El Teatro Español celebra este año su 440 aniversario y para ello nos invita a un viaje a lo largo de esos años con Arder y no quemarse. La historia ficcionada del teatro más antiguo del mundo con representación de forma continuada.
Supongo
que el principal reto a la hora de afrontar un montaje como éste ha sido doble;
por un lado como condensar tantos años de historia en poco más de dos horas y
por otro como construir la dramaturgia.
El
actual Teatro Español tiene su origen en una autorización decretada por el rey
Felipe II en 1565 para establecer con carácter permanente en Madrid una
denominada Cofradía de la Sagrada Pasión, que disfrutaría de un espacio para la
representación de comedias. La Cofradía adquirió el espacio en el que
actualmente se sitúa el teatro, en la calle del Príncipe, en 1582 y el 21 de
septiembre del año siguiente quedaba inaugurado. De Corral de comedias cambió
su nombre a Teatro del Príncipe, hasta que finalmente en 1849 reinando Isabel
II adquirió el nombre de Teatro Español.
La
representación se inicia hace relativamente poco, en 1975 con la compañía de
teatro reconstruyendo para Televisión Española el incendio que destruyó una
parte importante del teatro durante el ensayo de 7.000 gallinas y un
camello, que mantuvo el teatro cerrado durante casi cinco años. Una recreación
de otra época, de los tiempos del blanco y negro.
Como
decía Arder y no quemarse es la historia del Teatro Español una historia con
constante saltos en el tiempo; desde la disputa en sus inicios de las dos
cofradías que compran el terreno de la Calle Príncipe y la pugna entre éste y
el corral de comedias de la Calle de la Cruz, pasando por la “inauguración” en
1583 con El convidado de Lope de Rueda.
La enorme importancia que tuvo la representación de La dama boba
de Lope de Vega en 1613.
Pero si algo llama la atención en la historia del Teatro Español
es la cantidad y gravedad de sucesos que lo han asolado. Además del ya
mencionado en 1975, en 1802 sufrió otro incendio. En 1887 se hundió el
escenario y el Ayuntamiento dictó una orden de demolición, que por suerte y
esas cosas propias de la Administración no llegó a ejecutarse. Y como no hay
dos sin tres en 1991 otro incendio vino a acrecentar la leyenda de inmortalidad
del Teatro Español.
Pero sin lugar a dudas el peor momento por el que pasó el teatro
fue el verano de 1802 donde según cuentan sólo se conservó la estructura
exterior.
El arquitecto del Museo del Prado, Juan de Villanueva fue el
responsable de la “reconstrucción”; a el le debemos los planos y es el
diseñador de la fachada tal y como la conocemos actualmente.
Arder y no quemarse es básicamente la historia del Teatro Español,
pero una historia muy loca y divertida, contada de modos muy distintos y por
momentos surrealista.
A lo largo de algo más de dos horas pasan por allí lo más florido
del ámbito político, social y cultural de todos estos siglos.
Desde Felipe II, Felipe V, pasando por Sachetti, Ventura Rodríguez y continuando con Jerónima de Burgos o Isidoro Maiquez y por supuesto autores como Lope de Vega, Lope de Rueda, Moratín, Jacinto Benavente ,Pérez Galdós Valle Inclán o García Lorca. Sin olvidar grandes actrices como María Guerrero, Margarita Xirgú….
Como no, nos recuerdan el precio de las butacas allá por el año
1935 que era de 5 céntimos.
Quizás
lo único que me dejó algo frío fue el papel de Valle Inclán reducido a un
personaje bufonesco, casi ridículo y que no venía mucho a cuento.
Por otro lado, sin lugar a dudas hubo dos momentos por encima de
todos que me entusiasmaron. Uno de ellos fue la conversación entre Cipriano
Rivas Cheriff y Margarita Xirgú en relación con la programación que cada uno
quería para el teatro y otro -impecable- dos momentos distantes en el tiempo
más de 100 años y a la vez tan similares. En un lado del escenario Isidoro
Maiquez y Antonia Prado en 1816 cuando son “desterrados” del teatro Español y
paralelamente en la otra mitad del escenario Rivas Cheriff y Margarita Xirgu
poco antes del golpe militar de 1936 cuando ella plantea su marcha a América.
