La caja. Teatros Luchana


Los bares, las gentes, las culturas, los conflictos, las injusticias, las tradiciones, las personalidades. La humanidad. Las cajas. Todo esto nos ofrece el Luchana en el bar de Paco. Un bar en decadencia, aunque con clientela fija, los acólitos de todos los bares donde a golpe de taburete y barril, tres camareros de los de toda la vida esperan un día de trabajo más, insulso, casi sin clientela.


Aburrimiento por doquier. Y de repente, aparece una caja, llega una caja al bar, un paquete misterioso que abrirá las puertas a una noche de insomnio donde disparatados personajes deambularán alrededor de esa caja, cuyo contenido no desvelo para hacerles la función más inquietante. Y con la caja juegan, y con sus acepciones, como la caja registradora, hacer caja, una simple caja de mudanzas, no nos vayamos a partir la caja. 


Pero claro, tú pasa por caja no te vayas a ir de rositas. Hay que disfrutar de la vida antes de meternos en la caja. Mira a ver esa caja de la furgo para que quepa todo. No hagas tanto ruido con esa batería y su maldita caja. Pásate por la caja a ingresar este dinerillo. La caja de cambios del coche no me va muy bien. Y tantas y tantas acepciones que no acabaría, y ya la caja no me da para más. 


Pero nada que ver con el contenido de la misteriosa caja, que les hará salir de los Luchana con una conversación interesante tras la consiguiente caña, vino o refresco de rigor. Y es que unos camareros sin nada que hacer son peligrosos, auténticos rapsodas de la calle, de la vida real. “Habrá fútbol, siempre hay fútbol”. 

La fragilidad de una caja que llena la escena nos condiciona desde el minuto uno, donde estos ociosos profesionales de la barra y el fiesteo nos invitan a reflexionar con ellos, desde una mirada cómica pero profunda, con un texto bien hilado que nos llevará a situaciones cotidianas, del día a día, del antes y el después, de lo que somos y lo que fuimos. 

Entre miradas y silencios, guiños a la maravillosa compañía Tricicle, y consignas lanzadas al viento “El día que nos manifestemos los camareros, no sé lo que va a pasar”. La caja de Pandora se abrirá, aunque no físicamente, y una sucesión de personajes aparecerán para llevarnos a esa reflexión buscada, a esa mirada hacia abajo o al lado que solemos adoptar para que no nos salpiquen los problemas de los demás, siempre ajenos y triviales en comparación con los propios. 


Y ya no insinúo nada más para no destripar nada, o para no hacer el dichoso spoiler tan manido en estos días de series sin fin. Es la hora del bocata. Del descanso, del break necesario entre el trabajo diario para hablar del elenco, ese que nos lleva por aquí y por allá en ese desfile de personajes variopinto que nos suele ofrecer, o al menos ofrecía, la inquietante noche madrileña. 

A destacar el trío protagonista Paco Churruka, Óscar Redondo y Javi Rodenas, los camaretas, los sufridos camaretas. Con su tan manido ¡Qué poca gente hay hoy! Este trío con cariz cómico nos traslada a ese garito venido a menos que nos inspira ternura por lo que fue. Con una gran compenetración y respeto en escena, nos brindan la oportunidad de ser unos clientes más del bar de Paco, unos clientes excéntricos que buscan miradas y compañías evitando la soledad de la gran ciudad. Me quedo con Paco Churruka por su saber estar, por su dominio del escenario, por sus tablas y su experiencia teatral con la que se impregna el montaje. A ratos me recordaba al gran Manuel Alexandre, uno de los grandes de reparto, uno de los referentes de nuestro arte. Y le acompañan con solvencia Óscar y Javi, más frescos, más volátiles, más espontáneos ante la racionalidad de la experiencia. 

La escena del baile es maravillosa, “Un poquito de alegría, amigo, que nos estás deprimiendo a las chavalas”, junto a Mónica Caballero y Maya Reyes que nos fabrican una escena hilarante alrededor de la caja que dice mucho de nosotros y de nuestras apetencias y necesidades. Mónica y Maya ayudan a crear esa atmósfera un tanto irreal donde nos sentimos muy identificamos, a veces con pesar. 


La voz de Hicham Malayo nos acompaña durante el montaje, con registros varios, con protagonismo, con verdad y presencia. Nacho Marraco con dos papeles divergentes pone ese punto histriónico a la situación que nos ayuda a entender mucho mejor el interior del caramelo. El envoltorio es la caja. Siempre la caja. Nacho además pone la dramaturgia y la dirección del montaje, con brillantez en el planteamiento, con un dinamismo aceptable y un desenlace que nos invita, no diremos a qué. Unido al diseño de luces de Javier Botella para crear distintos ambientes dentro del bareto, esta producción de Teatro del barro nos sirve en bandeja cocida un montaje dinámico, entretenido y cargado de simbolismo y reflexión. ¿Alguien da más? Una caja de sorpresas nos ofrece la caja. 
       


Una mirada al interior que debemos atender, aunque solo sea un ratito para que el mundo donde nos encontramos sea un poco más amable. Vengan al Luchana con la caja dispuesta a todo. Reflexionen y disfruten, que en los tiempos que corren ya es mucho pedir. Vivan el teatro. Vivan la cultura. Cada vez más segura.
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Teatro: Teatros Luchana
Dirección: Calle Luchana 38.
Fechas: Hasta el 13 de Enero. Viernes 20:00.
Entradas: Desde 14,90€ en teatrosluchana.


FICHA ARTÍSTICA

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN:

Nacho Marraco

REPARTO:

Paco Churruca, Óskar Redondo, Javi Rodenas/Carlos Chacón, Maya Reyes, Mónica Caballero, Hicham Malayo y Luis Callejo/Nacho Marraco

DISEÑO DE LUCES:

Javier Botella

PRODUCCIÓN:

Teatro del barro


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