Teatro: Ausencia de Bernarda. Teatro Lara.

Nos adentramos en la sala Lola Membrives del Teatro Lara para asistir a lo nuevo de Ramón Paso. ¿Una versión de La casa de Bernarda Alba? nada más lejos de la realidad. El autor nos propone un juego en el que deslizarnos como espías por esa casa cerrada a cal y canto, en el que las hijas de Bernarda sufren su encierro y anhelan la libertad, la vida al otro lado de los muros de la casa. Por eso Ramón indaga en los deseos de las chicas, en sus sueños y los obsesiones, para caminar al lado de la obra de Lorca pero intentando engrandecer los personajes de las cinco hijas y buscar todo lo que escondía en esa casa enlutada.



Esta nueva producción de Ramón Paso y sus chicas de PasoAzorín Teatro se estrenó allá por el mes de Marzo en nuestra añorada sala Nueve Norte Teatro. El impacto fue inmediato, prorrogando varios meses, hasta el cierre de la emblemática sala, a finales de Mayo. Ahora aterrizan en la sala Lola Membrives del Teatro Lara para hacer las delicias de todo el que quiera ver esta particular versión (más bien podríamos hablar de una historia en paralelo, una obra basada en) de la obra de Federico García Lorca. Las emociones están aseguradas, el humor que se entrelaza con la angustia del encierro. Todos los ingredientes para ser uno de los fijos que no hay que perderse en este Madrid abrasador.


Como decimos, esta producción de PasoAzorín Teatro se estrenó fuera del Lara, cosa poco habitual. Mientras, cerraban temporada en el Teatro Reina Victoria con "Sueños de un seductor" y "Usted tiene ojos de mujer fatal... en la radio" (que volverá en Septiembre), y en el Lara continúan con "Filomena", "La importancia de llamarse Ernesto" y han terminado temporada de "Otra vuelta de tuerca" (volverán el 12 de Septiembre). La compañía más activa del panorama madrileño (han llegado a tener hasta 6 o 7 montajes en cartel) da un nuevo giro a su ya extensa nómina de autores "revisados" para poner patas arriba, nada más y nada menos, La casa de Bernarda Alba. Tras las irreverentes y deliciosas versiones de Wilde o Allen, toca el turno de Lorca, pero lejos de hacer una versión de esta tragedia, crean una historia que discurre en paralelo a la del poeta granadino, para contarnos lo que pasaba en la casa en ausencia de la dictatorial Bernarda.


Ramón Paso vuelve a la doble faceta de dramaturgo y director para llevar a cabo esta interesante propuesta que pone todo el foco en las hijas, en su sororidad y su complicidad, en sus apoyos y sus desavenencias. Como suele ser habitual cuando Ramón versiona un texto clásico, nos propone verlo desde su universo particular, ese que ha seducido a propios y extraños en sus textos propios. En esta ocasión esta adaptación nos desvela a unas jóvenes excitadas, impetuosas, necesitadas de la vida que les coarta su madre ausente, que nos les permite abandonar ese eterno luto. Aunque por momentos echemos de menos la tragedia lorquiana, o por momentos querríamos más dosis del Ramón Paso más irreverente, la unión de estos dos universos tan antagónicos (quizás por ello Paso haya tardado tanto en lanzarse a versionar a Lorca) funciona por la inteligencia de Ramón a la hora de mantener la esencia de la obra, destilando en todo momento la angustia de las hijas por su encierro, por su luto, por la manera en que son coartadas sus ansias de juventud. Sin traicionar la tragedia del poeta granadino, nos la muestra con aire más lúdico, con ese modo gamberro tan personal, todo en modo rock and roll (vehemente, juguetón, callejero, festivo).

Desde la dirección, Paso consigue atar en corto su esencia, para acercarse más al virtuosismo lorquiano. Aún así consigue ser fiel a si mismo, haciendo de las hijas de Bernarda auténticas bombas de relojería a punto de estallar y jugando con un decorado minimalista al que saca el mayor rédito (el juego con las piezas escénicas es uno de los elementos más interesantes de la propuesta). Ramón busca en la esencia de la obra de Lorca, indaga en los personajes que en la obra permanecen en los márgenes, y de ahí saca esta obra en la que pone el foco en los anhelos, en las mortajas, en la opresión, en las imposiciones que llevan a las hijas a vivir encerradas bajo la inquisidora mirada de Bernarda y de Poncia (aquí un personaje mucho más cercano a las hijas, mitad cómplice mitad confidente). Es interesante como el yugo de la madre sobrevuela toda la obra sin la necesidad de que aparezca en escena. Es tal la mitología que alberga este personaje que no es necesario que se la vea, con solo nombrarla las hijas permanecen firmes. Una vez asumida a ausencia de la matriarca, todo comienza a fluir en este mundo de emociones y deseos que se esconden tras los muros de la casa. 

