La sala Princesa del María Guerrero estrena una obra con un título muy inspirador, Pequeño cúmulo de abismos. A lo largo de algo más de una hora asistimos a una historia original tanto en su contenido como en su representación.
La actuación se inicia sin apenas darnos cuenta. Cris Blanco sale a escena directamente, con la misma luz que esperábamos el comienzo de la representación.
Podemos distinguir dos parte diferenciadas en la obra en la primera y en un tono inicialmente intimista con claros tintes autobiográficos Cris nos empieza a hablar de las tres mujeres que fueron los pilares en su vida. Su familia era de la zona del Bierzo en León, pero por estas circunstancias de la vida se vinieron a Madrid. Su abuela Dora, su tía Amparo y su madre Ángeles.
De la mano de la protagonista vamos viajando por sus recuerdos como cuando merendaba bajo una enorme foto del consejero de Gas Natural Felipe González.
Nos cuenta como su abuela Dora era bastante “amiga de lo ajeno” o como se ganó la vida su tía en la fábrica de pijamas de D. Alvaro.
Debido a la necesidad y a que las mujeres de la casa debían trabajar y mucho, Cris se crió sola y como las jóvenes de la época leía la revista Superpop.
Posteriormente tuvieron una peluquería por Malasaña y por ese motivo tiene un especial recuerdo por el Bar Lozano, un bar mítico de la zona que desgraciadamente tuvo que cerrar hace unos años.
También nos recuerda el trasiego de jóvenes a Pitis cerca de su barrio de aquel entonces La coma en busca de su dosis diaria de droga, y como pasó esa época jugando en descampados entre jeringuillas.
Podríamos decir que a partir de aquí surge la segunda parte más marcada por la ficción, el sueño y la fantasía. Con un toque surrealista se inicia con un karaoke de la gran Rocío Jurado y su inolvidable tema como una ola.
En esta parte la música está muy presente. Además de Rocío hay otro video karaoke de Guns and Roses y su Don´t you cry, también aparece Franco Battiato, Mari Trini y las Grecas.
Y es en esta parte donde se produce el suceso sobre el que gira la obra, como decía algo con tintes surrealistas que sirve para guiarnos hacia el desenlace por así decirlo. Un minúsculo agujero en una de las paredes del teatro será el desencadenante de todo.
A Cris a lo largo de prácticamente toda la obra la acompaña una técnica del propio teatro (papel interpretado por Rocío Bello) que va dando las instrucciones al resto del personal de lo que quiere Cris en cada momento.
Junto a ellas una vigilante de seguridad del teatro (Oihana Altube) que ha de comprobar que todo esté en orden. Cierran los personajes el mismísimo director del Centro Dramático Nacional (Iñígo Rodríguez-Caro) que se pasa por el centro para dar la bienvenida a Cris al teatro.
La obra es un viaje en el tiempo y en el espacio desde la realidad a la ficción, desde los recuerdos de la infancia y la adolescencia a los sueños de la actualidad. Todo ello aderezado con humor, mucho humor e ironía.
La escenografía de Pablo Chaves aparentemente sencilla (apenas un par de sillas, una escalera, un casco de una moto, un botijo y algún objeto más) esconde una auténtica joya que como todas los regalos nos lo dejan para el final.
Sobresaliente la iluminación de Miguel Ruz acompañando cada escena con la luz idónea para cada situación. Jorge Dutor es el responsable de vestuario y Carlos Parra de un espacio sonoro impecable.
La dramaturgia es obra de Rocío Bello, Cris Blanco, Óscar Bueno y Anto Rodríguez.
La dirección corre a cargo de la propia Cris Blanco que nos habla sobre la obra en los siguientes términos "Jugábamos con las jeringuillas, pero siempre oíamos en casa: 'no pasa nada'", por entonces, a los drogadictos se les consideraba delincuentes y teníamos que tenerles miedo".
Continúa señalando que “En el mundo cuántico se dice que la realidad no existe hasta que es observada. ¿Entonces qué hace, dónde está cuando no la observamos? ¿Dónde y cómo se queda? Yo de pequeña igual lo intuía, por eso me daba la vuelta rápido antes de salir de la habitación, para pillar a mis muñecos y objetos cambiándose de sitio. La imaginación y la fantasía son el filtro que he puesto a la realidad desde siempre para poder transitar por ella. Como dice una amiga mía: Yo de pequeña vivía en Fama, eso me salvó”.
Respecto a Pequeño cúmulo de abismos indica que “se trata de una obra que oscila entre la fascinación por la imaginación que nos sostiene en la vida y un intento de entender la realidad que nos rodea".
En definitiva una obra muy divertida y original.
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Teatro: Teatro María Guerrero.
Dirección: Calle Tamayo y Baus, 4.
Horarios: Del 18 de octubre al 12 de noviembre.
De martes a domingo a las 18 horas.
FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
Dirección: Cris Blanco.
Dramaturgia: Rocío Bello, Cris Blanco, Óscar Bueno, Anto Rodríguez.
Reparto: Oihana Altube, Rocío Bello, Cris Blanco e Íñigo Rodríguez-Claro.
Escenografía: Pablo Chaves.
Iluminación: Miguel Ruz Velasco.
Vestuario: Jorge Dutor.
Diseño sonoro: Carlos Parra.
Vídeo: Marta Orozco.
Ayudante de dirección: Marta Orozco.
Ayudante de escenografía: Lia González Álvarez.
Fotografía: Geraldine Leloutre.
Tráiler: Macarena Díaz.
Diseño de cartel: Equipo SOPA.
Producción: Centro Dramático Nacional, Cris Blanco y Festival Grec de Barcelona.
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