Basada en un hecho real acaecido hace unos años, el relato conmovió a la opinión pública y sobre todo cabreó mucho a una parte importante de la sociedad. Se volvió a abrir ese eterno debate sobre hasta donde pueden llegar los policías para apaciguar una revuelta, en que momento pasan de ser defensores de los ciudadanos a violentos agresores. Esta nueva versión nos acerca aún más al hecho en si, tanto por el formato de la sala como por la cercanía a unos personajes muy identificables. Una buena reflexión sobre lo que somos como sociedad, lo polarizados que estamos y tantos otros debates que resuenan a diario en nuestras cabezas.
¿Qué vida lleva un antidisturbios? ¿Están siempre los activistas sociales hablando de las maldades del sistema? ¿Qué posición ocupan sus parejas? ¿Qué saben de sus vidas?… Independientemente del cliché social sobre este cuerpo nacional de policía y más allá de mis opiniones personales, que me las guardo, para ser antidisturbios o pertenecer a la UIP (Unidades de Intervención Policial) oficialmente hay que superar pruebas físicas (carrera de 1000m, trepa de cuerda, 50m natación y carrera de 50m), prueba teórica de normativa y conocimientos sobre la unidad, prueba de psicotécnicos y desde hace poco, una entrevista personal.
Algunas de sus funciones son prevenir, mantener y restablecer, en su caso, la seguridad ciudadana, intervenir en grandes concentraciones de masas, actuar en situaciones de alerta policial declarada, proteger lugares e instalaciones nacionales o intervenir en motines y situaciones de análoga peligrosidad. Apasionante trabajo, ¿no les parece?
Pero más allá de un antidisturbios o de un activista, o de una mujer a la sombra buscando su lugar, o de otra mujer controladora buscando una felicidad impostada, aparece en un coqueto salón, regio, transparente, El rey tuerto. El reencuentro de dos amigas del barrio, una que se quedó, otra que se fue, que organizan una cena con sus parejas. Uno es antidisturbios, el otro ha perdido el ojo con un disparo de una pelota de goma proveniente del gatillo de su anfitrión. La velada promete.
¿Qué puede ocurrir cuando la víctima se encuentra con su verdugo? ¿ Qué ocurre cuando dos amigas se reencuentran y se dan cuenta que no tienen ya nada que ver? ¿Qué mecanismos nos mueven a olvidar, a ayudar, a cambiar cuando la pelota, y nunca mejor dicho, ya no está en nuestro tejado? Todos estos interrogantes nos despierta este rey en trono ajeno, en otro salón. En otra realidad, a golpe de hostias, en la mesa y en la mente. Esta comedia negra, mejor dicho azul (cuando la vean lo entenderán) con trasfondo político y social, nos introduce en las incoherencias sociales de este nuestro país, tan picaresco como el Lazarillo o la casa de papel, y tan ridículo como nuestros representantes.
“Antes hacías daño, pero era legal“.
Y nosotros allí, cerca, muy cerca, cuestionándonos todas estas cosas, descubriendo la otra cara, la otra mirada, que aunque sea sesgada, mirada también es. Se respira monotonía, violencia, conflicto… en este coqueto y ambicioso proyecto artístico al que le deseamos un bonito futuro del Teatro Soho Madrid. Siempre la tensión en el aire ante un comentario mal interpretado, ante un plato de comida distinto, ante una opinión diferente. Se respira tensión. Y se consigue. Y nos movemos inquietos en la silla ante el devenir de la función.
Directa, desde dentro. Circular. Para no perdernos nada. Ni a Cecilia y su querida España ni a la quema de contenedores y el vivir sobre por encima de las posibilidades. “Desde la rabia no se puede pensar”, con tensión difícil también.
Esta obra de Marc Crehuet, actual, contemporánea, representada por la compañía Opción Teatral nos invita a reflexionar sobre actitudes y miradas, sobre clichés y realidades, sobre la legalidad o no de los actos, y la moralidad o no de los mismos, sobre la vida y sus distintas realidades. Y lo hace con verdad, con pasión, con ese teatro recogido y directo, tierno y humano que nos hace sentarnos con ellos a cenar, a pensar, a sufrir, a soñar con otra vida. A vernos en otra realidad.
José Luis Sixto, miembro de la Academia de las Artes Escénicas, dirige con acierto a este elenco, a estas cuatro patas del banco que no se menea, que se sostiene, que se ayuda en escena, que se va construyendo desde la frivolidad de un esférico de calabacín a lágrimas sinceras de identidad personal sin un camino definido. Y en ese recorrido nuestros personajes.
Ángela Chica, Álvaro Puertas, Nacho Redondo y Silvia Vacas nos invitan a cenar al salón de su casa.
Ángela Chica, Lidia, la choni que no se fue del barrio, la mujer del policía, la que busca su identidad, la que le canta las cuarenta entre esterificaciones y lentejas con chorizo, la que madura, la que vuela, la que sufre, la cuchi. Nos traslada una inocencia racial de barrio, de orgullo, de honestidad, directa. Sin medias tintas.
Álvaro Puertas, David, el chungo, el violento, el poli. Pero en el fondo el más perdido, el niño, el voluble, el que no se encuentra. Y nos enreda en su mente desde un primer momento. En sus justificaciones para hacerse la vida fácil a la espera de ese odio enjaulado. Energía en escena. Arriba, arriba. Ternura también. Desequilibrio en su búsqueda.
Nacho Redondo, el tuerto, el documentalista depresivo que nos da el desequilibrio en el propio desequilibrio de su verdugo. Nos da la pausa, la razón, el sentido común. Y evoluciona, y también grita, y pierde los papeles, en su papel de perrito faldero. Buscando una madre también, como David. Un refugio entre sus ideales de un mundo mejor. Un activista que nos enternece, que nos posiciona. Que nos seduce con su mirada, a pesar de ser incompleta.
Y Silvia Vacas, Sandra, la hípster controladora, la que emigró de su barrio buscando un futuro más cool, diferente, la que va de madura y progre, y también caí, sucumbe ante la propia vida. Nos transmite esa debilidad, esa máscara en ese baile de Carnaval en la biblioteca.
Gracias a los cuatro por la pasión transmitida. Gracias.
Como diría Sabina, sobran los motivos para acercarse al Teatro Soho Club Madrid en la remodelada Plaza de España, y disfrutar entre libros, de este rey tuerto que curiosamente nos agranda la mirada. Las miradas de la vida. Acérquense, cojan su libro y disfruten. Vengan al teatro, vivan la cultura. Seguro y segura.
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Teatro: Teatro Soho Club Madrid. Biblioteca del Soho.
Dirección: Plaza de España 6.
Fechas: Del 1 de Octubre al 8 de Diciembre. Martes 7 a las 20:00. Miércoles 8 a las 18:00.
Entradas: Desde 12€ en Teatro Soho Club Madrid.
Dirección:
José Luis Sixto
Reparto:
Ángela Chica
Álvaro Puertas
Nacho Redondo
Silvia Vacas
Autor:
Marc Crehuet
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