Teatro: El abanico de Lady Windermere. Teatro Lara

La alta sociedad siempre se ha caracterizado por sus dobles vidas, por sus tortuosas vidas amorosas y por la extravagancia en todo lo que hacen. Si todo ello lo aborda la punzante mirada de Oscar Wilde tenemos esta impecable historia que ahora rescata otro maestro de la comedia como es Ramón Paso, para ir un paso más allá y darnos su particular versión de esta comedia de enredo. Una interesante radiografía de la alta sociedad de la época, con una velada crítica a las excentricidades de la nobleza, a la falsa moral que invade a cualquier sociedad, a la importancia de la imagen pública por encima de la verdadera identidad. Poco hemos cambiado desde los tiempos de Wilde...

 

El Teatro Lara y Oscar Wilde llevan tiempo "asociados". Tras la fabulosa "Gross Indecency" en la que se trataba el juicio al que fue sometido el escritor, esta es la segunda adaptación que la compañía PasoAzorín hace de la obra del autor inglés. Aún recordamos la impecable revisión que hicieron de "La importancia de llamarse Ernesto", obra que cosechó gran éxito hace ya tres temporadas (aunque se mantuvo en cartel de forma intermitente hasta el pasado año). Ahora llega esta brillante revisión actualizada de "El abanico de lady Windemere" en el que nos damos cuenta de lo poco que hemos evolucionado como sociedad y lo actuales que siguen siendo muchos de los temas que se tratan.




Esta nueva maravilla de PasoAzorín Teatro es una interesante vuelta de tuerca sobre la obra original de Wilde, estrenada en 1892. La obra es una ácida crítica a una sociedad puritana, en la que todo estaba supeditado a las apariencias, al postureo, a guardar las formas de cara a la galería para hacer todo lo contrario en la intimidad. Os suena? Pues seguimos en las mismas. Hablando de lo políticamente correcto y de la moral, de lo que debe hacer cada uno sin preocuparnos de lo que estamos haciendo mal nosotros. Con todo esto, la obra de Wilde resulta abrumadoramente actual. Si a eso le sumamos el ingenio de Paso para incorporar móviles, tablets y selfies, el montaje parece escrito en nuestros días. Ramón es capaz de adaptar el texto sin perder ni una pizca de su esencia, pero incorporando elementos de lo más actual y haciendo hincapié en todo lo que nos sigue caracterizando como sociedad.




La facilidad de Ramón Paso para versionar textos clásicos y llevarlos hasta nuestros días es abrumadora. Sabe coger la esencia del texto, aquello que permanece en nosotros después de pasados los años, y lo saca a relucir por encima incluso de otros elementos de la obra. La vitalidad de un elenco entregado impregna de una frescura deliciosa a toda la obra. Desde la entrada en la sala, ya nos da la bienvenida una pletórica Ángela Peirat que destila energía y complicidad con su mirada a la platea. Paso sabe mantener la estructura clásica de la obra pero con una forma de contarlo muy actual. Desde la creación de los personajes hasta la escenografía, desde las transiciones a los números musicales (novedad de este nuevo montaje dentro del estilo Paso), todo rezuma modernidad, espontaneidad, diversión, complicidad, ingenio. Un montaje que nos engancha desde antes incluso de empezar, que no nos deja parar de reír, que nos sitúa en la historia desde el prólogo inicial de Ana Azorín y Ángela Peirat, que nos hace disfrutar como hace mucho que no lo hacíamos.



Paso se atreve con todo. En este caso nos regala esta adaptación libre de una de las piezas más conocidas de Oscar Wilde, como antes hizo personales adaptaciones en "Drácula. Biografía no autorizada", "Usted tiene ojos de mujer fatal... en la radio" o "Otelo a juicio", "Perversión Medea" o "Sueños de un seductor". El dramaturgo y director sabe como pocos hacer suyos los clásicos, llevarlos a su terreno para conseguir obras que reconozcamos perfectamente con su sello característico, con su impronta de gran director de actores, con su gran compromiso con la crítica social, con su facilidad para la comedia. Paso dirige con maestría a un elenco volcado por la causa, en la que todos saben lo que el director quiere de ellos y se vacían para conseguirlo. El dominio de los tiempos, de los ritmos, de los diálogos, todo lleva una premeditada velocidad que lo inunda todo, que lo acelera, que lo hace mucho más dinámico y entretenido.

