Teatro: La madre de Frankenstein. Teatro María Guerrero

Hay eventos teatrales que desde su anuncio quedan marcados en las agendas como los destacados de la temporada. En este caso las expectativas han arrasado a los más optimistas, agotando las entradas de todos los pases incluso antes de su estreno. No era para menos. Uno de los títulos de mayor éxito de la añorada Almudena Grandes, llevada a las tablas por Carme Portaceli y con un reparto de lujo encabezado por la gran Blanca Portillo. Y como era de esperar, la obra no defrauda. Emociona, desgarra, golpea, divierte, conmociona. Teatro con mayúsculas para una de las obras cumbre de la obra de una de nuestras escritoras más comprometidas con la historia de nuestro país, con su majestuosa serie "Episodios de una Guerra Interminable".


Hemos leído muchas cosas sobre este montaje en el que se versiona la imponente novela de Almudena Grandes. La propia Blanca Portillo, amiga de la autora madrileña, quiere pensar que la escritora estaría encantada con esta adaptación del que se ha convertido en el último de sus relatos sobre nuestro país a lo largo de las décadas posteriores a la Guerra Civil (quedaron dos títulos sin terminar por el fallecimiento de la escritora). Fue la autora de "El corazón helado" o "Los aires difíciles" la que encargó a Carme Portaceli este montaje sobre una de sus obras más emblemáticas, en el que conoceremos a Aurora Rodríguez Carballeira, un personaje oscuro y lleno de misterio, que sirvió de punto de partida para crear "La madre de Frankenstein". 


Esta producción del Centro Dramático Nacional y el Teatro Nacional de Cataluña nos traslada, en este quinto Episodio de la fabulosa serie sobre nuestra historia reciente, a los años cincuenta del siglo pasado, a una España rancia y destruida, a la oscuridad de una dictadura en la que la propia subsistencia era toda una hazaña. Y nos muestra la vida en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, fiel reflejo de todo el oscurantismo, de los miedos, de la censura, del dolor, de la clandestinidad, de la opresión, de la sinrazón de un país gobernado con mano dura por una dictadura que sólo quería acabar con cualquier vestigio relacionado con la República y su forma de ver la vida. La obra es el fiel reflejo de un país condenado, encadenado, en el que la Iglesia y las élites sociales y militares, campaban a sus anchas sin importarles las consecuencias de sus actos.


El maravilloso texto de la novela de Almudena Grandes ha sido adaptado por Anna María Ricart Codina, en un impecable trabajo que mantiene la esencia de la novela, con toda su crudeza, su honestidad, su mirada optimista de un mundo en ruinas, esa visión de los perdedores que siguen luchando por sus ideales aunque sepan que todo está perdido. El trabajo ha tenido que ser arduo, por la complejidad de la historia, por la minuciosidad que Almudena Grandes impregnaba a sus novelas, por el complejo entramado de vidas que se entrelazan para crear esta apabullante y compleja visión de la España de mediados del pasado siglo, en la que los vencidos luchan cada día por mantenerse vivos, entre la clandestinidad y la mentira, entre el rigor de las normas y las ganas por seguir luchando.


Ricart Codina es la responsable de brillantes adaptaciones como la de "Jane Eyre" que también dirigió Carme Portaceli en el Teatro Español, o de textos tan interesantes como el de "Hay alguien en el bosque", que se pudo ver la pasada temporada en el Teatro de La Abadía (a donde regresará esta temporada con "Moríos"). En este caso ha sabido transmitir el dolor, el hastío, el miedo, la esperanza, el silencio, el drama, todas las pequeñas sensaciones de un amalgama de personajes de los que ha sabido transmitir todas sus complejidades, para que cada uno se convierta en pieza fundamental de este complejo retrato de la posguerra.






La directora Carme Portaceli, como ya hemos comentado, recibió el encargo de la propia Almudena Grandes de llevar al teatro esta novela. "La madre de Frankenstein" nos narra la vida en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos de Aurora Rodríguez Carballeira, desde que asesina a su hija hasta su muerte. Este es el hecho real que sirvió a la autora para crear a su alrededor un complejo mundo en el que conoceremos la España de aquellos años desde la perspectiva de los más diversos personajes. La directora reconoce que "hemos intentado ser fieles a Almudena porque es la única manera de entender este texto y honrar su grandeza". Un trabajo que ha cuidado con una delicadeza ejemplar, para dejar al descubierto la crudeza de lo que cuenta, la vulnerabilidad de los personajes, la tensión palpable en ese ambiente dictatorial. La obra mantiene el ritmo de este entramado de historias en el que iremos conociendo la realidad de los distintos protagonistas a lo largo de casi cuatro horas de montaje, que lejos de hacerse eternas nos resultaron muy dinámicas y entretenidas, con momentos musicales muy locos que destensan la sobriedad y el drama de la historia (aunque alguno de ellos me resultase un poco excesivo).

