No querría desvelar nada de esta maravilla, y a la vez dan ganas de contarlo todo. Es una obra que te atrapa de principio a fin, que no deja de sorprenderte, de divertirte, de enamorarte. Una compañía de payasos en el Teatro de la Comedia. Suena raro pero el resultado es maravilloso. Porque ellos mismos son conscientes del reto y juegan con ello, y nos hacen disfrutar como a niños. Una delicia, una locura, una extravagancia, una genialidad. Adéntrense en esta reseña para conocer un poco más de este montaje, por si aún no han quedado convencidos de ir a verla...
Una compañía de payasos contratada por el Teatro de la Comedia para hacer un montaje en el santuario del teatro clásico. ¿Sacrilegio? ¿Genialidad? No tenemos ninguna duda de que tiene mucho más de lo segundo que de lo primero. Y ellos saben jugar esa baza, reírse de ellos mismos y de esa polémica que les acerca más al Circo Price que a este tipo de escenarios. En una obra que se desarrolla en dos tramas paralelas, la de la obra y la de la compañía de payasos, cada instante es oro puro, cada nueva vuelta de tuerca una delicia, cada nuevo giro inesperado una genialidad, cada gesto una impactante instantánea, cada palabra un homenaje al teatro.
La compañía Rhum & Cía ("Rhum", Rhümia", "Rhumans", "Gran reserva") regresa a Madrid tras su "Gran Reserva" con la disfrutamos en el Circo Price a finales de 2020 y que supuso "el broche a una trilogía llena de humor, algo de canalleo y mucha ternura, creada por estos payasos multi-instrumentalistas". Ahora se atreven con el Teatro de la Comedia, para proponernos un disparatado montaje a partir de la novela de Vélez de Guevara "El diablo cojuelo". La compañía compuesta por Jordi Martínez, Joan Arqué, Roger Juliá, Pepino Pascual y Mauro Paganini, son "un repóquer de artistas que saben como seducir a un público que acabará fascinado con las surrealistas historias, y que han producido algunos de los espectáculos más divertidos y terapéuticos vistos en los últimos años". Nacida en 2014, Rhum & Cía ha sido galardonada con el Premio Zirkólikaal mejor espectáculo de Payasos y al mejor espectáculo de Circo, o el Premio Ciutat de Barcelona en categoría de circo.
En esta ocasión unen su talento al del maestro Juan Mayorga, encargado de versionar la obra de Vélez de Guevara. El dramaturgo se pregunta "¿Un clásico apayasado? ¿Un espectáculo de payasos con citas clásicas? Qué va: un clásico muy payaso; muy payaso y muy clásico. La mirada ingenua y salvaje del payaso en capaz de homenajear al clásico y, al tiempo, de reírse de él y de nosotros y de nuestra relación con los clásicos y de todo lo que se les ponga delante y por detrás". Y se ha conseguido mimetizar con la esencia de los payasos, para escribir una pieza acorde a su desparpajo y su locura. Mayorga cuenta que "he gozado cada minuto de una de las aventuras más hermosas en que me he metido desde que estoy en el teatro. Juntos, subidos a los hombros del gran Vélez, les ofrecemos este delirio, tan clásico, tan payaso".
Si difícil es el encaje del texto en la idiosincrasia de los payasos, la dirección de esta deliciosa locura no lo es menos. Pero Ester Nadal ha conseguido un montaje excelso, divertido e hipnótico, sacando toda la esencia de la compañía y convirtiendo la obra en una historia en dos dimensiones, la de la obra y la de los payasos que dudan del proyecto. Para ella "Mayorga nos propone la contradicción y la confrontación entre dos maneras de mirar y afrontar el escenario: el mundo en definitiva. Y en este ir y venir de la palabra clásica a la acción del payaso, hemos ido descubriendo y les queremos hacer llegar el amor por la literatura y las narices coloradas". Y podemos confirmar que lo ha conseguido, porque la obra nos enamora desde el primer momento, nos desconcierta a la vez que nos divierte, nos impresiona al mismo tiempo que nos seduce. Una obra maravillosa que lejos de descarrilar por la descomunal energía de los actores, la directora ha sabido meternos a todos en la vorágine y que salgamos emocionados y entusiasmados por la propuesta.
