Aquellas que crecimos con el Pequeño País en la mano, empezamos a leer a Maruja Torres a la vez que íbamos soltando el pequeño semanal, para leer el diario. Con mis primeros ahorros compré “Un calor tan cercano” de la misma autora. Sentíamos que podríamos opinar, tener juicio sobre lo que nos duele en el mundo, tener una información cercana y certera de lo que ocurría en lugares lejanos a nuestro barrio y en los que nunca podríamos estar pero que a menudo sentiamos tan cerca. Los olores, los amaneceres en Beirut, de su mano conocimos como se estrechaba el periodismo para dar paso al mercantilismo editorial, medios de comunicación en manos de intereses aciagos que nada tenían que ver con contar al lector lo que realmente siempre le importó.
Este proyecto nace del libro del mismo nombre, de la editorial 5W, en el que se recogen las conversaciones que hace unos años mantuvieron las periodistas y corresponsales de guerra Maruja Torres y Mónica García Prieto, en el que hablan de periodismo, de los conflictos vividos, de los golpes recibidos por la vida, de feminismo o de la actualidad política. Una unión perfecta de vivencias sin estridencias, ni protagonismos. A sabiendas, que lo importante es la noticia y no quien la da. Mujeres transmisoras de algo mas que información, de sentimientos y la vida de aquellas personas que sufren en zonas de conflicto.
Dos reporteras de diferentes generaciones que desde sus propias vivencias nos cuentan de manera sosegada pero firme una realidad que no nos es tan lejana, la historia de los conflictos bélicos internacionales y de cómo el mundo ha ido cambiando.
Miguel Rellán es el encargado de adaptar y dar forma a largas conversaciones y convertirlas en una pieza teatral peculiar, una pieza en la que no existe conflicto, aunque suene del todo paradójico, todo el conflicto existente está fuera de escena. La obra es mas bien una composición, un collage perfecto donde todo encaja, dando protagonismo y valor a la palabra, o más bien a la verdad que se esgrime de las dos actrices que se ponen en la piel de las reporteras. Rellán dirige esta puesta en escena junto a Aintzane Garreta en un trabajo sin artificios, se acompañan de Amparo Pamplona en el papel de Maruja Torres y de Isabel Serrano en la piel de Mónica G. Prieto.
Verosímiles en escena, como las propias reporteras, verdad llena de incertidumbres, anhelos, pero también hilo conductor de la esperanza no perdida. Pareciera como si un poco de las periodistas también fuese causa propia de las actrices, sin haber tenido vidas paralelas. No hablamos del trabajo bien hecho, ni que decir tiene el oficio y la técnica teatral de estas dos grandes actrices. Es algo que va más allá, la escucha, el interés por lo contado y lo aprendido a lo largo del proceso de creación.
Amparo Pamplona con argumento firme y leve sarcasmo que no interfiere en la gran historia, en un texto que condensa emociones, sensaciones y que nos lleva de la mano a lugares que en ocasiones sobrecogen junto a su compañera Isabel Serrano, enérgica, vital, mostrando el respeto existente entre las dos, con ella conoceremos vivencias personales y profesionales siempre al filo, siempre en primera línea.
Dos colegas, dos profesionales que se miran con humildad, que aprenden la una de la otra, que se escuchan siempre con la capacidad incansable de aprender del otro. Una complicidad que llega al espectador, le seduce y le lleva de la mano al barrio de El Raval a Beirut a Chile y a aquellas redacciones que destilan un machismo hierático.
No asistiremos a un debate, tampoco una discusión. Una conversación, ¿recuerdan que era aquello? Dos personas que se miran, se escuchan sin imponer ideas, y más aún respetan los silencios.
Seremos cómplices de vivencias y visiones sobre la historia en los últimos tiempos, desde Chiapas a Fidel Castro o la caída del muro de Berlín. De sus contradicciones, del horror y la desolación, de los golpes que les ha ido dando la vida sin perder el amor por su oficio, ni el ansia por transitar la vida, vívidas, buscando esa libertad que parece nunca llegar.
Su visión de los continuos conflictos en el mundo árabe, con referencias a Palestina, Siria o Irak, deja bien a las claras los intereses que se mueven en las intervenciones en estos territorios, en su mayoría más políticos que humanitarios. Presentan el desamparo de la comunidad internacional ante los conflictos humanitarios de un modo desolador. Si bien, su mirada llama a continuar la lucha, a no rendirse. Una sociedad en paroximo a la que interpelan, una sociedad lúcida a poco que se nos trate como personas adultas.
Mujeres fuertes que hablan de la sociedad y las dificultades en su oficio, de la desinformación y no se cortan en contar el azote que ha sufrido la prensa en el último tiempo por intereses que poco tienen que ver con el de informar. Empezaron a decidir por el lector, y comenzaron a tratarnos como niños entendiendo que los artículos debían ser a lo “fast food”, cuanto mas sensacionalista, amarillista mejor. La precariedad, las investigaciones cada vez con más recortes. Huelga decir en lo que ha devenido. En que con 150 caracteres una persona se sienta informante e informada y como sigan recortando lo próximo será el silencio.
Surge una reflexión
en la evidencia general, hay una generación de periodistas que ha crecido con
esta forma de hacer, el insulto, la provocación, las noticias falsas, la
editorial pretenciosa. Una suerte de todólogos que escriben, pero que están
lejos de ser periodistas. Por suerte aún quedan algunos referentes, para una nueva
generación. Ojala, porque si no, lo próximo, el silencio.
Mónica Boromello encargada de escenografía y vestuario, se apoya en una escenografía en muy pocos elementos, una mesa y cuatro sillas donde conversan las actrices serán los únicos elementos. Decantándose en este caso por dar protagonismo a música e iluminación trabajo de David Vicente. Composición musical obra de Germán Ponte y Linnea Weiss. Dentro de las piezas musicales, el violonchelo corre a cargo de Linnea Weiss y la guitarra de Pablo Chávarri.
Parece que el mundo ha ido a peor, pero tendrán que seguir contándolo.
¿Para que sirve lo que hacemos? Yo respondo, lo mucho que vale. Con el hecho de que se mueva una sola conciencia, que para alguien no sean suficientes 150 caracteres y que al pueblo le duela lo que pasa en el mundo, siguen siendo necesarias periodistas con coraje como ellas.
Determinantemente recomendable.
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Contarlo para no olvidar.
Teatro: Teatro del Barrio.
Dirección: Calle Zurita,20
Fechas: Del 30 de septiembre a 24 de octubre
Entradas: 12€ Web de Teatro del Barrio
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