Portaceli se ha especializado en los últimos años en la dirección de algunos de los clásicos literarios más reconocibles para el gran público, como son "La casa de los espíritus" de Isabel Allende, "Mrs Dalloway" de Virginia Woolf, "Jane Eyre" de Charlotte Brönte, "Frankenstein" de Mary Shelley o "La rosa tatuada" de Tenessee Williams, éxitos que ha ido intercalando con clásicos como "Troyanas" o montajes más personales como "Solo son mujeres", "Terra baixa" o "La Víctor C". Con este bagaje, nos presenta esta novela, cumbre de la literatura patria de los últimos años, en la que Almudena Grandes exhibió toda su maestría a la hora de entrelazar historias y conseguir como resultado una imponente y compleja obra con la que consigue diseccionar la sociedad de la época.





Para la directora, la novela es "extraordinaria por varias razones. En primer lugar, por el fantástico retrato que ofrece de la España de los años cincuenta vista por alguien que se ha educado fuera de este país, que ha estudiado y crecido fuera de él. Todo lo que es normal en cualquier contexto sucede aquí de una manera peculiar y está cargado de una intención retorcida. Esto es precisamente lo que le sucede a Germán cuando llega al asilo de mujeres de Ciempozuelos. ¡Todo lo que tienes que pensar para hablar con otra persona, especialmente con una persona del otro sexo!". Y así nos adentramos en ese extraño lugar, para conocer la historia real de este nuestro país, del que "nunca hemos sabido de dónde venimos y por qué nos comportamos como lo hacemos" en palabras de la propia Portaceli


La figura de Doña Aurora es otro de los motivos que atraen a cualquier que se acerque a esta novela. "La asesina de su hija Hildegard (su hija superdotada), que la asesinó porque ella la creó, y ella la destruyó, mujer brillante, inteligente, que se cree superior a los demás, eugenésica, metáfora de nuestro país en ese momento de la historia, de un país más católico que los católicos, más puro que los puros, que siempre tiene la razón y se impone por cualquier medio". Un personaje sobre el que gira la trama de la novela y que se convierte en el eje de este descomunal montaje en el que Portaceli consigue mostrarnos la complejidad de esta mujer desde varias perspectivas, mostrándonos todas sus capas.



La historia nos trasladará hasta el año 1954 para conocer a Germán Velázquez, un joven psiquiatra que ha pasado la mitad de su vida exiliado en Suiza, donde fue acogido por la familia del doctor Goldstein y ahora trabaja en una prestigiosa clínica. Pero en ese año, le llega la posibilidad de regresar a su país para trabajar en el "asilo" de mujeres de Ciempozuelos. En ese oscuro lugar se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, una mujer brillante e inteligente, pero también una paranoica eugenista parricida, a la que conoció en su infancia en la clínica de su padre, cuando tenía 13 años. Aquel encuentro fortuito, en el que el joven Germán espiaba la conversación de su padre con Aurora tras haber asesinado a su hija, marcó su vida hasta el punto de convencerse de que quería ser psiquiatra. 

En este nuevo país que no reconoce, Germán parece un intruso al que la mayoría trata con desprecio, por haberse exiliado, mientras que los que le admiran por sus logros no entienden su decisión de haber vuelto, cuando muchos están deseando poder salir del país. En ese ambiente sórdido y tenso del asilo de Ciempozuelos, el psiquiatra conocerá a María Castejón, una auxiliar de enfermería a la que doña Aurora enseñó a leer y escribir, y que es la única persona con la que se relaciona. Germán nota como en su regreso ha encontrado un país muy diferente, en el que han cambiado los nombres de las calles, las banderas, pero también el ambiente general, en el que se respira el miedo, la miseria, el silencio, la humillación, el dolor.



Toda esta maravillosa historia está interpretada por un poderoso elenco encabezado por Pablo Derqui ("Pedro Páramo", "Desde Berlín", "Roberto Zucco") en el papel de GermánBlanca Portillo ("Silencio", "Madre Coraje", "El cartógrafo") encarnando a doña Aurora. Una pareja extraordinaria que nos regalan dos trabajos impecables, casi en las antípodas el uno de la otra. Por un lado Pablo Derqui nos presenta un Germán sosegado, tranquilo, que intenta ayudar a mejorar ese lugar que se asemeja más a una cárcel que a un asilo. Derqui crea un personaje tierno y con el que empatizamos en todo momento, ya que nos hace "partícipes" de sus decisiones al hacer las veces de narrador y mostrarnos su incredulidad ante el país que se ha encontrado. 

En el lado opuesto tenemos a Blanca Portillo con su hiperbólica Aurora, una mujer desquiciada, con unos aires de grandeza que la ciegan, con un pasado oscuro que la envuelve de misterio y un carácter ególatra que la hace tener muy pocos simpatizantes dentro del asilo. Como suele ser habitual, Portillo está descomunal en su complicada interpretación de esta mujer poliédrica y con infinidad de matices, a la que la actriz consigue sacar toda su esencia. Es un placer ver los cambios, tanto físicos como vocales, que la actriz realiza en escena para mostrarnos las distintas caras de Aurora. Una auténtica lección de interpretación y de transformación en escena, para regalarnos uno de sus mejores papeles, que ya es mucho decir en esta descomunal actriz.


