La distopía, la manida distopía, tan de moda en estos tiempos inciertos e inquietantes nos abruma en el Reina Victoria, nos plasma su realidad. Nos pesa. La distopía nos plantea un mundo donde las contradicciones de la ideología son llevadas a su máxima consecuencia. Todo muy random, ¿no creen? La distopía explora nuestra realidad con la intención de anticipar métodos de sociedad que derivarían en sistemas injustos y crueles.
Nos advierte sobre los peligros de esas ideologías tan extremas donde la dependencia tecnológica que hoy en día tenemos es la que más nos seduce y más miedo nos da a la vez. No es necesario que les recalque ejemplos míticos como Un mundo feliz, 1984 o Farenheit 451, o la más actual “El cuento de la criada”, pero parece que en ocasiones vamos de cabeza a esos planteamientos distópicos donde las doctrinas, en este caso tecnológicas, se erigen en sistemas totalitarios tan espantosos donde la vida no vale nada, tan distintas a las utopías personales de cada quien, donde un mundo perfecto, igualitario y justo para todos brilla por su ausencia.
“El sistema nos necesita, pero no para que cerremos los ojos”. Eso nos propone esta tarde veraniega y estival el Reina victoria. Adictos somos todos; en esta ficción donde sus personajes se ven envueltas en una trama donde la humanidad, o parte de ella, la más vulnerable (las cosas siguen igual por más que avancemos o desavancemos) se verá abocada a la alienación o la desaparición ya que somos muchos y no todos válidos para el sistema. Y una Alexa o Siri evolucionada, que incluso nos cae bien, Nova 7, cual asistente virtual, provocará un censo digital que nos aniquilará como sociedad. Hay que impedirlo. “Nova, eres casi una hija para mí”. Estela Anderson, científica de prestigio internacional y de extraordinaria inteligencia, Lola Herrera, intentará salvar al resto de sus congéneres, ayudada por la doctora Soler, jefa del departamento de psiquiatría de un avanzado hospital, Lola Baldrich, y Eva Landau, reconocida periodista y escritora, Ana Labordeta, los medios, la noticia, el poder, echará una mano también a ver si el río suena. Una aventura social y política, cargada de emociones inesperadas.
Tres actrices, algunas generaciones. Lola Herrera, acompañada por Lola Baldrich y Ana Labordeta. Tres actrices en escena para hacernos pensar y reflexionar hacia dónde va todo esto (perdonen, me llaman al móvil) Y es que, como bien reza la sinopsis, adictos somos todos. Y adictas también, y adictes, de todo. Pero no todo está perdido, el ser humano puede reaccionar, y mostrar esa rebeldía necesaria para un mundo mejor, más libre y justo.
El héroe de siempre, cual Terminador de la tecnología, dispuesto a dar la vida por sus ideales, por los demás, de una manera libre y altruista. Qué lindo sería todo. “Que maravillosa herramienta es el cerebro humano”. Y que poco lo usamos a veces. Y en estas tenemos que nuestra heroína es toda una eminencia en las tablas. Doña Lola Herrera. Inquieta, con presencia, con energía en el escenario, como no podría ser de otra manera. Estela, que se transforma, como cuando se la llevó el viento, que mira más allá, que nos hace pensar en su delirio.
En su jaula imaginaria, con toda su metáfora y simbolismo, con toda su sabiduría, dentro y fuera del escenario. Y a su vera, Lola Baldrich, con serenidad, con la pausa, con la lógica, en una sociedad virtual donde “Todo vale”, pero que conserva sus principios, pasándose al lado oscuro, en este caso, el bueno. El que lucha y siembra el caos para entorpecer al poder. Sobria en escena, presente en todo momento, incluso cuando no era el foco. Y de espejo Ana Labordeta, la periodista incisiva, la idealista, la ilusa en cierta manera. “Menuda porquería de evolución”, con escucha , con pausa, con incredulidad a veces. Con serenidad. Trío inmaculado entre colores y colores que aportan, que nos trasladan a ese futuro. Especial mención a la iluminación, maravillosa, pura, mágica.
José Manuel Guerra lo borda. Y como no, esa escenografía minimalista, escueta, ágil, por parte de Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán. Base de todo este montaje.
Quizá el conflicto se podría haber exprimido más, sin tanta llamada de teléfono. Más cosas que sucedan, no que nos cuenten. Quizá podría haber un malo en escena, en este caso malvada, que diera más juego, o una Siri más diabólica.
Hubiera sido más provechosa la tarde en este texto de Daniel Dicenta y Juanma Gómez, dirigido por la camaleónica Magüi Mira, magistral en “Los nocturnos”. Con un blanco inmaculado, estas mujeres nos plantean una realidad no tan lejana, no tan distinta a la actual, aunque nos parezca que somos libres, sabemos que no (perdonen, ahora un WhatsApp).
La
desinformación nos controla. Nos domina, solo depende de nosotros el cambio, la
vuelta a lo sencillo.
Quién sabe si algún día llegará. Esperemos que la vuelta sea placentera, aunque
permítanme que lo dude. Vengan al teatro, vivan la cultura. Seguro y segura.
Reparto
Lola Herrera
Lola Baldrich
Ana Labordeta
Equipo Artístico Y Técnico
Autor: Daniel Dicenta Herrera y Juanma Gómez
Dirección: Magüi Mira
Ayudante de dirección: Jorge Muñoz
Escenografía: Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán - Estudiodedos (AAPEE)
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Pablo Menor
Productor: Jesús Cimarro
Una producción de Pentación Espectáculos
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