Luz tenue en la sala Lola Membrives en el Teatro Lara, símbolo de una época de dolor y ruina. De maletas viejas, y trenes hacia el exilio que como ya diría Margarita Xirgu antes de su muerte “era el más terrible de los castigos”.
Javier Demaría y Blanca Oteyza componen un texto que arroja luz entre la ruina, un destello de elegancia y humildad que nos hará recorrer la vida de Margarita Xirgu, una de esas mujeres valientes y talentosas que representan al resto de mujeres de una España teñida de gris.
Un texto que da vida a una generación, la lucha por los derechos de los trabajadores, las ansias por modernizar y culturizar a una España de ciudadanos que parecía que nunca tuvieron derecho a nada. Únicamente a trabajar y reventar su espalda. Demaría y Oteyza nos hablan de todo esto, pero de una manera muy bella. El teatro, los textos, la música, un lenguaje sencillo pero culto, que llega al espectador de manera pedagógica.
Javier Demaría toma las riendas en la dirección. No hay mítines, hay subtextos, no existe rabia, hay añoranza, y la conciencia de saber que después de todo hay que continuar caminando, cada vez con mas heridas, pero hay que continuar. Ellas bien lo sabían y aquí bien se representa.
Blanza Oteyza en la piel de Margarita Xirgu nos
llevará de la mano desde Molins de Rey hasta Montevideo. Sus primeras
actuaciones sobre una silla, teniendo ocho años, con sus tías como únicas y primeras espectadoras. Su paso por la escuela y lo que a ella mas le
gustaba, ir con su padre al Ateneo del que participaría en el grupo de teatro
aficionado. No imaginaba por aquel entonces, que sería la actriz mas reconocida
de una generación. Las inseguridades y los miedos ante sus primeras
representaciones cesaban al subir al escenario y ser ovacionada por el público.
Así, comenzó una carrera, en la que la vida y el teatro estarían
inexorablemente unidas. Veremos en Oteyza cambios de registro, múltiples arístas, cambios en el tono y en el andar en definitiva la evolución vital de Xirgu nitidamente representada.
Se enamoró de hombres, de compañeros de vida, que no cortaron sus alas como fue el caso de otras tantas mujeres que tuvieron a compañeros que no supieron entender y ellas, muchas, no pudieron volar.
Amores secretos que formaron parte de una historia que rompieron todos los esquemas y hasta la razón, pesase a quien pesase. Ella como nos cuenta, “hizo siempre lo que quiso y quiso siempre lo que hizo” .
Fabián Carbone la acompaña en directo al bandoneón, como así lo hicieron, su padre, Federico o Miguel. La música declamando, acompañando el ritmo, la entonación y una vida. Música, presencia en Carbone que representa el apoyo, el consuelo ante vivencias ingratas.
Blanca Oteyza siendo Xirgu, lo refiere, la muerte de sus padres, ver los métodos que se utilizaban para silenciar a aquellos que alzaban su voz. Fusilamientos. Y el fusilamiento de Federico García Lorca que marcaría en ella un poso de pesadumbre y negritud en el alma. Él era para ella y ella era para él. Ese tipo de relaciones que suponemos, la historia ha magnificado o que más bien suceden en energías que se unen, conexiones que nunca se podrán explicar.
La actriz cercana, dando todo de sí, no hay elementos, que perturben. Luz muy tenue, su mirada, su gesto. La palabra como foco. Su cuerpo encorvándose, acercándose, interpelando al espectador ávido de saber. Se aprecian sus huesos, golpes de voz, tos por la enfermedad pulmonar de Xirgu. Y es que Oteyza ha sido la Xirgu niña, la adolescente, la mujer y la que hasta sus últimos días no dejó de subirse a un escenario de uno u otro modo.
Pinceladas de una vida con una emotiva y elegante interpretación.
Equipo Artístico
Reparto: Blanca Oteyza
Músicos: Fabián Carbone
Equipo Técnico
Dirección: Javier Demaría
Idea original: Blanca
Oteyza
Dramaturgia:Javier
Demaría/ Blanca Oteyza
Ayudante de dirección: Rodrigo
Martinez Frau
Composición musical: Fabián
Carbone
Fotografía: Mantrana
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