Del resto del elenco hay que destacar a Macarena Sanz ("Obra infinita", "Man up", "Top girls") en el papel de María Castejón, una interpretación deliciosa para un personaje que se va complejizando conforme avanza la obra, y al que Macarena sabe dar todos esos matices, desde la fragilidad de la mujer indefensa hasta la fuerza para permanecer junto a Aurora pese a sus malos modos. El resto de intérpretes se multiplican para dar vida a todos los personajes que van apareciendo a lo largo de la historia. Ellos son Belén Ponce de León ("Lo nunca visto", "Princesas del Pacífico", "La noria invisible"), Jordi Collet ("Ensaio sobre a cegueira", "Mrs Dalloway", "La casa de los espíritus"), David Fernández "Fabu" ("La rosa tatuada", "Tragedia de la perra vida", "Furiosa Escandinavia"), José Troncoso ("La geometría del trigo", "Esta primavera fugitiva", "Paloma negra"), Gabriela Flores ("Hombre por necesidad", "La casa de los espíritus", "Mrs Dalloway") y Ferrán Carvajal ("Terra Baixa", "Ensaio sobre a cegueira", "Baile de bestias"), que se encarga también de la coreografía y el movimiento.



Y todo se construye en torno a un espacio casi vacío, rodeado por cortinas de las que a todos nos recuerdan a las casas de los pueblos, a nuestra niñez, a tiempos lejanos. Esta idea de rodear el espacio de esas cortinas hechas de cadenitas metálicas es una de las interesantes propuestas de Paco Azorín y Alessandro Arcangeli para la creación del espacio escénicoCuando Carme Portaceli me pidió un espectáculo en blanco y negro, buscamos qué podía representar a esa España negra y pensamos que tenía algo que ver con las cadenas, unas cadenas que atan y que sirven para amarrar, y creamos esa especie de caja cerrada con cadenas negras que están acabadas arriba con unos alambres de pinchos de campo de concentración. Y ese recipiente es la España de la posguerra y la dictadura” reconoce Paco en una entrevista. El acierto es máximo, ya que el tintineo continuo con el movimiento de entrada de los actores nos traslada a aquellos tiempos oscuros. El espacio escénico se completa con una plataforma en la que vemos la cama de la habitación de Aurora, aunque a lo largo de la historia ese espacio cambie de manera muy recurrente.

Otro de los elementos destacables escénicamente es el juego de luces que realiza David Picazo, con unos fluorescentes colocados al fondo del espacio y con los que nos mete de lleno en las diferentes escenas, desde una misa (con los tubos en forma de cruz) hasta el colorido de una fiesta clandestina en la que pasa de todo. En este aspecto, también hay que hablar del impecable diseño musical y sonoro que corre a cargo de Jordi Collet. Por último, Carlota Ferrer es la responsable del vestuario y Miguel Ángel Raió de los audiovisuales (maravillosos los que presiden el intermedio de la obra).
 



Poco más podemos decir de esta poderosa y mastodóntica obra, una descomunal obra al nivel de la novela de Almudena Grandes. Todo en ella resulta exquisito y preciso, elocuente y desgarrador, demoledor y evocador, emocionante y delicado. Una obra que rinde homenaje a su autora, impulsora del proyecto que no pudo disfrutar, pero también a todas esas personas que luchaban cada día en los oscuros tiempos del franquismo para recuperar un mínimo de dignidad. Héroes y heroínas que tan bien supo plasmar Almudena en sus novelas, perdedores que seguían luchando por la vida, por sus ideales, por recuperar algo de lo mucho que les arrebataron. En ese amplio abanico que relata la novela vemos a supervivientes, personas que deben adaptarse a una realidad que les golpea, pero ante la que no se dejan doblegar. Una maravilla de obra al nivel de la novela, que ya es mucho decir. Un homenaje que emociona a todos los seguidores de la escritora. Espero que tengan la suerte de tener entradas para poder disfrutarla

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Teatro: Teatro María Guerrero. Sala María Guerrero
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 29 de Septiembre al 12 de Noviembre. De Martes a Domingos a las 20:00.
Encuentro con el público: 3 de Octubre. Funciones accesibles: 2 y 3 de Noviembre. Matiné: 7/11
Entradas: Desde 6€ en entradasinaem


EQUIPO

Texto

Almudena Grandes

 

Adaptación

Anna María Ricart Codina

Dirigente

Carme Portaceli

Elenco

Ferran Carvajal, Jordi Collet, Pablo Derqui, David Fernández “Fabu”, Gabriela Flores, Belén Ponce de León, Blanca Portillo, Macarena Sanz y José Troncoso

Espacio escénico

Paco Azorín y Alessandro Arcangeli

Encendiendo

David Picazo

Diseñador de vestuario

Carlota Ferrer

Diseño musical y sonoro.

Jordi Collet

Ayudas audiovisuales

Miquel Àngel Raió

Coreografía y movimiento escénico.

Ferrán Carvajal

Subgerente

Montse Tixé

Editorial Almudena Grandes

Tusquets Editores

Productor

Centro Dramático Nacional y Teatro Nacional de Cataluña

  

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