En estas fechas de rencuentros con la familia y los amigos, no está de más pararse en este gran monólogo con el que Alberto San Juan diseccionó la realidad de nuestro país hace una década. Volvemos al Teatro del Barrio, que en estos años se ha convertido en una segunda casa para muchas de nosotras, para descubrir lo vigente que sigue todo lo que aquí nos cuentan, para reflexionar en como hemos cambiado.
El Teatro del Barrio cumple diez años, y para celebrar la efeméride se han propuesto recuperar algunos de los títulos más emblemáticos de la sala. A falta de nuevas confirmaciones, que llegarán a lo largo del mes de Enero, no podía haber mejor prólogo para esta celebración que este "Autorretrato de un joven capitalista español" el primer gran éxito de la sala, a cargo de uno de los artífices de crear este proyecto, Alberto San Juan.
Se nota que Alberto San Juan juega en casa y que el calentamiento previo a su salida a escena, se practica en el bar, rodeado de amigos y público. Así, hay más margen para la improvisación que para los nervios.
Ataviado con un chaleco una talla menor y una caña de cerveza, porque hay que hidratar la garganta, el pelo más blanco pero la misma vis cómica de antaño, San Juan desanda diez años más tarde, los pasos de Autorretrato de un joven capitalista español, para conmemorar el décimo aniversario del Teatro del Barrio. Ha limado texto, sí, y ha borrado frases emblemáticas, pero lo ha hecho bastante más interactivo. La nueva propuesta es, al final, una conversación entre amigos. Deja a entrar a los rezagados pasados más de quince minutos, les acomoda, les pregunta por su tardanza, vuelve sobre el texto, hace algún chascarrillo, se olvida del pie, coge el libreto porque, por culpa del capitalismo, hemos prescindido de la figura del apuntador, retoma hilo, vuelve a ausentarse, y lo que pretendía ser un monólogo de 80 minutos, se convierte en una clase de Políticas en la moqueta de la UCM, que mezcla humor, antología personal, nostalgia del 15M, y pesimismo. Porque si antes estábamos mal, ahora estamos peor.
La que escribe fue público de Autorretrato de un joven capitalista español en 2013 y reconoce que echó en falta el ímpetu del texto original, pero digna es de alabar la maestría con la que Alberto San Juan improvisa y va y viene sobre ciertos temas como si estuviéramos en el salón de su casa. Ya no podemos bailar como en aquella época, hay riesgo de rotura de costillas, pero ya entonces teníamos el pelo blanco y ahora ya no hay quién nos obligue a teñirlo. Así que no seamos tan negativos, en algo hemos avanzado. El botón del chaleco que no cierra, los daños colaterales de moverse haciendo el canelo, el paso de la talla 38 a la 40, son riesgos que hay que asumir si queremos seguir queriendo que nos llamen joven, capitalistas o no.
Fundador y gestor de ese proyecto tan necesario que es el Teatro del Barrio, Alberto San Juan vuelve con este discurso autobiográfico que mezcla realidad social, política e improvisación, para recordarnos que hay que celebrar a la sala pequeña, el paso a la edad adulta y el vínculo con el público.
estuve viendo anoche el Autorretrato del joven capitalista, por alberto san juan, y me aburrí soberanamente, y no yo sola, xq los bostezos se oían por doquier.
ResponderEliminarEmpezaré diciendo que alberto me gusta mucho, me hace mucha gracia, así es que no imaginé ni un momento que ese actor tan admirado nos fuera a tomar el pelo como lo hizo, sin vergüenza ni pudor.
los primeros 20 minutos me hicieron reir 3 o 4 veces, de forma que estaba animada, pero enseguida te das cuenta de que no tiene mucho que contar, y lo más enfermizo, no tiene malditas las ganas de hacerlo, nada, no le apetece nada esforzarse, así que se pasa una 60 minutos deseando que se acabe para que termine nuestro suplicio y el suyo.
no se ha trabajado el texto, no se lo sabe, elabora frases que por sí solas tienen un sentido pero que en un texto no llevan a ningún sitio.de hecho. Mete 3 canciones a guitarra, q parecen una parodia de los cantautores de antaño, para rellenar, y sólo algunas voces de espectadoras, dos o tres, apaludían cada vez que alberto clamaba alguna proclama izquierdista, como pasaba en los 70 cuando alguien pronunciaba la palabra libertad.
no hemos salido de ahí.
lo siento.