El amor al teatro se percibe en estos montajes, donde el cuestionamiento de la propia existencia y del teatro en sí mismo se nos plantea de una forma tan tierna, tan amable y tan de verdad que el desenlace no importa. Lo que hagan no importa. Nada importa ya ante tanta pasión, ante tanto entusiasmo, ante tanto teatro. Ese que nos rasga las vestiduras, ese que nos hace replantearlo todo, ese que nos lleva a la reflexión. Ese que nos hace amar al teatro.
Vidal y Manzaneda. Celia y Javier. “Actuar no es solo fingir. Yo sin texto no soy nadie”.
Esta propuesta tan sincera, tan contemporánea y tan anacrónica a la vez, nos la presenta Perigallo Teatro, compañía que desde 2009 viene dando de qué hablar con montajes que escuecen, que vibran, que nos estremecen, con amor y humor a partes iguales. Con reflexión y re pensamiento. Cinco comedias “con recao” como ellos anuncian, que han hecho su camino por el panorama de este nuestro teatro tan bello y tan cercano. "Háztelo mirar", "Espacio disponible", "La mudanza", "Pídeme perdón" o la entrañable "Cabezas de cartel" son los montajes de esta pareja entusiasta que no para de girar.
Y de triunfar, ya que han conseguido el premio del Público en el Indifest, con mejor Dirección, Mejor Actor y Mejor Actriz. Y que sigan triunfando. Y que no paren de crear.
Los valores, los temidos valores. Los manidos valores. Los que nos hacen ser o estar, cambiar o mantenernos, revisarnos o extinguirnos. Los putos valores. Nuestra responsabilidad en cualquier ámbito de la vida. La cuarta pared como un espejo social donde la alerta nos impide deshumanizarnos. “Yo solo hago lo que me ayude a seguir creyendo en lo que hago”. El no fallar y el caer. Los sueños y las oportunidades, ¿están reñidos?
Sin olvidar también la esencia de la profesión: el gustar, el sentirse querido, importante. El público tiene que volver, ¿no?
Muy existencial todo, ¿no creen? Volvamos al Lara, volvamos a las tablas, volvamos al montaje de Cimarrón con estas cabezas de cartel, con estas actuaciones dinámicas, brillantes, que nos roban el sentido, sin copiar, porque son grandes. Muy grandes. Estos caballos cimarrones libres, salvajes, sin domesticar. Donde el teatro es un templo, no un mercado. Donde nos sirven en bandeja de plata la dicotomía entre arte y negocio.
Con un gran espejo, precioso, que nos refleja como público, como espectadores privilegiados de la función. Maravillosa escenografía que gira y gira. Un meta teatro que nos ayuda a pensar, a buscar el fin último del mismo, como ellos mismo dicen: la transformación social. El buen uso de él. El templo.
Cuestionando a la profesión, cuestionando a la SGAE, a los Max, a la propia cultura que a veces se vende, que en ocasiones busca su propio beneficio sin mirarse en ese espejo que inunda todo. “A los mercaderes hay que echarles del templo a latigazos”.
Todo muy discutible, todo muy relativo, todo muy meta reflexivo. Referencias a los grandes, a Shakespeare, a Lorca, a Valle Inclán y su Max Estrella, esperpentizando todo este tinglado que nos hace la vida más bonita.
Celia Vidal y Javier Manzanera nos emocionan, nos divierten, nos entristecen también ante tanta mierda social, que la sacan, que la mastican. Que la revisan y le dan la vuelta hasta entrar en estado de pánico, de shock. Así nos dejan. Sin respiro.
Cómicos dentro y fuera de las tablas. Que grandes actuaciones, que maravilla, como nos clavan en las butacas, sin pestañear, amando al teatro pobre, pero tan rico… Y sudamos todos, no solo Javier. Y nos secamos con la realidad, que a veces nos moja más. Y se nos funden también las bombillas, como las del viejo cartel. Y nos invade su química, su respeto en escena, su complicidad, su compromiso. Su energía. Su dominio y su amor.
“Dios se va de la habitación cuando nos ponemos a hacer cuentas”.
Con un texto propio maravilloso, y bajo la dirección extraordinaria de Luis Felpeto, "Cabezas de cartel" nos trae ese frescor primaveral tan necesario. Sin mascarillas. Con esa imperfección tan real, con esa perfección tan efímera, como sus personajes, como las personas. Como el teatro en sí. Esta obra bien merece la pena pagar una entrada para venir al teatro. Más que una entrada es un regalo. Solo nos queda aplaudir y agradecer. Y por supuesto, no dejar de jugar, de reír y de pensar. Vengan a jugar al Lara. ¿Pollo o reloj?
Vengan al teatro. Vivan la cultura. Seguro y segura.
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Teatro: Teatro Lara
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15.
Fechas: Del 2 de Febrero al 20 de Abril. De Miércoles a las 19:30.
Entradas: Desde 10€ en TeatroLara.
EQUIPO ARTÍSTICO
REPARTO
Javier Manzanera
EQUIPO TÉCNICO
Texto
Javier Manzanera
Celia Nadal
Dirección
Luis Felpeto
Interpretación
Celia Nadal y Javier Manzanera
Diseño de luz
Pedro A. Bermejo
MÚSICO
Santi Martín
Vestuario
María Cortés
Sonido y Chelín
Robert Wilson
Escenografía
Juan de Arellano, Pepe Hernández y Eduardo Manzanera
Diseño Gráfico
Sira González
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