TARTUFO. Teatro Reina Victoria


Antes de comenzar, me gustaría apuntar la doble vertiente, la doble enseñanza o la doble mirada de la obra. El engaño y la mirada. La falsedad y la verdad. El ir y venir. Todos contra uno y uno contra todos. ¿Es fácil engañar? ¿Qué es realmente lo que queremos oír? ¿Nos comunicamos realmente? 



Orgón, noble y poderoso, ha caído en las redes de Tartufo, falso devoto cuyo objetivo es poseer el poder. Tartufo anula a Orgón y queda bajo su influencia. Pretende casarse con su hija y seducir a su mujer. Tramas y tramas para ocupar su vida, en contra de todos y de todo, salvo de su benefactor, que le idolatra. Y en estas aparece el todopoderoso rey y……. La condescendencia del poder.



Esta obra de Moliere escrita allá por 1651, y representada dieciocho años después, indignó a los devotos de la época, a la iglesia, que consiguió que se prohibiera en varias ocasiones. Moliere ataca a la religión y a esos valores falsos de una inventada devoción, con una hipocresía latente de principio a fin. Intereses enmascarados de espiritualidad de una época pasada, aunque en el fondo no tan lejana en cuanto a similitudes con nuestro presente convulso y tartufo también. 




La manipulación al servicio del poder; eso sí, cuando aparece la magnanimidad del rey, aquel que todo lo puede y todo lo maneja, no hay impostores que valgan. Amistades peligrosas, hogueras en vanidades varias, reinados en soledad, tráfico de influencias sin maletines, con pelucas en la corte. Tartufo, palabra compleja, que nos lleva a las tartas, a las trufas, Tartuffe es el nombre en francés de la trufa, un hongo que crece escondido bajo la tierra, con el que el autor identifica metafóricamente al retorcido personaje, al bufón. 

Y ese es Tartufo, un bufón al servicio del noble, un falso devoto que nos dice lo que queremos oír. Que nos regala los oídos mientras los tejemanejes van formando una red de la que es difícil escapar, bien porque no sabemos, bien porque no queremos. Este personaje describió de una manera tan detallada y pomposa al hipócrita, al impostor, que este nombre es utilizado en el Diccionario de la RAE para definir a la persona hipócrita y falsa. 


Pero volvamos al Reina Victoria (teatro que bajo la República se despojó del Reina) y su preciosa fachada modernista, y volvamos como no a la propuesta meta teatral que nos presenta esta versión, escrita y dirigida por Ernesto Caballero, con un protagonismo absoluto, a lo Luis XIV, de Pepe Viyuela. Una revisión contemporánea al clásico de Moliere donde participamos desde el principio como un personaje más del elenco. Una dirección dinámica, coral, que respeta el movimiento, el ritmo, la tensión. Tocamos la publicidad, las redes, el Big Data, la sociedad de consumo en esta caricatura magistral de Moliere en la que Dori, la limpiadora de la sala, la hace más mundana, más cercana, más de barrio. 


La verdad en el teatro es la verdad de los juegos“. Así que juguemos, juguemos a que nos metemos en condumio. Nos invitan a hacerlo desde el principio. Pepe Viyuela como maestro de ceremonias en su doble vertiente, como Tartufo y como pensador reflexivo sobre todo esto, nos hace partícipes y nos abre esa cuarta pared que esta noche, más que nunca, se abre de par en par. “En las cosas del amor hay que echar lo que hay que echarle“. 


Propuesta atrevida que revisa el clásico del gran dramaturgo francés, calificado por la iglesia de aquel entonces como un demonio en sangre humana que odiaba a los médicos, y cuyo epitafio rezaba “Aquí yace Moliere, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien”. Elenco donde sobresale este maravilloso clown que conjuga con talento el arte de caernos bien y mal a la vez, de hacernos reír siendo tan malvado, de sacarnos una sonrisa ante la bajeza humana. Lo hace con pasión, con desenfado, con un manejo del escenario como nadie y con una dirección en escena latente y patente. Con pelucas que no disfrazan, que adornan y embelesan. Saludos reales que hacen de la crítica un elemento fundamental de la vida, del teatro. 


Junto a nuestro cómico Tartufo, un elenco que le rodea con un Orgón desmesurado (Paco Déniz), una Elmira atolondrada (Silvia Espigado), una Mariana despechada (Estibaliz Racionero), una Dorina terrenal (María Rivera), un inteligente Cleanto (Germán Torres), un Valerio saltarín (Javier Mira) y un Damis rebelde (Jorge Machín). Elenco que nos va llevando de acá para allá en las desventuras, enredos, hipocresías, falsedades y verdades relativas que no quieren atravesar las tablas. Todo nos lo hacen saber, quizá en demasía. 



Con una escenografía de Beatriz San Juan cambiante, con un gran fondo de armario , deliciosa y a mi modesto juicio poco explotada, una acertada iluminación de Paco Ariza y un ecléctico vestuario de Paloma de Alba, este Tartufo nos enreda también, nos da que pensar, y si con esa reflexión nos vamos para casa o a debatirlo con buenos amigos, bienvenido sea el teatro, bienvenido sea Tartufo. Porque, ¿no será que somos todos Tartufos? Que una parte, pequeña o no de nuestra personalidad, no es así, manipuladora, falsa, interesada…. Ahí lo dejo. 

 

Ahí les dejo. En las butacas de este delicioso teatro para que ustedes juzguen, piensen y reflexionen por sí mismos. Quizá la hipocresía no se quede fuera. Tartufeemos con reposo y mírense en su interior. Quizá nos sorprenda, o no, lo que encontremos. Vengan al teatro. Vivan la cultura. Seguro y segura.

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Teatro: Teatro Reina Victoria
Dirección: Carrera de San Jerónimo 24.
Fechas: Del 1 de Septiembre al 31 de Octubre. De Martes a Viernes a las 20:00. Sábados a las 18:00 y 20:30. Domingo a las 18:00.
Entradas: Desde 20€ en TeatroReinaVictoria. 


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