Paso domina la comedia, los diálogos picados, las situaciones límite, las historias de enredos. En estos terrenos se desenvuelve como pez en el agua y eso se nota en el resultado final del montaje. Crea unos personajes caricaturescos que todos reconocemos como estereotipos de la comedia. Cada uno de los personajes está perfectamente trazado, diseccionado para que sea reconocible, afable, parte esencial de la historia. De este modo (y como ya he señalado en otras ocasiones), siempre me quedo con ganas de saber más de cada uno de los personajes. En este caso me encantaría un biopic de cada uno de los personajes, contando peripecias pasadas. Esta construcción tan detallada de todos los personajes consigue que el montaje crezca en torno a ellos y que la historia fluya con facilidad.



En lo que se refiere a la obra de Wilde, es una comedia de enredo, tentadora y muy escandalosa en su época. Como ya hemos dicho anteriormente, es una ingeniosa crítica sobre la falsa moral, sobre el puritanismo y sobre lo políticamente correcto. La historia transcurre alrededor de lady Windermere y sus allegados, un peculiar grupo en el que nadie es lo que parece. Todo comienza el día del cumpleaños de esta noble, cuando recibe el regalo de un abanico por parte de su marido. Pero ese abanico será un gran punto de conflicto, ya que podría ser de Margaret Windermere (deliciosa Inés Kerzan) o de Molly Erlynne (efervescente Ángela Peirat), una misteriosa mujer a la que todos adoran y odian en determinados momentos de la obra. En este gran enredo no faltarán los chismorreos (deliciosa y desternillante la pareja que forman Ana Azorín y Mireia Zalve, como tía y sobrina), las puñaladas por la espalda, los malentendidos, pero sobre todo el amor y los celos, que pueden cegar a cualquiera.

Lady Windermere y miss Erlynne son dos polos opuestos, dos mujeres que dibujan el perfil de una sociedad. Windermere es una dama respetable, venerada por la sociedad londinense, puritana y algo inocente. Por su lado miss Erlynne es una mujer muy diferente, a la que iremos conociendo a lo largo de la obra. Dos personalidades muy diferentes que se convertirán en los dos polos sobre los que bascula la historia, con continuos vaivenes que nos hacen tomar partido por una o por la otra. Todo ello rodeado de un nutrido grupo de secundarios que, lejos de ayudar, avivan el fuego de la discordia entre ambas.



El trabajo que hacen Inés Kerzan y Ángela Peirat como Lady Windermere y miss Erlynne es una gozada. Inés borda a una lady Windermere tímida, recatada, ingenua, dócil, una mujer que se rige por las normas sociales y no saca los pies del tiesto. Ángela nos regala una Erlynne que es un torbellino, misteriosa, encantadora, sensual, divertida, extrovertida, imponente, seductora, es una mujer echa a si misma, luchadora y que se rige por sus propias normas (muy alejadas de las que marca la sociedad). Inés ejecuta con eficacia un papel que le viene como anillo al dedo, en el que consigue una actuación redonda, con miles de matices que nos muestran a una mujer encorsetada por la sociedad, que se deja seducir pero que permanece fiel a las reglas impuestas. Por su parte Ángela se muestra desde el primer momento provocadora, desinhibida, libre, con un personaje que es un regalo y le deja sacar todo su potencial, tanto el interpretativo que ya conocíamos como el de bailarina (que yo al menos desconocía). Como en otros montajes de la compañía, la sola presencia de Peirat revoluciona la escena.

Si imponentes están las dos actrices principales, no les van a la zaga el tándem formado por Ana Azorín y Mireia Zalve, que nos sorprenden con una de las parejas más divertidas de la función en sus papeles de la cotilla amiga de lady Windermere y su servicial e inocente sobrina. La facilidad de Ana para la comedia está de sobra contrastada. Su forma de gesticular, su facilidad para la palabra (a la velocidad que sea necesario), sus miradas, su dominio de la escena, la convierten en un filón a la hora de crear un personaje como el que interpreta en esta ocasión, cargado de malicia, de soberbia y con una lengua bastante viperina. Su naturalidad para la comedia la convierten en una actriz poderosa, que domina la escena en todo momento. Con Mireia encaja a la perfección. La joven se mimetiza con ella como si llevasen trabajando juntas toda la vida. Sus diálogos, sus coreografías, sus movimientos, todo encaja a la perfección. Mireia Zalve ha sido todo un descubrimiento, su naturalidad y su bis cómica son fabulosas.



