¡¡¡ Ha estallado la revolución en el Teatro !!! Llegan Los Figurantes para poner patas arriba el Reina Victoria y reclamar el lugar que les corresponde, dejar de ser unos segundones, que se les valore y se les respete como a los actores principales. Un ingenioso punto de partida que nos llevará a lugares insospechados, todo tamizado en una desternillante comedia con tintes algo surrealistas.
Alocada, inclasificable, divertida, imprevisible, todos estos adjetivos le vienen como anillo al dedo a esta comedia. Pero detrás de este maquillaje cómico se esconde una interesante reflexión sobre el status de los figurantes en el teatro, la igualdad de oportunidades, el poder de la unidad frente a los individualismos, incluso temas más filosóficos sobre la personalidad de los personajes, la existencia misma de éstos, la posibilidad de ser nosotros mismos, de tomar nuestras propias decisiones en un mundo en el que todo está escrito y no podemos salirnos del texto.
Esta producción de Teatro del Corso, en colaboración con Estudio Ágora, recupera uno de los grandes éxitos del gran José Sanchís Sinisterra ("Ay Carmela", "Ñaque o de piojos y actores", "El cerco de Leningrado") en el que se plantea ¿Qué sucedería si de repente lo figurantes de una obra decidieran parar la representación? Con esta premisa la compañía nos propone un viaje metateatral, en el que el público es parte activa de la representación. Los miembros de este particular elenco de figurantes luchan por salir de ese segundo plano de la escena y hacerse con las riendas de la obra, y en cierto modo también de sus destinos. De este modo conoceremos a personajes de lo más peculiar y descubriremos a donde les lleva esta rebelión, en la que llegan a plantearse su propia existencia.
José Sanchís Sinisterra es uno de nuestros autores más representados e influyentes. Estrenó esta obra en el Centre Dramatic de la Generalitat Valenciana en Febrero de 1989, con dirección de Carme Portacelli. Dos años más tarde se estrenó en Madrid en la Sala Olimpia de Madrid y desde entonces se ha convertido en uno de sus textos de mayor relevancia. El propio Sinisterra reconoce que el germen de este historia nace en la época en la que trabajaba con José Luis Gómez en la dramaturgia de "La vida es sueño" para el Teatro Español. Este trabajo le dio la oportunidad de meditar sobre el destino de aquellas figuras condenadas a "aguantar la lanza". El texto está cargado de ingenio, de locuacidad, una comedia coral en el que profundiza en las penurias de los figurantes, pero que le sirve de pretexto también para ahondar en temas mucho más profundos sobre el mundo del teatro y de la vida.
Al frente del Teatro del Corso están Delfín Estévez y María José Gil, encargados de dirigir este complejo montaje en el que hasta dieciocho personajes aparecen en escena de forma simultánea. Los directores lidian a la perfección con esta multitud dándoles a todos su peso dentro de la historia y sabiendo equilibrar a la perfección las escenas multitudinarias con otras mucho más "escuetas", para que poco a poco vayamos encajando a todas estas personalidades tan diversas y disfrutando de escenas con todo tipo de disparates y extravagancias. En una meticulosa dirección de los actores, consiguen que identifiquemos los rasgos de cada uno de los personajes de forma clara, a la vez que se van tejiendo las complicidades entre algunos de ellos. Otro punto muy destacable de la dirección es la maestría con la que juegan con los ritmos y los tempos de las escenas, en un equilibrio que ayuda a que la obra no se desboque. El espectador permanece expectante ante la esperpéntica historia que vemos, en la que todo es posible.
Os contamos ahora lo que nos cuenta esta divertida y alocada historia. Momentos antes de comenzar la función estalla entre bastidores una revuelta. Se alza el telón y parece que algo extraño ocurre. O más deberíamos decir que no ocurre. En una deliciosa primera escena que marca el tono de la obra, vemos a dos figurantes que no saben muy bien lo que ocurre, solo que la obra no arranca. Y lo que ha sucedido es que un grupo de figurantes han encerrado a los actores principales para hacerse con el poder del teatro. Quieren ser los nuevos protagonistas de la función, demostrar que son igual de válidos que los actores que a diario les eclipsan. Con este punto de partida buscan igualar méritos con sus opresores, los protagonistas, y así comienzan estos dieciocho figurantes su intento de asalto al poder, que se termina convirtiendo en un cúmulo de despropósitos. Para rizar, aún más si cabe, el rizo un sorprendente descubrimiento nos traslada desde lo que parecía ser una confortable comedia hacia una inmejorable oportunidad para reflexionar sobre las paradojas de la libertad individual y colectiva.
Estamos ante una inteligente propuesta, que bajo la premisa de esta revolución nos habla de temas mucho más interesantes. El punto de inflexión de la obra, que sucede precisamente en la imagen que vemos sobre estas líneas, nos hace transitar de una alocada y extravagante comedia a una reflexión mucho más profunda e interesante. La obra pasa a una interesante búsqueda de los protagonistas desde una perspectiva filosófica y política (con el "no pasarán" incluido) de su propia identidad, tanto individual como colectiva. Brillante e interesante cambio de registro, que nos engancha mucho más y resulta mucho más interesante, tras los vertiginosos y desconcertantes minutos iniciales. Con una meticulosa disección de lo que son y de lo que aspiran a ser, los figurantes divagan, discuten, reflexionan, pelean, negocian, para ver la forma de dejar de ser solo una parte secundaria del texto escrito por el autor.
