Teatro: Don Juan grandes éxitos. Teatros Luchana

Allá por el mil seiscientos y pico, un tal Moliere, basándose en El Burlador de Sevilla y convidado de piedra de otro tal Tirso de Molina, escribió esta tragicomedia en cinco actos. Un Don Juan infiel, seductor, blasfemo, valiente, hipócrita, cínico, noble, CONQUISTADOR. Le interesa el galanteo mujeril, seduce, conquista y abandona a las mujeres tan pronto como las goza. La adrenalina este señor la tiene por las nubes, con lo cual los desafíos le encantan (y no precisamente una habitación de escape). 




Cuando Moliere escribió esta obra, se produjo una gran polémica entre acólitos y críticos, apareciendo como una apología del libertinismo. La obra sufrirá desde su segunda representación un ataque en toda regla. Se “pide” al autor que suprima algunas escenas y diálogos que se mofaban de la religión. Sólo conseguirá publicarla en 1682 y en versiones censuradas. Habrá que esperar hasta 1884 para poder ver la representación en su versión original. 



La intención del autor era ofrecer una reflexión sobre el libertinaje y sus excesos. Moliere es partidario del libre pensamiento, pero respeta la religión. Ataca la hipocresía desde todos los campos, la del devoto y la del libertino, con una moraleja final que no desvelamos. Y tras este breve introducción histórica, nos adentramos entre tiras de plata con estos grandes éxitos de Don Juan, cara b. Cual cinta de los 70 de varios


Y Los Teatros Luchana nos ofrecen una composición teatral fresca, divertida, reflexiva también. Un devenir de acontecimientos en este arquetipo de la desmesura que es Don Juan, al que odiamos, amamos, comprendemos, detestamos… un batiburrillo de emociones el que nos despierta este personaje tan universal como caduco y vigente a la vez. 



El argumento es el mismo en esta brillante adaptación de Manu Báñezque también dirige, y que tan bien nos relata en un monólogo disparatado a modo de presentación. Lo que cuesta montar algo. Y si es de calidad, como es el caso, más. Nos encontramos en los 70 en España, en plena transición, donde Don Juan, noble español, viaja a Andalucía con su fiel criado Sganarelle. En un primer momento, su objetivo es raptar a una hermosa joven, pero allí, en estas tierras morenas y cálidas, una serie de acontecimientos hará que su viaje se torne de todo menos plácido. 


Parece que el desenlace será uno, pero Don Juan tiene un plan. Este delicioso montaje, con sus idas y venidas pre, durante y post (de quinteto a cuarteto) nos ofrece una interesante visión del mito de Don Juan, de su lógica vital, de su insolencia y voluntad de quebrantar todas las reglas sociales existentes, y como no, de la libertad. “Usted es Don Juan. Al final eso es lo que la gente espera”. El carpe diem sin miramientos. Caiga quien caiga. Y encuadrado en una etapa de este nuestro país donde se empezaba a abrir al exterior, con unos interiores aún sólidos, costumbristas y tan caducos y tan actuales como este nuestro personaje. 


Con una ruptura desde un primer momento de la cuarta pared, el público se introduce en la obra como un personaje más, como un Don Juan apuesto, burlesco, que se ríe de sí mismo también , o un Sganarelle juicioso, o una doña Elvira anulada, o una muchacha del sur que sucumbe ante las galanterías de los de la capital. Un ambiente familiar para disfrutar de la velada, entre canción y canción, entre guiño y guiño, entre mirada y mirada. 


Hablemos del elenco. Manu Báñez, como autor, dramaturgo y director de la obra, nos seduce desde el inicio, nos lleva con él en su viaje de cómo empezó todo. Con una mirada directa, sincera, entrañable. Nos presenta a un Sganarelle campechano, reflexivo, inteligente. El contrapunto de un Don Juan que humaniza y tinta de comicidad a una obra que de otro modo sería de otro color. Tiñe de colores el escenario, con sus acordes nos va llevando a un personaje que vive por y para su señor, aún en esa época. Personaje un tanto anulado, que busca escapatorias vitales, puntuales, espontáneas, dotando a sus actos de una verdad tan natural como su visión de la vida. 

Andrea Soto, Doña Elvira, profesora de canto también, nos presenta a una mujer angustiada por la vida, enamorada perdidamente de un personaje que ni la quiere ni la respeta. Ella lo sabe, pero no puede remediarlo. Nos transporta su angustia, su tristeza, su conmoción ante un anhelo inalcanzable. Con la esperanza de conseguir un amor de película y remediar al que va por mal camino. Y nos lo cuenta con una voz dulce, armónica. Brillante. Nos traslada a esos espacios de aquellos tiempos grises, donde las emociones y la mujer significaban bien poco. 



Rosalía Castro, Eliodora, a las teclas, con su belleza discreta, como compañera y confidente de su señora, con una frescura que nos seduce también, como su señora, como su papel. La discreción al servicio de la apariencia. La impotencia del sentimiento frente a la realidad. Miradas que no dejan indiferente, silencios que acompañan el desarrollo de la acción. Naturalidad. Y como no, Don Juan. Germán Torres, que se disfraza de un personaje tan insolente como humano, tan irreverente como frágil. Tan Don Juan. “Yo creo en mí, y con eso me basta”. Germán nos lleva a su terreno, nos seduce también, nos quiere conquistar, cual serena doncella a la orilla del río, nos engaña y nos ama. Con un registro alto en todo momento, este Don Juan casposo y cavernario, nos pierde en los recovecos de la conquista. Con un tono dinámico, ambivalente, este actor hace del personaje un arquetipo indolente que nos traslada al Barroco más barroco, al régimen más régimen. Con humor, con ritmo, con ironía, y con una lógica distinta de ver la vida, ya que un día sin amor es un día perdido. 



Con un vestuario espectacular setentero de Guadalupe Valero, una acertada iluminación de Tomás Charte, una escenografía sencilla de Silvia de Marta y la dirección musical de Andrea Soto y Alexandra Soto, estos grandes éxitos de Don Juan nos hacen reflexionar sobre eso, sobre las distintas visiones de la vida que uno puede tener, con una dicotomía entre el bienestar personal y el de los y las que nos rodean. El manto de hipocresía social para tantas y tantas cosas. 

Todo esto bajo una visión de la libertad, tan en boga en estos días por estos nuestros políticos más cercanos, y tan alejados de la realidad, ¿no creen? “A veces todo ha de cambiar para que todo siga igual“. Nos vamos de los Luchana con una sonrisa y un ligero balanceo corporal. Descubran lo que nos ofrece este Don Juan. Descubran a este personaje, y miren a su alrededor. Quizá haya un Don Juan disfrazado a la vuelta de la esquina. Vengan al teatro. Vivan la cultura. Seguro y segura.

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Teatro: Teatros Luchana
Dirección: Calle Luchana.
Fechas: Desde el 4 de Abril al 28 de Mayo. Viernes a las 20:00.
Entradas: Desde 12€ en teatrosluchana.
 

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