El resto del elenco no se queda atrás. Jordi Millán es un misterioso personaje que intenta seducir a lady Windermere, aunque no le haga ascos a ninguna otra. Millán se ha convertido en una de las piezas fundamentales de los montajes de PasoAzorín, creciendo de forma exponencial con cada trabajo (su papel en "Baldosas amarillas" era una maravilla). En este caso nos ofrece un personaje burlón, pomposo, elegante, que va creciendo en presencia conforme avanza la obra, a la vez que va descomponiéndose su disfraz de galán. Junto a él, en los papeles masculinos, tenemos a Guillermo López-Acosta como el marido de lady Windermere y a Eduard Alejandre como el pretendiente de miss Erlynne y hermano del personaje de Ana Azorín. Ambos cumplen a la perfección con sus papeles de enamorados, y ambos personajes transitan los mismos lugares a lo largo de la obra. Los dos se muestran más recatados en la comedia que sus compañeros de reparto.

El otro descubrimiento de la obra es Mila Villalba, que interprete a la criada de los Windermere. La joven actriz tiene momentos deliciosos en la obra, dando siempre la puntilla a las escenas. Un papel secundario que Mila sabe elevar hasta convertirlo en uno de los más divertidos de la función. La presencia de su personaje sirve de apoyo al resto de personajes a lo largo de la obra, siendo en última instancia uno de los pilares fundamentales de la obra.




Los montajes de Ramón Paso no me suelen atraer por su escenografía, pero en este caso debo reconocer que el diseño de Javier Ruiz Alegría es uno de los pilares fundamentales de la función. El juego que hace de los distintos planos de la escena es muy interesante, utilizando telas colgadas para marcar los distintos espacios que separan las estancias. Con esta sencilla y elegante disposición de elementos consigue una mayor amplitud espacial, a la vez que da un carácter solemne y bucólico a la escenografía. Otro de los elementos más interesantes de esta composición escénica es la iluminación de Carlos Alzueta, que sabe darle distintas tonalidades a cada escena, jugando con los distintos planos que tiene la escena. Por último, hay que destacar el diseño de vestuario de Ángela Peirat, desenfadado, divertido, extravagante, muy acorde con el tono de la función.



Se que no soy objetivo al hablar de los montajes de PasoAzorín, pero se han convertido en una de las compañías más fiables de la cartelera. Dominan como pocos la comedia, han conseguido un grupo de actrices que bordan lo que hacen y Ramón sabe rodearlas de actores y actrices a los que sabe sacar el máximo. Una vez han conseguido hacer vibrar al público, que la gente se divierta, que no paren de reír a lo largo de toda la función. En este montaje introducen además números musicales, un paso lógico en su transitar por todos los recovecos de la comedia. Y por si todo esto fuera poco, siempre nos dejan una velada crítica social, una reivindicación sobre la que hablar a la salida, un compromiso que hace sus obras mucho más complejas e interesantes. No puedo acabar estas líneas sin referirme al delicioso y emocionante prólogo de la obra, un alegato sobre la figura de Oscar Wilde. Poco más puedo deciros, solo animaros a que vayáis a ver esta pieza, una de las más redondas de PasoAzorín (y eso es mucho decir). Viva el Teatro, viva la comedia y vivan revisiones de los clásicos tan actuales como esta.

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Teatro: Teatro Lara. Sala Cándido Lara
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15.
Fechas: Del 28 de Julio al 13 de Octubre. Jueves a Sábados a las 22:30.
Entradas: Desde 16€ en Teatro Lara






REPARTO

Ana Azorín
Inés Kerzan
Ángela Peirat
Eduard Alejandre
Jordi Millán
Guillermo López-Acosta
Mila Villalba
Mireia Zalve

EQUIPO TÉCNICO

PRODUCCIÓN

Pasoazorín Teatro
VERSIÓN LIBRE Y DIRECCIÓN

Ramón Paso
TRADUCCIÓN

Sandra Pedraz Decker

PRODUCCIÓN EJECUTIVA

Pasoazorín Teatro
DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN

Ines Kerzan
DISEÑO DE ESCENOGRAFÍA

Javier Ruiz Alegría
DISEÑO DE ILUMINACIÓN

Carlos Alzueta

VESTUARIO

Ángela Peirat
COREOGRAFÍA

Ángela Peirat
AYUDANTE DE DIRECCIÓN

Ainhoa Quintana
FOTOGRAFÍA

Ramón Paso
DISEÑO GRÁFICO

Ana Azorín

PRENSA Y COMUNICACIÓN

María Díaz
AYUDANTES DE PRODUCCIÓN

Sandra Pedraz Decker / Jordi Millán/ Alicia Rueda
TÉCNICO DE ILUMINACIÓN Y SONIDO

Alicia Rueda


2 comentarios:

  1. He asistido a la función y suscribo la crítica. Yo solo he encontrado un inconveniente, a la actriz Angela Peirat no se la entendía del todo bien cuando hablaba. Salvo eso, todo perfecto.

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