Este elenco de "rebeldes inconformistas" está formado por Toño Balach, Iván Herrero, Raúl Bravo, Elene Hernández, José María Pertusa, Cris Medina, Roge Castro, Santiago Cabrero, Félix Toribio, Ander Etxebarria, Allan do Amarante o Jaime Irurzun (se turnan en el papel del alguacil), Olga Redondo, Luisa Barbero, Lucía López Puerta, Pingüi, César Fuentes y los directores Delfín Estévez y María José Gil. Un grupo que trabaja de forma impecable, en una perfecta conjunción de cada una de sus piezas. Una propuesta coral que funciona a la perfección por el brillante trabajo de todos y cada uno de ellos.
Cabe destacar el trabajo de la pareja de frailes capuchinos a los que dan vida Toño Balach e Iván Herrero, que nos regalan unas soberbias interpretaciones perfectamente sincronizadas, tanto en el texto como en los movimientos, impecable su trabajo. También hay que destacar a una de las recién llegadas, Lucía López Puerta, que en su papel de dama 6ª es la más incendiaria de los revolucionarios. Como dijimos antes, la primera escena es de lo más gracioso de la obra, gracias a los dos guardas interpretados por Delfín Estévez y Raúl Bravo. Cada personaje nos deja su momento destacable, desde las equivocaciones de la dama 5ª Luisa Barbero o del alguacil Allan do Amarante, hasta las consultas a la madre del prisionero 3º Félix Toribio.
Todo esto sucede en la colorida y abstracta escenografía diseñada por Ainhoa Batres, en el que unos pocos elementos simbolizan el decorado de la obra que se "debería hacer". La música corre a cargo de Gonzalo García Santos y la iluminación y dirección técnica es cosa de Juanjo Herbe. En este punto queremos destacar la preciosa propuesta final de la obra, con un abrumador juego de luces y música en el que los actores nos regalan una serie de estatuas colectivas impecables. Sin duda es uno de los momentos más bellos y originales de la obra. Por último, no podemos dejar de hablar del vestuario creado por G. Bravo y Luisa Barbero, que impregna a cada uno de los figurantes de una personalidad propia. Bellos y pomposos vestidos, como no podía ser de otra manera para la obra que intentan representar tras la rebelión.
En definitiva, estamos ante una comedia alocada, ingeniosa, histriónica por momentos y delicada en otros, pero ante todo estamos ante un trabajo coral impecable. Todo el que vaya a ver la obra disfrutará de estos irreverentes y peculiares figurantes, a los que es difícil no apoyar en sus reivindicaciones (aunque no lo hagan de la forma más ortodoxa). Por poner un pero a la función, el escenario por momentos se quedaba pequeño cuando aparecen en escena todos los actores, con lo que resulta un poco confuso a ojos del espectador. Por lo demás, estamos ante una de las grandes comedias Sinisterra, en una acertada versión de Teatro del Corso. Esperemos que estén por mucho tiempo alegrando las noches de los domingos. Acudan a la revolución de los figurantes, lo disfrutarán.
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Teatro: Teatro Reina Victoria
Dirección: Carrera de San Jerónimo 24.
Fechas: Del 15 de Enero al 26 de Febrero. Domingos a las 20:30.
Entradas: Desde 18€ en Teatro Reina Victoria.
Reparto
Toño Balach
Iván Herrero
Delfín Estévez
Raúl Bravo
Elene Hernández
José María Pertusa
Cris Medina
Roge Castro
Santiago Cabrero
Félix Toribio
Ander Etxebarría
Allan do Amarante
Jaime Irurzun
Olga Redondo
Luisa Barbero
Lucía López Puerta
Pingüi
María José Gil
César Fuentes
Una producción de TEATRO DEL CORSO en colaboración con ESTUDIO ÁGORA.
Autoría: José Sanchis Sinisterra
Dirección: Delfín Estévez y María José Gil
Dirección Técnica e iluminación Juanjo Herbe.
Vestuario G. Bravo y L. Barbero.
Música Gonzalo García Santos.
Escenografía Ainhoa Batres.
Foto y diseño Nerea Jalón.
He ido ya cuatro veces a ver la obra tanto en Centros Culturales como teatros de Madrid y siempre salgo contento. Mi intención es verlo en el Reina Victoria de Madrid, un teatro de solera, seguro que descubriré otras facetas y recrear mi memoria. Os animo a ver y disfrutar del teatro con esta loquísima comedia
ResponderEliminarEs la primera vez que la veo y tengo que decir que la hora y media que dura la obra se me paso sin darme cuenta. Divertida y amable ha sido un rato estupendo y ha merecido la pena sin ninguna duda. Muy recomendable para pasar una tarde agradable y divertida.
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