Teatro: Principiantes. Teatros del Canal.

Todos somos unos principiantes en lo que al amor se refiere. Da lo mismo la de veces que nos hayamos enamorado, cada nueva experiencia es una aventura diferente, un descubrimiento, un camino que se abre ante nosotros y en el que todo es nuevo. ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? Esta frase que se convierte en el leitmotiv de la obra, nos acompañará en el camino de vuelta a casa, en las tertulias en la puerta del teatro. Porque es una pregunta demasiado compleja, demasiado personal, profundamente emocional, por ello esta obra intenta acercarnos a ese profundo debate, desde una amigable charla entre amigos que conseguirá atraparnos desde el primer instante.



Demoledora, angustiosa, emocional, dolorosa, intensa, vital. Este montaje nos muestra las distintas caras del amor, diversas formas de vivir y de emocionarse ante la vida, los variados modos de relacionarse y de, al menos intentar, ser feliz. Una densa propuesta que nos deja anclados a la butaca desde su demoledora primera escena, que nos agarra con fuerza y no nos deja respirar durante toda la función, con una historia que se diversifica en otras muchas, que nos muestra un interesante abanico de anécdotas, vivencias, experiencias, realidades.



Una coproducción de Teatros del Canal, ProduccionesOff, Vania y Carallada que nos pone al pie de los caballos, para dejarnos arrasar por una tormenta perfecta de emociones. Este montaje es una adaptación de uno de los textos más conocidos del norteamericano Raymond Carver, que se publicó en 1981 con el título "De qué hablamos cuando hablamos de amor". La obra, como su propio nombre indica, nos habla del amor, desde la perspectiva de cuatro personajes con distintas experiencias vitales. Todos aportarán al debate su punto de vista, sus vivencias, para conseguir un amalgama de sensaciones que nos removerán por dentro.


La adaptación corre a cargo de Juan Cavestany, que vuelve a formar un tandem perfecto con Andrés Lima a la dirección. El texto destila verdad, sinceridad, pero a la vez una oscuridad en los personajes inunda todo de un halo de misterio que recorre todo el montaje. Cavestany consigue crear un relato angustioso, denso, intenso, "a lo largo de una tarde, en una atmósfera marcada por la luz cambiante, los cuatro comparten sus experiencias e ideas, grandes y pequeñas, sobre el amor y la necesidad del otro". El propio autor la describe como "romántica y desgarradora, realista y poética al mismo tiempo" y nos habla de una "pieza no solo es referente de una época, sino que nos atrapa hoy con la fuerza de una pieza musical esencial".

Estamos ante un texto que "cuando vio la luz por primera vez, fue recortado a la mitad por Gordon Lish, amigo y editor de Carver. Para este montaje nos hemos basado sobre todo en la versión original, y también hemos recurrido a otros pasajes y fragmentos del autor americano, con lo que nuestra propuesta quiere ser una inmersión completa en los elementos recurrentes del universo Carver: las relaciones de pareja, el amor y el alcohol como refugios, pero también como armas mortales, la predestinación frente al azar, y la textura literaria de la experiencia americana".



En este prodigioso tandem que forman Cavestany con Andrés Lima ("Shock", "Shock 2", "Los Mácbez", "Desde Berlín"), es este último el encargado de la dirección (con Laura Ortega como ayudante de dirección). Como viene siendo habitual, el dominio del espacio escénico en Lima es absoluto. De esta manera nos presenta un espacio fijo que se va tensando, encogiendo, apelmazando, embriagando, al ritmo que marcan los intérpretes, las imágenes, la luz y la fabulosa banda sonora que lo impregna todo. Lima es un maestro de hacer montajes complejos a medio camino entre el realismo más duro y la fantasía más loca, capaz de mezclar escenas de una crudeza desgarradora con otras de una ternura infinita. Pocos directores son capaces de hacer encajar de manera tan primorosa varios relatos dentro de uno mismo, de modelar a los actores para que den el máximo en cada escena, de entrelazar la comedia con el drama y que todo tenga sentido.


