Cuando pasen los años, cuando se hable de motores del cambio, se hablará de Pamela Palenciano.
Quien pretende acabar con una situación de desigualdad, siempre encuentra resistencias. De toda injusticia siempre hay un beneficiado, que pelea por mantener su reinado. Es por eso que Pamela advierte al empezar el monólogo que tiene en su haber tres denuncias, porque al parecer es peligroso hablar de la violencia sobre las mujeres, concretamente, sobre la que ella misma sufrió, no vaya a ser que tengamos una sociedad más igualitaria, sería imperdonable.
¿Acabar con comentarios sexistas, con estereotipos, con el acoso? Pamplinas, ya no se puede decir nada. ¿Que tu pareja controle tu forma de vestir, con quién te relacionas, cómo te expresas? Nada por lo que alarmarse. ¿Que te humillen, te castiguen con silencio, te aíslen?, ¿Que ya no seas la adolescente que quería bailar break dance, que ahora seas la novia del breaker porque por el camino has perdido tu identidad?, ¿Que tu primera experiencia sexual sea una violación?, ¿Que te intenten matar hasta en dos ocasiones?
No hables de eso, Pamela, que les da miedo. No hables, que es lo que se ha hecho siempre, mantener silencio, Pamela. No hables de tu vida, que es la de muchas mujeres, no levantes tu voz, que es incómoda. Sé complaciente, sonríe y aprende a esperar, como se ha hecho siempre.
Lo cierto es que cuando fui al Teatro del Barrio tenía claro el valor testimonial del monólogo, lo que no sabía, insensata de mí, es que me iba a encontrar a una actriz y comunicadora tan ágil, tan ácida, tan clara, que causa auténtica admiración. Salí y me sentí purificada, con la convicción de haber encontrado algo único: aquí, aquí está el cambio. No es que el resto del mundo no lo sepa, la que llega tarde soy yo, pero llego, que es de lo que se trata.
El monólogo lleva dos décadas circulando por el mundo, despertando conciencias. Las de hombres y mujeres, porque ella repite en varias ocasiones, como si fuera un conjuro: "no hablo de todos los hombres, no hablo de todos los hombres, no hablo de todos los hombres", uno pensaría que no hace falta la aclaración, ¿verdad? Parece que sí.
Pamela no interpreta, se transforma, usando una sudadera es Antonio, su pareja de la adolescencia, sus gestos, su forma de caminar, su forma de hablar. Vemos a Antonio y no solo a él, a muchos adolescentes que hemos conocido a lo largo de nuestra vida, que llevan la violencia pegadita a la piel. También oímos la peor de las trampas: Antonio es un chulo pero es que cuando está conmigo es tan tierno, soy especial y seguimos subiendo escalones. La confusión, ¿por qué me trata así si me quiere? Y la espiral en la que no entendemos nada, en la que todo se desdibuja, porque un maltratador no es un monstruo las 24 horas del día. Por eso es tan importante su testimonio, para analizar, para analizarnos.
Y no, no tenemos delante a una santa, Santa Pamela de Andújar, patrona de Jaén, tenemos a una persona con toda su complejidad, pero a una persona enormemente valiente. Me pasa una cosa y es que a menudo me pregunto qué diferencia supone mi existencia en el mundo, qué estoy dejando, qué aporto, todavía no tengo una respuesta clara, pero sé la respuesta que podría tener ella, estás ayudando a mucha gente a sanar.
Nos cuenta que su abuela cantaba, que tenia una voz preciosa que ha heredado su hermana, todavía no se ha dado cuenta de que también tiene una voz preciosa que queremos seguir escuchando.
FICHA ARTÍSTICA
Autora y actriz: Pamela Palenciano
Dirección: Darío Valtáncoli
Producción: Iván Larreynaga
Comunicaciones: Karla Molina Montalvo
Diseño de Iluminación: Tony Sánchez
Fotografía Cartel: Pamela Aguayo Portillo
Para más información:
https://nosoloduelenlosgolpes.com/la-obra-no-solo-duelen-los-golpes
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