Esta coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Velvet Events nos confronta el teatro cómico popular del siglo XVII con la más alocada visión del mundo de los payasos. La obra comienza planteándonos el curioso encargo que se les acaba de realizar a Rhum & Cía, hacer un clásico. Lejos de amedrentarse se lo toman como una gran oportunidad. Este es el comienzo de un fabuloso viaje que nos lleva al epicentro de la novela de Vélez a la vez que disfrutamos de números musicales maravillosos y escenas más propias del circo que del Teatro Clásico. La historia discurre en paralelo por dos tramas, la de la divertida obra de Vélez (versionada de forma muy interesante para el lucimiento de los intérpretes) y la de la propia compañía, con el eterno miedo al fracaso que se confronta con las ganas de llevar a cabo tan magna propuesta. Cada una a su ritmo, con su lenguaje, con sus intérpretes saltando de una a otra con maestría.
Lo que más sorprende de este montaje es la facilidad del elenco para cambiar de registro, para cantar, bailar, gesticular, todo de manera impecable. Ellos son Joan Argué, Roger Juliá, Xavi Lozano, Jordi Martínez, Mauro Paganini y Piero Steiner. Todos ellos nos deleitan con una portentosa facilidad para el gesto, como buenos payasos, por su precisión y dominio de la expresión corporal, por su comicidad y su verborrea, por su locura y su desvergüenza. No podemos ensalzar a ninguno en particular ya que todos están formidables. Si por separado todos ellos te dejan impresionado, el trabajo de elenco es simplemente perfecto. Cada coreografía, cada movimiento grupal, todo hecho con la precisión de un cirujano, pero con la apariencia caótica que destilan los payasos.
Y por si esto no fuese suficiente, son los propios Rhum & Cía los encargados de la composición y dirección musical. Un divertido ramillete de temas que nos balancean en la butaca mientras nos fijamos en la singularidad de los instrumentos que utilizan. Pues sí, eso también es creación propia. Y tengo que reconocer que durante toda la función no dejaron de sorprenderme por la originalidad de las creaciones, como encajaban en el desarrollo de la historia, como consiguen hacer música con los elementos más inverosímiles. No pierdan detalle cuando vayan a verlos, es pura magia. Porque además de ser una irreverente compañía de payasos, son unos afamados lutiers que crean todos los instrumentos de la función (al menos los más peculiares).
Todo ocurre en una especie de limbo, un espacio escénico sencillo, creado por La Closa, que se va convirtiendo en todo lo que sus mentes puedan imaginar. Unas cortinas nos lo ocultan de inicio, pero poco a poco iremos descubriendo la de posibilidades que ofrecen unas cuantas escaleras... y la desbordante imaginación de los creadores. La iluminación diseñada por Sylvia Kuchinow juega un papel fundamental para ir pasando de la novela a la realidad de la compañía, de la onírica propuesta de Vélez a la desbocada vida de los Rhum. También impecable el sonido creado por Marc Santa, que consigue matizarlo todo para que encaje a la perfección, sin que nada sobresalga en una historia de tono muy alto. Como en todo espectáculo circense, es fundamental el vestuario. Nidia Tusal es la creadora de las impresionantes indumentarias de los actores, que como todo en esta obra va mutando según avanza la historia.
Poco queda por decir de una de las obras más originales, divertidas y honestas de la temporada. Es posible un clásico con payasos, es incluso recomendable. Porque la compañía Rhum & Cía se atreve con todo y sale victorioso de cada nuevo reto. No dejen de ir a verla. Sumérjanse en este universo alocado y onírico que nos presentan, déjense llevar y dejen los prejuicios en la puerta. El teatro clásico elevado a la locura de los payasos, la grandeza de Vélez al servicio de los irreverentes Rhum & Cía. El resultado es pura magia.
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