No hablaré del texto de Óscar Wilde porque su fama merecidísima es conocida por la inmensa mayoría de la gente. Es un clásico ya imprescindible del teatro británico sobre la rigidez y la hipocresía de la época victoriana. Destila humor inglés e ironía fina. Ha sido representada casi tantas veces como han repuesto "Sonrisas y lágrimas" en la tele, por ejemplo. Pero no importa, las dos son obras maestras. La genialidad de Wilde está sobradamente contrastada. Poco puedo añadir yo, salvo que aquí la tenemos de nuevo, felizmente.
Podría pensarse que con un texto
como este así cualquiera. ¿Y? El texto puede ser muy bueno, pero no basta con
eso y no puedes hacer siempre lo mismo cuando ha habido tantas versiones a lo
largo y ancho de las tramoyas teatrales. Y estos chicos lo han sabido
conseguir.
Yendo al grano, la versión de David Selvas, me ha parecido
divertidísima, inteligente, ágil, admirable en una palabra. Me ha gustado todo.
Me han gustado todos. El tiempo se me ha pasado deprisa y despacio a la vez
como cuando no quieres que algo se acabe porque lo estás saboreando. Las risas
de la gente me las he creído yo enseguida porque eran las mías también. He
aplaudido a rabiar, no me ha quedado más remedio. Y eso que he llegado un poco
frío y mosqueado porque vi a parte del público entregado demasiado pronto, casi
antes de empezar. Me temía estar asistiendo a otra puerta giratoria para
actores que se han quedado un poco fuera del candelero como le pasaba a uno de
sus protagonistas. Hacía rasca en la calle, era tarde, me hubiera quedado en
casa, aunque la noche madrileña estaba iluminada y hermosa. Pero muy pronto, tras
unos breves momentos de calentamiento, estaba ya enganchado. Y como me alegro.
La música, que apareció muy pronto,
no sobraba, y algún miedo tuve al principio. Eran buenos temas, que no
desentonaban, con chicha y gracia y no sólo pretextos para convertir todo en
musicales. La puesta en escena, la luz, si bien propias de este tipo de obras,
algo retro según alguno, estaba en su punto con transiciones muy originales y
aprovechando los espacios con soltura, dándoles protagonismo dentro y fuera de
la escena.
Y ahora voy con el reparto . He visto a los actores muy
metidos, muy creíbles, muy de verdad, apasionados. María Pujalte (Lady Bracknell)
ha estado superior, una maestra de los silencios y la ironía, con una retranca
gestual que llegó a ser sublime en algún momento. Se la notaba disfrutando,
sobrada, como en el paseíllo de un torero que sabe que va a salir por la puerta
grande. Su primera aparición en escena ha sido inconmensurable. Maravillosa. Pablo Rivero (John Worthing), quizás fue el menos brillante, pero sólo al
principio, luego muy bien, supo estar al nivel de sus compañeros. Paula Malia (Gwendolen Fairfax) fantástica con vertiginosos cambios de registro,
muy cómicos, espontáneos, juveniles. Ferrán
Vilajosana (Algernon Moncrieff, Algy) crea un personaje típicamente
inglés, un dandy cínico, cotilla, creíble y elegante, pero con
esa pose de marujo de la alta sociedad de cualquier parte. Albert Triola que se dobla en el reparto: el mayordomo de Algemon Moncrieff y el Reverendo seducido por Miss Prims. Interpreta los
dos papeles con igual acierto y gracia, y además toca la batería. Muy
victoriano y exquisito.
No hay secundarios en esta obra,
todos actúan y cantan, como tampoco lo es el personaje que realiza Gemma Brió (Miss Prism), una institutriz muy sensual, madura y afinada. Me ha
sorprendido porque la desconocía como a la mayoría. Y, por último, la
compositora, intérprete y actriz Paula Jornet
(Cecily Cardew) que lo hace todo
bien con una madurez en escena y una frescura extraordinaria. El resultado es
una obra coral donde todos brillan de varias maneras y al mismo tiempo. Me los
creo.
Me llaman la atención además
algunos guiños sutiles que señalan a nuestros tiempos, sobre política,
costumbres o doble moral en una obra que no envejece . La crítica no se hace desde
lugares comunes, sino que todo parece nuevo y original. Ese elogio de la ignorancia que entona Lady Bracknell es…insuperable.
Las
mujeres son las que toman la iniciativa en los gestos y en la seducción sin
resultar para nada forzados. Oscar Wilde
demuestra y este grupo de actores lo corrobora con él que la genialidad puede
transmitirse de generación en generación sin desgastarse.
Eso es un clásico.
Ha sido un rato muy agradable, de verdad. Merece mucho la pena.
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Teatro: Teatro Español
Dirección: Plaza de Santa Ana. Calle Príncipe 25.
Fechas: Del 19 de Enero al 19 de Febrero. De Martes a Domingos a las 19:00. 1h 45 min. aprox.
FICHA ARTÍSTICA
De: Oscar Wilde
Dirección: David Selvas
Traducción: Cristina Genebat
Con María Pujalte, Pablo Rivero, Paula Malia, Ferran Vilajosana, Paula Jornet, Albert Triola y Gemma Brió
Diseño de espacio escénico: Jose Novoa
Diseño de iluminación: Mingo Albir
Diseño de sonido: Lucas Ariel Vallejos
Diseño de vestuario: Maria Armengol
Caracterización: Paula Ayuso
Coreografía y movimiento: Pere Faura
Dirección musical: Pere Jou y Aurora Bauzà (Telemann Rec)
Composición música original: Paula Jornet
Una producción de Teatre Nacional de Catalunya, La Brutal y Bitò Produccions
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