Teatro: La Casa de Bernarda Alba. Teatro María Guerrero

Volvemos a adentrarnos en la casa de Bernarda, un lugar que conocemos y que intimida con solo nombrarlo. Una casa que es una cárcel, en la que el dolor y el deseo enquistan la vida, donde la noche esconde los secretos y recrudece las heridas. Este nuevo montaje en torno al clásico de Lorca es descomunal, imperial, superlativo. Desde ese gran telón de ganchillo maravilloso que nos recibe al entrar en la sala, todo adquiere otra dimensión en esta obra, que pese a haberla visto tantas veces se nos muestra como algo diferente por la originalidad de la puesta en escena y el desarrollo de la historia.


Abrimos de nuevo las puertas de esta casa para volver a sufrir con sus inquilinas, para volver a hablar del placer prohibido, del dolor, del deseo, de la envidia, de la angustia por la falta de libertad. Entremos en esta radiografía del sistema patriarcal que tiene unas estructuras que seguimos sufriendo ahora, como demuestran los datos. Contar Bernarda Alba en estos momentos, además de suponer una reivindicación de la belleza poética y dramatúrgica del texto, es también una denuncia de unas estructuras patriarcales que nos siguen haciendo víctimas a todos, en palabras del propio Alfredo Sanzol, director de la obra.


Esta producción del Centro Dramático Nacional acerca el clásico a nuestros días, con impecables momentos de danza de cada una de las hijas (que nos muestran el dolor y la angustia que les corroe en su interior), con la música techno que nos acompaña en los cambios de escena, con una escenografía más próxima a las construcciones de nuestros días y muy alejada de la estética de la época, con una visión más actual que hace aún más incómodo y doloroso todo lo que escuchamos en escena sobre el luto, el encierro de las chicas o la rectitud pueblerina de Bernarda. La historia de siempre, tantas veces vista, pero desde otro lugar, en el que chirría mucho más la intolerancia de Bernarda, donde se aplaude la vitalidad efervescente de Adela, donde vemos con los ojos de nuestro tiempo la opresión del patriarcado y de una sociedad marcada por las tradiciones.



Alfredo Sanzol ("Luces de Bohemia", "Macbeth", "El Golem", por nombrar solo sus últimos montajes para el CDN, en los que dirige textos que no son suyos) se aventura por primera vez a dirigir un texto de Federico García Lorca, con el que ha querido "conectar directamente con la realidad que vivimos ahora. No he querido ver a estos personajes como unos fantasmas del pasado, unos fantasmas de 1936, que viven unos problemas solucionados; sino he querido contar una historia con personajes, que están ahora en nosotros y en nuestros cuerpos, viviendo nuestros problemas de ahora". El director ha buscado la conexión con nuestros días intentando humanizar al personaje de Bernarda, que no deja de ser una mujer de pueblo víctima de la sociedad de la época. Para Sanzol "Bernarda es una mujer que quiere el bien para sus hijas pero usa unos métodos que son impuestos por un sistema patriarcal del que ella es también víctima".




El director reconoce que la obra se ha acompañado desde muy joven, pero para llevarla a escena fue fundamental una conversación que tuve con mi madre durante una tarde entera. Una señora de más de ochenta años y un hombre de cincuenta estuvimos hablando de sexualidad y de cómo esta condiciona la manera de vernos a nosotros mismos. No quería contar la historia de unas mujeres de 1936 -año en que se escribió- sino que quería contar con ellas el conflicto que se vive dentro de la casa. Para ello la visión de las actrices, de la compañía, ha sido esencial a la hora de hacer la puesta en escena y componer los personajes. Con esta premisa el director intenta indagar en el interior de cada uno de los personajes, intentando sacar su esencia para poderlas trasladar a nuestros días y que nos remueva lo que hacen. Son mujeres atrapadas por la sociedad, en un mundo machista que las señala y las observa por el simple hecho de de ser mujeres.

Sanzol parte de esta idea tan desgraciadamente universal para explicar que hay toda una realidad en off machista y brutal que pone en peligro la integridad física de las mujeres. Por eso Bernarda busca defender a sus hijas pero lo hace de una manera autoritaria. Esto provoca el conflicto con Adela, que representa una nueva generación conectada con la naturaleza y lo orgánico, que pone en cuestión las normas y ese sistema patriarcal queriendo vivir. Se trata del enfrentamiento entre la norma y la vida lo que da a "La casa de Bernarda Alba" su actualidad.



La obra, como explica Sanzol en la web del teatro, comienza y termina con una muerte. La muerte del padre que deja solas a las mujeres de la casa. La muerte de la hija pequeña, símbolo de las ganas de vivir y del anhelo de libertad que sobrevuela la cárcel en la que se ha convertido la casa de Bernarda. Y en el centro de todo está ella, Bernarda, marcada por el qué dirán, las normas sociales, el patriarcado de una época en la que la mujer sólo se entendía como una parte de la casa y siempre acompañada de un hombre. Bernarda se convierte en la más estricta de las policías, en una obsesiva mujer que no deja vivir a sus hijas, obligándolas a esconderse tras los muros de la casa. Ella intenta proteger a sus hijas de los hombres y de sus propios impulsos sexuales, como a ella le obligaron cuando era niña. Porque ella también fue una joven con esperanzas y sueños, pero la sociedad le marcó el camino que debía seguir, ese mismo que ahora les marca a sus hijas. Pero los tiempos cambian, y las jóvenes no están dispuestas a quedarse recluidas en la casa por culpa de una sociedad inquisidora.




