Andrea Garrote y Rafael Spregelburd dirigen juntos Pundonor, un monólogo escrito por Garrote, quien además interpreta a Claudia Pérez Espinosa. Pundonor lleva cuatro temporadas en cartel, dos ediciones bilingües, premios en varios Certámenes y giras nacionales e internacionales.
Ir al Teatro Abadía siempre es un placer pero si además puedes disfrutar de una obra como Pundonor ya es un regalo del cielo.
Cuando te sientas en la butaca tienes
ante ti una pizarra con tizas, una mesa y una silla y ese fluorescente que te
transportan a aquellas clases de los que somos más viejos llamábamos E.G.B.
Pero al entrar Andrea Garrote en escena te das cuenta de que estas en una clase de Sociología en la Universidad de Buenos Aires.
Una profesora universitaria, que vuelve
al aula después de tomarse unos meses de excedencia. Y aparece ante nosotros
como un ser frágil, con miedo a los alumnos o más que miedo, intimidada por
ellos. Pero la clase que debe dar, una introducción a la obra de Michel
Foucault se interrumpe constantemente debido a sus propias divagaciones.
Necesita dar explicaciones sobre su comportamiento, sobre las consecuencias que
un hecho aislado y aparentemente inofensivo que se tornó en una rémora viscosa.
En su desesperación, Claudia, se vuelve imprevisible, vulnerable.
Explicar la obra de Foucault no será
fácil, ni siquiera para una doctora veterana en las clases de Sociología, de
modo que utilizará su propia historia para dar rienda suelta a las teorías por el
autor y que nos recuerdan a títulos como "La arqueología del
saber" o "La hermenéutica del sujeto".
Aunque a primera vista esto puede
parecer una obra sesuda (que lo es) está regada de momentos cómicos y
delirantes que arrancan sonrisas a los espectadores pese a que la situación no
deja de ser dramática.
La obra del filósofo se convierte en una
efectiva y amena obra que no hay que perderse.
Somos masas de poder y amasadores del mismo bajo el yugo de la mano invisble del mercado. Invisible chicos, ¿entienden? Como el Dios en el que creían nuestros antepasados.
El monólogo está plagado de referencias
a los mercados, a la nueva sociedad de los móviles, a momentos personales de la
profesora que a medida que transcurre la obra no es esa figura inocente del
principio. La mirada de los demás, la influencia recíproca entre el observador
y el observado, el libre albedrío, el individuo ante el poder, su relación con
las instituciones sociales.
Nos habla de cómo perdemos la inocencia
y perdemos la libertad como individuos ante las decisiones del poder, a veces
totalmente irracionales. Donde ella ha formado parte de ese engranaje y del
cual ha sido víctima.
Algo pasó, algo imprevisible pasó.
- “Lo
imprevisible en la vida se nos resiste y nosotros nos resistimos a lo
imprevisible tanto que cuando aparece es directamente trágico”, Y aunque
dudamos, sabemos que no habla de pandemias ni virus ni distancias sociales.
Algo, imprevisible, trágico, le pasó a ella, que lleva una vida pensando,
pensándose, pensándonos. Que lleva una vida buscando la hendija, los
intersticios que Foucault jura inexistente. Foucault, que nos habló de esa
conciencia, “nos creó hábitos, nos esclavizó, para ajustar los tornillos de la
jaula en la que nosotros mismos somos las rejas”. Foucault, el sádico
omnipresente. Comenta la profesora.
Queremos salirnos de la norma, queremos
transgredir, pero ¿se puede? ¿qué podemos pensar? ¿Qué podemos cambiar? ¿de
dónde podemos salir? ¿Cómo miramos a quien se sale?
Otro protagonista de que ya he hablado es
el móvil, arma de destrucción masiva y que cualquier cosa que suceda dentro o
fuera de la clase será mostrado y compartido en mil redes. Un reto al que hoy
se enfrentan todos los profesores y los alumnos y que está empezando a causar
serios problemas de convivencia y libertad de actuación. Todo se sube, se
expone, se critica….
La disertación es una maravilla y los
recursos actorales en los que se apoya Andrea Garrote convierte, de verdad, al
espectador en un alumno que reconoce esas clases que pueden marcarle de por
vida.
Monólogo a veces ácido y punzante y a veces tierno donde se esconde una desesperanzada profesora que intenta salvarse a si misma y a sus alumnos aconsejándoles que abandonen la asignatura y estudien idiomas que será mucho práctico para ellos.
Cuestionada por sus propios colegas y sus alumnos su fragilidad se torna humor, del que no se salva ni Foulcault ni los escritores e intelectuales sobre los que también apoya su discurso, Camus o Rilke.
Por favor, por favor, aunque esté poco tiempo en Cartelera, vayan a verla. Merece la pena sin duda.
Reseña escrita por Gema Colado.
FICHA ARTÍSTICA
Creación Andrea Garrote
Dirección Rafael Spregelburd & Andrea Garrote
Escenografía e iluminación Santiago Badillo
Vestuario Lara Sol Gaudini
Música original Federico Marquestó
Producción Carolina Stegmayer
Una producción de Carolina Stegmayer
En colaboración con el Teatro de La Abadía
Producción delegada y distribución Carlota Guivernau
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