Ternura y reivindicación, porque las Pacas del mundo también se hartan.
Paca trabaja en una oficina, como otros tantos, sin embargo, ella tiene algo que le bulle dentro, un cascabelillo de optimismo. Todos sabemos reconocer a una Paca, esa que te da los buenos días, sonríe y te hace sentir mejor con el mundo, con la humanidad, que es medio desastre y todo pureza, que corre como modus vivendi.
También sabemos reconocer a nuestro Jaime, ese compañero que te mira mal cuando percibe cualquier atisbo de felicidad, al que el bienestar ajeno parece provocarle sarpullido, que dice con su cara: ¡mírala, disfrutando, menuda falta de respeto!
A Jaime no lo vemos, lo intuimos a través de la mirada de Paca, pero sabemos perfectamente cómo es.
Irene Quintana nos regala a ese ser luminoso que aprovecha un teclado para simular una carrera de Fórmula 1 o que se arranca por bulerías, ¡ole, Paquita!
También baila, pero ojo, que eso molesta: Hola, señor Director, sí, estaba bailando, ¿a Tina Turner? No, a Michael, a Michael Jackson. ¿No puedo bailar a Michael? No, vale, ¿y a Tina? Tampoco. Bueno, Jaime, que creo que me tengo que ir yendo.
Y así llega a su siguiente destino, Patoencuestas, donde tiene de compañera a Lola y habla con tres personas, María Jesús (Mariaje, como prefiere que la llamen), Joaquín y Tina. En esos diálogos pasamos por una escena dramática y hasta por un tonteo, porque Irene se mueve en todos esos registros con total naturalidad y Paca va anclada a la vida, sintiendo intensamente.
Por último, conduce un programa de radio, Cafés por el mundo, en el que entrevista a tres mujeres, Tracy, del Condado de Sussex, Nura y Alexa, de Polonia, en las que Irene nos vuelve a demostrar que le sobra gracia y naturalidad para ponerse en distintas pieles. A conducir este programa la ayuda Quique, la ayuda o la desespera, porque le recuerda de forma constante que tienen diez minutos menos y otra vez la vida a contrarreloj.
Paca se vuelca, comprende, es la nota amable, la que busca la complicidad del otro, pero no es inmune, porque ella también se cansa de ser siempre la que entrega, de que no se valore su trabajo, de que no la dejen crecer, se harta y dice: he decidido que os voy a dejar de sonreír.
Cuidemos a las Pacas de nuestra vida, que son profundamente rebeldes, valoremos el acto revolucionario de su existencia, porque en un mundo en el que nada importa, en el que nadie mira, ser amable supone ir a contracorriente. Os abrazo, Paca e Irene, porque entiendo que quiero ser de las vuestras.
Adiós, Paca, forma parte del ciclo Plataforma III del Teatro Español, de impulso y difusión de la creación emergente.
Dramaturgia: Eva Carrera e Irene Quintana
Dirección: Eva Carrera
Con Irene Quintana
Composición música original: Milo Giraldo
Fotografía: Dani Jaén y Lucía Sánchez
Diseño de iluminación: Yolanda Berasategui
Una producción de Farsantas
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