quienes eran. Fueron grandes costureras, pero la guerra civil truncó sus carreras. Ellas caminan con un aire infantil, insolentes, orgullosas, estrafalarias, singulares y maquilladas en extremo. Se convierten en bufonas de una sociedad que se ríe de ellas y con ellas, y nos cala más hondo. Entendemos que esto que les pasa les ha sucedido a millares de mujeres en el mundo y que, al concretar, esta historia se hace más universal".



La historia nos sitúa, como ya hemos dicho, en las calles de capital gallega en los años de la dictadura. Maruja y Coralia Fandiño Ricart son dos mujeres golpeadas por la guerra (donde perdieron a toda su familia) que intentan sobrevivir en un mundo hostil que las tilda de putas, de locas, de rojas, que las excluye. Pero ellas, lejos de esconderse, salen cada día a las dos en punto de la tarde a dar su paseo diario por las calles de la ciudad. Coquetas y estrafalarias, se maquillan y se visten con sus mejores galas para un ritual que repiten cada día, a la misma hora, por las mismas calles por las que la gente les increpa y las mira con extrañeza. Una obra áspera, íntima, que nos deja entrever una historia marcada por la crueldad de un pueblo ante estas mujeres desamparadas. Un cuento impregnado de violencia institucional, política, social, machista. Un reflejo de una sociedad que golpeaba con dureza a los que no se amoldaban a sus ideas.


Pese a todo lo que les rodea, ellas se mantienen firmes e intentan hacer su vida, sin hacer mucho caso a los comentarios de la gente. Su vida es una muestra de superación, de valentía, de coraje, de lucha (consciente o inconscientemente). Ellas siguieron su camino con la cabeza alta, con la dignidad propia de quien sabe que lo ha perdido todo pero que al menos sigue viva. Es relevante como a lo largo de la obra ellas se muestran felices con su caminar, en un intento de mantenerse vivas en un mundo marcado por el dolor y la muerte. Ellas siguieron caminando, nadie les impidió que disfrutaran de ese pequeño momento de felicidad. Pasearon bajo el sol y la lluvia, recorrieron las calles sin importarles las miradas de reproche ni los insultos. Consiguieron ser fieles a si mismas y que nadie les quitase lo único que les quedaba en la vida, sus paseos a las dos en punto.


Y ellas son las inconmensurables Carmen Barrantes ("Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban)", "La extinta poética", "Golfus de Roma") en el papel de MarujaMona Martínez ("Rinoceronte", "Las Bárbaras", "Oscar y Mami Rosa") dando vida a Coralia. Las dos están impresionantes en sus creaciones de las dos hermanas. Cada una de ellas explora lugares diferentes para construir unos personajes cargados de matices, de aristas, de singularidad. Un trabajo impecable de creación de personaje, que ya desde el inicio de la obra nos deja perplejos.

Pero las interpretaciones de las dos actrices van mucho más allá. Carmen Barrantes vuelve a demostrar su facilidad para la comedia ácida, con un abanico de muecas y gestos insuperable. Su Maruja es posesiva, impulsiva, gruñona, pero de una fragilidad que nos atraviesa. Portentosa interpretación en el que hace un despliegue de su infinidad de recursos. Por su parte Mona Martínez esta descomunal en su interpretación, transitando inhóspitos lugares que la llevan desde la caricatura más tierna a la locura más desgarradora. La evolución de su personaje es una auténtica montaña rusa, que se va desbocando conforme avanza la obra. Martínez nos regala una Coralia inocente, risueña, boba, servicial, que vive bajo el cobijo de su hermana. Impecable en todo momento, su interpretación, al igual que el personaje, va creciendo hasta adueñarse de la escena.



Toda la historia se desarrolla en el gris espacio escénico diseñado por Elisa Sanz (encargada también del "pintoresco" vestuario). Un lugar que transmite a la perfección toda una época y que juega con unas plataformas móviles en las que las protagonistas van de paseo. Un espacio áspero, ambiguo, que se va diseccionando conforme avanza la historia y las mujeres deambulan por los distintos lugares por los que transcurre la historia. Para crear este sórdido ambiente por el que se mueven las actrices, es imprescindible la cuidada iluminación creada por Juanjo Llorens, que transita por la penumbra con maestría. Todo ello se complementa con las proyecciones de vídeos de las actrices e imágenes de las hermanas reales. Este interesante "apoyo" audiovisual ha sido creado por Álvaro Luna. Por último hay que hablar de la responsable del movimiento escénico, Mónica Runde, pieza fundamental en esta historia que transcurre en un continuo pasear.


En resumen, estamos ante una obra singular, por su concepción de pieza mínima y por el mundo del que habla. El universo de estas dos mujeres apartadas de la sociedad, que sobreviven con la ayuda de los vecinos e intentan mantener intacta su integridad. Fieles a si mismas pese a los duros golpes que les ha dado la vida, pasean con la cabeza alta, con la sencillez de quien sabe quien es y la rotundidad de saber como debe actuar. Una delicia que nos hará reír pero también nos pondrá un nudo en la garganta. Porque así eran ellas, singulares y conmovedoras. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA.

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Teatro: Naves del Español
Dirección: Paseo de la Chopera 14.
Fechas: Del 22 de Abril al 23 de Mayo. De Martes a Domingos a las 19:00.
Entradas: Desde 15€ en NavesMatadero.


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