En esta trama nos muestra a cuatro personajes hablando sobre el amor, lo que significa para cada uno de ellos, el valor que le dan, la repercusión que ha tenido en sus vidas, los sentimientos que en ellos provoca. Un cardiólogo que cree ser un experto en el amor pero que no sabe nada, su mujer que sigue enamorada del hombre que le rompió el corazón (y algo más), aunque intente ocultarlo. Ellos reciben en su casa una joven pareja de enamorados, que llevan un año y medio juntos y creen que nada puede irles mal. Él es "un hombre todo ojos envuelto en una coraza" y ella "una mujer crisálida convirtiéndose en algo desconocido para ella".

En torno a una mesa llena de alcohol, Herb, Terry, Nick y Laura divagan, charlan, reflexionan, discuten, se pelean, se atacan, pero también se escuchan, se sinceran a la vez que se defienden y todos juntos transitan lugares desconocidos sobre las relaciones humanas, las intimidades personales, los miedos y los sueños, los recuerdos y las esperanzas. Todo ello a través del hilo conductor del amor, hablando sobre él, preguntando qué es el amor. Todos tienen su opinión, pero no consiguen llegar a ninguna idea que les aúne a los cuatro. Cada uno de ellos deja reflexiones en el aire, suelta preguntas para que seamos nosotros las que las recojamos y reflexionemos sobre ellas. Por momentos nos interpelan de tal modo, tan cerca, mirándonos tan a los ojos, que es imposible no sentirse aludido. 


Una historia que se encierra dentro del salón de una casa, transcurre a lo largo de una tarde eterna marcada por la luz cambiante, se va encogiendo hasta ahogarnos en una serie de situaciones angustiosas, tensas, desoladoras. Con retazos de experiencias propias y reflexiones más o menos acertadas en torno al amor, los cuatro amigos van enlazando las anécdotas entre las botellas de ginebra que les van soltando la lengua y tensionando cada vez más el ambiente. La obra resulta una poética reflexión sobre la vida y el amor, por momento romántica y en otros desgarradora, como la vida misma. "La pieza no solo es un referente de la época, sino que nos atrapa hoy con la fuerza de una pieza musical esencial".


Ellos son Javier Gutiérrez ("Los Mácbez", "El Rey", "Elling", "¿Quién es el Sr. Smitt?"), Mónica Regueiro ("Todas las mujeres", "Smartphones", "Los miércoles no existen", "9 minutos"), Vicky Luengo ("El idiota", "Como una perra en un descampado", "Mi película italiana", "Una vida americana") y Daniel Pérez Prada ("7 años", "El amante", "MBIG", "La noche de las Tríbadas"), cuatro intérpretes en estado de gracia que se vacían en una obra de una gran intensidad emocional. Desde la primera escena, Daniel y Vicky, nos demuestran que estamos ante una obra de alto voltaje, con una secuencia que nos deja helados y nos pone alerta ante lo que se nos viene encima. 

No voy a decir nada sobre Javier Gutiérrez que no se haya dicho ya, pero el despliegue que muestra en esta función es impresionante. Sus cambios de registro, su control del ritmo y el tono en todo momento, la verdad que transmite, la mirada con la que interpela al público al contar las historias. Todo ejemplar, todo ajustado, todo expresivo, todo real. La verdad que transmite Javier en todo lo que hace siempre he creído que es una de las claves de su éxito y de su impecable trayectoria. Cada vez que lo veo sobre las tablas de un teatro me reafirmo en pensar que solo podemos disfrutar ante tanto talento. Una vez más, nos deja una actuación impecable.


A su lado, interpretando a su pareja, tenemos a Mónica Regueiro, que consigue una actuación muy interesante, tanto por lo que oculta como por lo que nos va mostrando con cuentagotas. Un personaje que comienza jovial y se va retrayendo por las circunstancias, por sus propios secretos, por los ataques de su marido, por su propio carácter benevolente. Mónica consigue mantener el misterio en un personaje que se va complejizando conforme avanza la obra. Una interesante interpretación que, dentro del tono sosegado que la diferencia de sus compañeros, consigue convertirse en el centro de atención en muchos momentos de la obra.

La pareja formada por Vicky Luengo y Dani Pérez Prada están enamorados y felices. Dani hace por momentos de narrador para contarnos el ambiente que se respira en ese salón, mientras nos habla de los cambios de luz y de como eso va modificando la atmósfera de la reunión. Dani Pérez Prada comienza la obra por todo lo alto, con una primera escena descomunal que nos deja helados. Tras esta explosión inicial se mantiene más pausado, haciendo casi de taquígrafo de la reunión, manteniéndose en un segundo plano, bebiendo y escuchando. Pero su repertorio de registros es impecable, como escucha, como reacciona ante lo que cuentan sus contertulios, como se mueve con aparente displicencia como si de lo que se habla no fuese con él. Una interpretación muy comedida pero que implica grandes momentos con soberbios cambios de registro.