La pieza se acerca más al estilo de PasoAzorín, con su carácter irreverente y festivo, que a la solemnidad de la obra lorquiana. Un tono mucho más lúdico que el tenebroso que invade al gran clásico del autor granadino. Como no podía ser de otro modo, el drama y la claustrofobia del encierro sobrevuelan toda la obra, pero desde un lugar mucho menos angustioso. El continuo juego de las chicas, la incursión del personaje de Pepe, la complicidad de Poncia con ellas, todo rezuma jolgorio y diversión en la propuesta, pese al tono dramático de lo que ocurre en escena.


La historia nos lleva a esa casa tantas veces visitada, en la que todo parece estar amortajado, encapsulado, supeditado a la rectitud casi paranoica de la matriarca. Ese lugar en el que conviven dos generaciones antagónicas de mujeres, en el que la alegría y la libertad no existen o son miradas con recelo. Hasta aquí lo que ya conocíamos del clásico de Federico García Lorca. Pero con la ausencia de la madre, todo cobra un cáliz distinto. La obra, lejos de ser una versión al uso, se nos muestra como una realidad paralela en la que descubrimos lo que pasa cuando Bernarda no está en la casa. Conoceremos más en profundidad a Angustias, Martirio, Adela, Magdalena y Amelia, las hijas que viven encorsetadas bajo las estrictas normas de su progenitora.

Esta nueva propuesta, que mantiene el setenta por ciento del texto original, se centra en la figura de las hijas, con la presencia de Poncia como nexo de unión con la madre y con sus imposiciones. De este modo, se ahonda en la personalidad de las hijas y en las relaciones de unas con otras, rellenando espacios desconocidos de cada una de ellas. A ello se le unen un par de elementos de "cosecha propia" que dan a la pieza mayor actualidad. La danza aparece para hacer más liviano el encierro de las chicas, y de este modo quitarle carga dramática a la obra, dotándola de una ligereza muy del gusto de la compañía, y que el público también agradece. También choca la ausencia de la madre, que aunque sobrevuela toda la obra, no aparece en escena. Por último, pasa lo contrario con el personaje de Pepe el Romano, presente físicamente, al contrario que en el original.


Como suele ser habitual en los montajes de PasoAzorín Teatro, uno de los puntos fuertes de este montaje es el impecable elenco, destacando Ana Azorín, Ángela Peirat e Inés Kerzan, las habituales en todas sus obras. Con unos perfiles muy definidos, cada una de ellas exprime al máximo sus virtudes para componer unos personajes muy reconocibles e interesantes. En esta ocasión Ana Azorín da vida a Poncia, que sirve de guía y de cómplice con las hijas de Bernarda. Una vez más, Azorín demuestra su saber hacer, llevando el ritmo y el peso de la función, haciendo de puente entre la ausente Bernarda y las chicas. Su Poncia es todo temperamento, ingenio, con esa comicidad que la caracteriza y con el talante de la mujer que aúna al resto de los personajes. Una vez más, Ana nos divierte, nos convence y nos confirma que domina como pocas el espacio escénico y los secretos de la comedia.

Junto a ella, Inés Kerzan interpreta a una Angustias combativa, empoderada y protectora con sus hermanas. La actriz se crece en este papel protector, lo cual le da presencia y fuerza, lo que hace que su personaje gane en rotundidad y su actuación resulte poderosa. Sabe jugar con esa fragilidad que la caracteriza para dotar a su personaje de una interesante carga dramática. La tercera de las actrices, la siempre enérgica Ángela Peirat, da vida a una Martirio infantil e ingenua, tan llena de vitalidad que se lleva por delante a sus hermanas. Un torbellino que, como siempre, nos deja extasiados con su expresión corporal, con el dominio que tiene del movimiento y con la energía que impregna a sus interpretaciones. 