Una auténtica delicia.
Sobresaliente Elisa Sanz en el espacio escénico, muy
cambiante y adaptándose en todo momento a la época por la que transitábamos.
Una muy bien seleccionada iluminación de Alvaro Guisado y un
vestuario muy cuidado de Igone Teso no hacen sino cerrar un
perfecto círculo que complementa a la perfección la dramaturgia. Mención
especial para Jose Pablo Polo en el espacio sonoro y la composición
musical, así como a Pepe Hannan responsable de la coordinación
musical. Para Hannan "la música es otro tipo de dramaturgia y logra dar
sensibilidad, además de endulzar estos 440 años".
La dramaturgia corre a cargo de Jose Padilla y la compañía Grumelot
que han sabido condensar tanta y tanta historia en algo más de dos horas.
Suponía un riesgo a la hora de seleccionar personajes y acontecimientos el
hecho de dejarse algunos en el tintero pero no eché en falta a nadie.
La dirección corre a cargo de Íñigo Rodríguez-Claro; actor y
director, licenciado en Arte Dramático por la RESAD y Doctorado en Humanidades
en la Universidad Carlos III.
Explica que la obra “germinó en un momento de crisis
en el que necesitaba visualizar un futuro paisaje de reconstrucción, de regeneración y de
transformación interior: diseccionar la historia del teatro, para
diseccionarse a uno mismo”.
En relación con la supervivencia del Teatro Español a tantos y tan
graves sucesos entiende que ha sido “gracias a las personas y a los equipos, que
se dedicaron a algo que está muriendo y renaciendo constantemente: este
edificio es un símbolo de resiliencia”.
En cuanto al extenso elenco lo forman Bentor Albelo, Pablo
Chaves, Marc Domingo Carulla, Mariano Estudillo, María Gálvez, Carlota
Gaviño, Pepe Hannan, Javier Lara, Cristina Martínez Gutiérrez y Mikele
Urroz Zabalza.
Magnífico trabajo el de tod@s ell@s y aunque es injusto
destacar a alguno sobre los demás, lo haré con Carlota Gaviño a quien pudimos disfrutar en La voluntad de creer, Supernormales o Lectura fácil y con
Javier Lara, una debilidad desde que le descubrí en Numancia y
posteriormente en el Pato Salvaje.
Personalmente me
gustó mucho, me divertí, me reí y me emocioné. Siento no recordar cual fue la
primera vez que fui al Teatro Español, pero lo que tengo claro es que después
de esa primera vez que no recuerdo han sido muchas las veces que he ido tanto a
la sala Principal como a la sala Margarita Xirgú y siempre lo hago con la misma
ilusión como si fuera la primera vez que fuera.
* * * * * * *
Teatro: Teatro Español.
Dirección: Plaza de Santa Ana C/ Príncipe,
25.
Fechas: Del 10 al 29 de octubre.
Martes a domingo a las 19.00 horas.
Entradas: De 6 a 22 €.
Ficha artística y técnica
Dramaturgia Jose Padilla y Grumelot.
Dirección Iñigo Rodríguez-Claro.
Con Bentor Albelo, Pablo Chaves, Marc Domingo Carulla, Mariano
Estudillo, María Gálvez, Carlota Gaviño, Pepe Hannan, Javier Lara, Cristina
Martínez Gutiérrez y Mikele Urroz Zabalza.
Diseño de espacio escénico Elisa Sanz (AAPEE).
Diseño de vestuario Igone Teso (AAPEE).
Diseño de espacio sonoro y composición música original José Pablo Polo.
Diseño de iluminación Álvaro Guisado (AAI).
Diseño de audiovisuales [ la dalia negra ].
Diseño de video mapping Jorge Vila.
Coordinación musical y asesoría de canto Pepe Hannan.
Movimiento escénico José Juan Rodríguez.
Investigación y asesoría histórica Noelia Burgaleta Areces.
Ayudante de dirección Javier L. Patiño.
Residente ayudantía de dirección Teatro Español Cristina Hermida.
Agradecimientos Pueblos en arte, Exlímite, Espacio PuntoCero y a
todos los trabajadores del pasado y el presente del Teatro Español.
Una producción de Teatro Español en coproducción
con Grumelot y la colaboración de GNP.
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