Por último tenemos a Vicky Luengo, que se desliza por infinidad de mundos diversos, pasando del amor incondicional por su chico al dolor que le produce recordar algunos momentos de su vida y sueños recurrentes que ha tenido. La actriz nos regala un personaje misterioso, de una aparente fragilidad, con una inocencia ambigua. Todo esto crea un halo de ambigüedad en torno a ella que potencia mucho al personaje. Por momentos parece una muñeca de porcelana frágil y sensible, pero en otros se muestra como una diosa que está por encima de todo lo que sucede en esa habitación. Luengo sabe medir en cada instante lo que tiene que dar su personaje, consiguiendo una interpretación muy compleja y llena de matices.


Toda la historia se encuadra en el salón de una casa, en una escenografía perfectamente diseñada por Beatriz San Juan (encargada también del vestuario) que consigue un espacio abierto en el que los personajes campan a sus anchas. En segundo término nos pone un gran ventanal por el que pasa el tiempo y que acaba convirtiéndose en parte esencial de la obra por la belleza de lo que vemos. Esencial en el desarrollo de la historia es el primoroso diseño de luces de Valentín Álvarez, que consigue una infinidad de tonalidades para crear verdaderos lienzos en cada escena, cuadros con miles de tonalidades, luces tenues que juegan de forma magistral con las sombras y las penumbras. Como hemos dicho antes, la videocreación de Miguel Ángel Raió que se proyecta tras el gran ventanal es primoroso, de una belleza hipnótica, que por momentos nos hace desviar la mirada para quedarnos atónitos frente a la ventana, como le ocurre también a los personajes. 

Por último no podemos dejar de hablar de la portentosa composición musical de Jaume Manresa, que llena la obra de momentos inolvidables, incluido el final con la maravillosa "Creep" de Radiohead. Una banda sonora que nos acompaña, que enfatiza las escenas, que nos implica en la historia, que potencia las acciones de los personajes, que sobrevuelan el teatro para abrigarnos ante toda la tensión que se desprende en el escenario. 


En definitiva, estamos ante una de las obras de la temporada. La tensión que desprende en cada escena, las profundas reflexiones a las que nos somete, la belleza visual de lo que se muestra ante nosotros, la inteligencia de Andrés Lima para enlazar todo con una exquisita sencillez. Y cuatro actores que lo dan todo para regalarnos unas interpretaciones memorables. Fenómeno Javier Gutiérrez, sobria Mónica Regueiro, misterioso Dani Pérez Prada, poderosa fragilidad de Vicky Luengo. Impecables los cuatro. Maravillosa y angustiosa obra. Vayan a verla, no se arrepentirán, aunque no creo que tampoco descifren de que hablamos cuando hablamos de amor. VOLVAMOS A LOS TEATROS. LA CULTURA ES SEGURA
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Teatro: Teatros del Canal. Sala verde.
Dirección: Calle Cea Bermúdez 1.
Fechas: Del 12 de Enero al 5 de Febrero. De Martes a Sábado a las 20:30. Domingo a las 18:30.
Entradas: Desde 9€ en teatroscanalPrograma de mano

Intérpretes: Javier Gutiérrez, Mónica Regueiro, Daniel Pérez Prada y Vicky Luengo
Dirección: Andrés Lima
Ayudante de dirección: Laura Ortega
Adaptación: Juan Cavestany
Diseño de escenografía / vestuario: Beatriz San Juan
Diseño de iluminación: Valentín Álvarez
Diseño videocreación: Miquel Àngel Raió
Composición musical: Jaume Manresa
Fotografía: Sergio Parra
Diseño gráfico: Rubén Salgueiros
Prensa: María Díaz
Dirección y coordinación técnica: Toca S.L.
Producción/administración: Andrea Quevedo
Producción ejecutiva: Ana Guarnizo
Diseño y dirección de producción: Mónica Regueiro/ Carles Roca 
Distribución: Charo Fernández 
Coproducción: Teatros del Canal, ProduccionesOff, Vania y Carallada


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