A ellas tres se les unen en esta ocasión Alba Barbero como Adela, Paula de León en el papel de Magdalena, Clara Romeu interpretando a Amelia, y Jordi Millán (uno de los actores habituales de la compañía) dando vida a Pepe el Romano. Barbero nos regala una una Adela frágil y adorable, destacando su escena con Jordi Millán, llena de poesía y delicadeza. Paula de León (que sustituye a Mireia Zalve) es una Magdalena impecable, que sabe dotar al personaje de carga dramática al tiempo de se la ve tierna e inocente. Una acertada composición de personaje, que se mueve con destreza entre lo orgánico y lo impulsivo. Clara Romeu es el descubrimiento (al menos para nosotros) de esta obra. Su personaje de Amelia lo tiene todo, es seductora pero con una inquietante dualidad, es alocada pero siempre parece estar provocando, un personaje lleno de matices que la actriz consigue potenciar al máximo. Y por último tenemos a Jordi Millán. que cumple en sus contadas apariciones.




Otro de los elementos destacables de este montaje es la proposición musical. Una banda sonora con temas de rock que llena la escena de fuerza, de ritmo, de energía, quitándole dramatismo y siendo fiel al carácter siempre irreverente y juguetón de Ramón Paso. Con estos momentos musicales (con unas divertidas coreografías creadas por Ángela Peirat, que se ha encargado también de diseñar el vestuario) la obra nos devuelve a nuestros días, actualiza el contexto, lo hace aún más cercano. El otro elemento que queremos destacar es la minimalista escenografía, tan característica de los montajes de PasoAzorín. Tan solo necesitan cinco banquetas y taburetes pintados de rojo y de diferentes tamaños, para ir creando, de forma ciertamente ingeniosa, todos los espacios por los que transcurre la historia, desde unas escaleras a las puertas y ventanas por las que las chicas se relacionan con el exterior. Este juego de elementos móviles nos deja momentos poéticos visualmente muy impactantes. Por último, la iluminación a cargo de Carlos Alzueta, ayuda a crear ese ambiente tenebroso del encierro al que son sometidas las protagonistas.


En definitiva, estamos ante una nueva adaptación al mundo de Paso de uno de los clásicos. Y en este caso parecía más complicado que en otros casos, ya que Lorca y el universo tan reconocible de PasoAzorín parecen antagónicos. Pero Ramón Paso ha conseguido llevar a su terreno este clásico, darle su impronta, contarnos la historia desde otro lugar, poner el foco en las hijas dejando fuera de foco a Bernarda. Una apuesta arriesgada pero que funciona a la perfección, con un elenco de actrices deslumbrantes. Sin tanta carga dramática como la obra lorquiana, esta propuesta nos divierte, nos emociona, nos remueve, nos interesa. Es evidente, ya desde el título, que no veníamos a ver una versión al uso, pero lejos de perjudicar esta nueva visión potencia el montaje, ya que lo libera de ataduras y deja volar a los personajes con naturalidad y con el humor tan desenfadado de Paso. Un nuevo acierto, una nueva adaptación tan personal como sugerente, un ejemplo más de la versatilidad de este gran director, que se atreve con todo y sale siempre victorioso. No se me ocurre mejor plan para este verano.

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Teatro: Teatro Lara. Sala Lola Membrives
Dirección: Corredera baja de San Pablo 15.
Fechas: Del 20 de Junio al 5 de Septiembre. Martes a las 22:00.
Duración: 80 minutos.
Entradas: Desde 12€ en Teatro Lara.


EQUIPO ARTÍSTICO

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Ramón Paso

REPARTO: Inés Kerzan, Ana Azorín, Ángela Peirat, Alba Barbero, Jordi Millán, Paula de León, Clara Romeu


EQUIPO TÉCNICO

Sobre “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca

ESCRITA Y DIRIGIDA POR


RAMÓN PASO

PRODUCCIÓN EJECUTIVA



PASOAZORÍN TEATRO

DIRECCIÓN DE PRODUCCIÓN

INÉS KERZAN

ILUMINACIÓN

CARLOS ALZUETA

COREOGRAFÍAS

ÁNGELA PEIRAT

ESPACIO ESCÉNICO

RAMÓN PASO

VESTUARIO

ÁNGELA PEIRAT

FOTOGRAFÍA

RAMÓN PASO
AYUDANTE DE DIRECCIÓN

AINHOA QUINTANA
DISEÑO GRÁFICO

ANA AZORÍN
PRENSA Y COMUNICACIÓN

MARÍA DÍAZ

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