El mar inundará mi país (Eduardo II) en DT Espacio Escénico

Belleza plástica en escena. Hércules , Abdero, Abmeto, Adonis, Córito, Eufemo, Euristeo, Filoctetes, Frixo, Helácatas, Hilas, Ífito, Jasón, Néstor, Nireo.  Negritud y cortinas plasticas separando la superficie y lo invisible a los ojos. Era solo el comienzo de lo que ibamos a presenciar.

Comenzaba el camino hacia las vísceras de una historia llena de podredumbre, de humillaciones, vejaciones y torturas físicas y psicológicas que se han sucedido a lo largo de la historia intentando cortar de raíz el deseo, la pasión y las ansias de vivir con libertad una sexualidad que durante siglos ha sido sesgada con el filo de una navaja, con el frío silencio que daña los huesos y alma.

Un sistema podrido, reaccionario que no tenía, ni aun hoy tiene problema en reprimir la sexualidad y en restringir la obviedad de que cada uno ame o no ame y haga con su cuerpo y su sexo lo que le de la gana.

Exhalación, hartazgo, cansancio, la valentía de aquellos que no están dispuestos a agachar la cabeza, por ellos y por aquellos que han sufrido el odio en sus carnes. Un aura de miedo inunda la sala, pero el miedo del que sabe que algún día cambiará de bando.

Una puesta en escena transgresora, no en la forma, en el fondo. Mirar a la cara, de frente sin complejos y expresar con el cuerpo, el gesto  y la mirada firme ¡este soy yo! Si no te gusta te jodes o te metes en un armario, pero este soy yo.

Víctor Barahona compone un texto complejo, de múltiples aristas. Tan políticamente correcto que duele, en tanto habla de los derechos humanos mas esenciales y que lamentablemente no todo el mundo tiene claros. Políticamente correcto porque habla de derechos esenciales, y no habla de tolerancia porque viene a ser una suerte de caridad del opresor sobre el oprimido. Es algo mas amplio, mas poderoso, habla de la libertad, al derecho de ser, en su máxima expresión. No limitar el deseo y no permitir que nadie se adueñe de él. Un texto inteligente, basado en la obra “El problemático reinado y la lamentable muerte de Eduardo II, rey de Inglaterra y la trágica caída del orgulloso Mortimer’ de Christopher Marlowe.  Teatro experimental, histórico que juega con símbolos e hipérboles, con verdad y vida.

Barahona se acompaña de un engranaje perfecto, un elenco de escucha plena, sincronía y compañerismo. Impactantes ejercicios de cinestesia en la negritud, las luces y sombras. Desde el trabajo mas tangible al mas simbólico en cuestión de segundos. Sin ruptura de la cuarta pared en apabullante acercamiento, nos interpelan, nos miran, pero no sucede, como el orgasmo que aún está por llegar.

Como punto de partida toman el reinado de Eduardo II que llegó a perder la cordura por su amante Gaveston. Ambos dilapidan una gran cantidad el dinero público en fiestas y caprichos. Montimer, en cabeza de los nobles y la reina Ana, esposa de Eduardo II, se alían para destronar al rey.

Alberto Barahona en la piel de Eduardo II, introspección y poder, hastío y sed de venganza sin fuerza para ello, el actor despliega múltiples registros a cada cual más acertado, llegando al público cercano a la ruptura de la cuarta pared.   Sonia Galán va desplegando energía, abriendo las alas durante la función hasta convertirse en una bestia, de ira y furia junto a  Aida Mercadal como contrapunto y la otra cara de la reina Ana, dotará en ocasiones de un necesario punto cómico a la pieza, mas distendido, en otros será fuego y desgarro, cambios de registro en la actriz en los que también podremos disfrutar de su inmensa voz,  Fran Vélez en el papel de Gaveston, compañerismo en escena, irradia sensualidad, sexualidad, poder, las cualidades que harán perder la cordura al rey, el actor se mueve cómodo en escena, pendiente de cada elemento, movimientos ligeros que le harán foco en cada intervención.

Personajes convertidos en actores y viceversa, para acercarnos el análisis. La nefasta gestión del rey como excusa para acabar con todo deseo sexual hacia Gaveston. En paralelo la muerte de su amante mientras él perdía la cordura y se volvía nadie. Un ser vacío que despreciaba a su mujer, mientras ella lejos de entender machacaba más su alma. Una mujer que únicamente quería ser vista, ser sentida y deseaba, embebida de celos y rabia ante lo que no podía entender.

Tendría Eduardo II otros amantes pero como siempre dejaremos que sean ustedes los que se sorprendan al verlo y descubran su devenir.

Tantos nombres a lo largo de la historia, perseguidos por vivir su homosexualidad a la luz del día, por amar a alguien de su mismo sexo. Mientras tanto, solo vemos la superficie, las fiestas, los karaokes, el color, las fiestas y lentejuelas en fiestas desinhibidas. Muchos querían a una parte de la realidad silenciada callada y vestida de discreción e indiferencia y nos tienen cantando el Tombola de Marisol. Pero como bien expresan, que no se nos olvide lo que hay detrás, el dolor y el sufrimiento que muchos aun hoy tienen que vivir. El pánico gay como instrumento jurídico existente como defensa de los perpetradores de delitos de odio, hoy en día señores, así en frío.

No hay nostalgia, no hay lágrimas en esta puesta en escena.  El público no mira lastimero el curso de la historia. Es la escucha de un grito sonoro la que invade la sala, de rebeldía y mirada al futuro sin olvidar a los que fueron y derribaron muros abrieron camino y aquí con piezas de esta excelencia seguimos. 

Ele Jota irreverente y original en el espacio escénico y sonoro, quizá un poco de ruido en escena que satura y te agita en ocasiones, es suciedad, la bilis de un sistema, de una época, energías y rabia vertidas, pero es tiempo de guerra, música y elementos audiovisuales pertinentes y que dotan de agilidad a la pieza, pero que en alguna ocasión, al converger los elementos deviene en cierto ruido.

José Muñoz en el trabajo de iluminación llevará el mar a los cuerpos, la tempestad y pocas veces la calma, escena mar a través del imaginario del faro, será letanía y reflexión de otros mundos y otras tierras, pero será cárcel y soga.  Muñoz en consonancia perfecta con la propuesta en el juego de realidades y símbolos.

Sonia Galán y Víctor Barahona eligen un vestuario que será la decadencia del burlesque, modos sardónicos en coronas y formas de poder, tonos marineros en Fran Vélez y viene a la cabeza Lorca, vestuario en Alberto Barahona que nos lleva a la corte de Inglaterra durante su reinado. 

Una bofetada de realidad, inteligente y de una precisión arrolladora.

Transgresoramente recomendable.

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Teatro: DT Espacio Escénico
Dirección: C. de la Reina, 9, 28004 Madrid
Fechas: Jueves 22 y 29, viernes 23 y 30, sábados 24 de septiembre y 1 de octubre
Entradas: Desde 12€. DT Espacio Escénico  
Duración aproximada: 60 minutos

Ficha artística:

Autoría y dirección: Víctor Barahona (sobre la obra ‘El problemático reinado y la lamentable muerte de Eduardo II, rey de Inglaterra y la trágica caída del orgulloso Mortimer’ de Christopher Marlowe)
Elenco: Alberto Barahona, Sonia Galán, Aida Mercadal y Fran Vélez
Iluminación: Jose Muñoz 
Vestuario: Sonia Galán y Víctor Barahona
Dirección musical y composición: Eider Esnaola
Espacio escénico y sonoro: Ele Jota

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