El
Teatro del Barrio nos trae la obra "Arrancamiento", producción de La laboratoria
y el Museo Reina Sofía. Obra necesaria para hacerse una idea algo más clara del
tema que hasta ayer para mí y seguro para parte del público no existía.
Un
espectáculo que mezcla lo documental y lo periodístico para mostrarnos como hay
una clase de justicia que castiga a esas madres a quienes se supone tienen que
defender. La sinopsis que podemos leer de la obra dice así:
Según el Consejo de Europa, 1 de cada 5 menores sufre violencia sexual antes de cumplir 18 años. En España no hay estadísticas oficiales, pero un estudio reciente, centrado en el país, supera dicha estimación. 2 de cada 5 niños y niñas lo han padecido.
¿Sabéis
lo que es un arrancamiento?
Dura
apenas un instante, pero hasta llegar a él, las madres pasan por un largo
proceso de denuncias, descrédito, pérdida de la custodia y criminalización.
Sin
preparación ni acompañamiento, cuerpos de policía armados arrancan a un niño o
niña de corta edad de los brazos de su madre por orden judicial.
Y
ya desde el primer minuto la obra te va golpeando el estómago porque de
primeras no entiendes como hay gente que puede hacer daño a menores y más si
son sus progenitores.
En
este monólogo donde Pamela Palenciano interpreta a varios personajes basados en hechos reales, pone ante nosotros una realidad deleznable. Nos cuenta historias de madres
luchadoras e hijos desdibujados, padres abusadores y un sistema judicial que
perpetúa este sistema. Y todo ello anunciando desde el principio que no es todo
el sistema judicial, ni todos los padres son abusadores, ni todos los hombres
maltratadores (hago explícita esta observación porque la repite en varias
ocasiones).
Este proyecto es fruto
de trece años de trabajo y de conocer de cerca el caso de su compañera
Celia Garrido, que le habló sobre un arrancamiento.
Si bien la propuesta
escénica se pensó en formato podcast finalmente se decantaron por el teatro y
para ello utilizaron crowdfunding
para ponerla en pie.
Con una cuidada
escenografía que permite interpretar y poner voz a varios personajes en este
periplo dramático. El uso de videos y audios de casos reales, testimonios
ficcionados de situaciones donde niños han experimentado ese arrancamiento.
Menores que se han visto obligados a vivir con su abusador y que nadie les has
creído. Con un guiño al Rubiales que quita un poco de tensión al momento, el
resto es una bofetada para el público. Desde los procesos judiciales hasta las
declaraciones de Richard Alan Gatner, padre del SAP.
Este psiquiatra defensor
de la pedofilia popularizó este síndrome de alienación que ha sido desaconsejado
tanto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como por el Consejo General
del Poder Judicial. Siendo sus declaraciones algo demenciales es uno de los
puntos más impactantes de la obra.
Supongo que el trabajo actoral y de dramaturgia han tenido que ser un proceso doloroso y cuidadoso para no caer en el sensacionalismo. Un desgaste emocional tratándose del tema que es y que ese dolor e impotencia se trasmita al público sin amarillismo es de un gran valor actoral.
La puesta en escena se apoya en una ingente cantidad de papeles, metáfora del laberinto que es a veces el sistema y en una luz que intenta difuminar la densidad de la historia. La música que acompaña a la obra es lo único al final que te reconcilia un poco con el ser humano. Después de tanta rabia y oscuridad la música es amor.
Acabar con un fragmento de la
obra: "papá me pega, papá me hace daño, papá no me quiere". La mamá acompaña
esa denuncia con pruebas que ha buscado a partir de informes médicos o psicosociales.
Pero la imagen que se construye de ella en este proceso es que tiene ganas de
hostigar al padre, manipularlo, destrozar su vida. Pero como repite Pamela, no todos los jueces
y no todos los padres son así.
Vayan a verla porque a veces el teatro nos muestra como en ocasiones la realidad supera a la ficción y ésta es un Infierno.
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