Una pieza que se puede analizar o contarse desde varias perspectivas. Desde el punto de vista de Bernarda, como una mujer tradicional que hace lo imposible por cuidar a sus hijas. Una mujer que llega a obsesionarse y enloquece en contra de todo lo que les rodea. Pero también se podría ver desde la postura de Adela, una joven con ganas de vivir que se ve inmersa en una pesadilla en la que su madre enloquecida no le deja salir de su casa. Pero también podemos ir un paso más allá y ponernos en la piel de esa sociedad machista y patriarcal en el que vivían las protagonistas, con la sombra alargada de Pepe el Romano (posiblemente el personaje que, sin aparecer físicamente, más peso tenga de toda la historia) que se convierte en el protagonista de los deseos y de las disputas de las hermanas, llegando a tener un peso fundamental dentro de la obra. El patriarcado, que sin tener que mostrarse marca las vidas de las mujeres de la casa.


En esta majestuosa obra cobra especial importancia el elenco, ese grupo de mujeres asfixiadas de su propia existencia. Sin duda, en el caso de este montaje, la elección de las actrices es uno de sus mayores aciertos. Al frente de un descomunal reparto tenemos a Ana Wagener en el papel de Bernarda y a Ane Gabarain (ganadora hace unos días del Goya como mejor actriz de reparto por la fabulosa "20.000 especies de abejas") como Poncia. Las dos veteranas y maravillosas actrices realizan dos impecables interpretaciones, creando dos personajes casi antagónicos que mantienen un descomunal duelo por defender lo que cada una de ellas cree que es mejor para las chicas. 


La rectitud obsesiva de Bernarda contrasta con la generosidad de Poncia, más cercana a las chicas. La relación entre ellas es el reflejo de la lucha de las mujeres por intentar avanzar dentro de una sociedad que las veía recluidas en sus casas. Junto a ellas, como la tercera mujer que vela por la intimidad de la casa, tendremos a una fabulosa Inma Nieto en el papel de la criada, una de las interpretaciones más interesantes de este montaje. Una interpretación que pone las pocas pinceladas cómicas de la pieza, además de mostrar con maestría el sometimiento al que se ven obligadas las de su clase social.



En los papeles de las hijas tendremos a Patricia López Arnaiz como la inocente y traicionada AngustiasClaudia Galán en la piel de la efervescente Adela, Eva Carrera en el papel de la atormentada Amelia, Sara Robisco dando vida a MartirioBelén Landaluce como Magdalena. Cada una de ellas consigue dotar a su personaje de una presencia diferente, desde la lánguida Angustias a la volcánica Adela. Patricia López Arnaiz, a la que no habíamos visto antes sobre las tablas, crea su personaje desde el naturalismo. Claudia Galán, por contra, lo hace desde las entrañas, sacando esa energía de joven enamorada. Eva Carrera construye desde el interior, teniendo que mostrar todo su furia desde la contención. Sara Robisco trabaja desde la naturalidad de un personaje optimista, mientras que Belén Landaluce muestra a una joven altanera y con ganas de dinamitarlo todo.


El resto del reparto, hasta esas 15 intérpretes que conforman el elenco, lo forman Ester Bellver, una esperpéntica María Josefa (la madre loca y encerrada de Bernarda) que nos deja algunos de los momentos más divertidos del montajeIsabel Rodes en los papeles de Prudencia y la mendiga, Paula Womez como la muchacha y Chupi LlorenteAna Cerdeiriña, Lola ManzanoCelia Parrilla, como cuatro de las mujeres que acuden al funeral por el marido de Bernarda.



Otro de los puntos fuertes de este majestuoso montaje es la fantástica y monumental escenografía creada por Blanca Añón, una gran casa con interesante perspectiva y enormes paredes blancas, lo que contrasta con la oscuridad que desprende la historia. El blanco de la escena contrasta con el negro del resto de elementos que van apareciendo en escena (mesa y sillas). Un espacio diáfano que se va componiendo para las distintas escenas con estos elementos de apoyo. En una obra como esta es fundamental el uso de la cuidada iluminación de Pedro Yagüe, que nos propone tonos fríos que convierten el lugar en un espacio poco habitable, mientras que con la perspectiva de la escenografía consigue lugares de penumbra que contrastan y dan más matices a la escena. También hay que destacar la poderosa música electrónica que nos propones Fernando Velázquez y el envolvente sonido de Sandra Vicente y Pilar Calvo. Por último, no podemos dejar de hablar del impecable trabajo de vestuario a cargo de Vanessa Actif, que juega con el contraste entre el negro y el blanco, con alguna pincelada de color (como el verde del vestido de Adela).



En definitiva, estamos ante una de las obras más esperadas de la temporada, que ha cumplido con creces las expectativas creadas. Todo en ella es majestuosa, desde la imponente escenografía a las portentosas interpretaciones de las actrices, pasando por esa interesante actualización del clásico, dándole el empaque de obra monumental. Sigue retumbando en nuestra cabeza esa última escena en la que todas las mujeres de la casa se quedan petrificadas ante el fatal desenlace de la joven Adela, porque incluso para esto, Sanzol ha sabido darle su propio toque, huyendo de grandiosidades para mostrar el dolor de la intimidad. Una versión fantástica de una de nuestras piezas más representadas, que no por ello deja de ser interesante revisitar. Acudan al María Guerrero y disfruten de esta interesante propuesta.

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Teatro: Teatro María Guerrero. Sala Grande.
Dirección: Calle Tamayo y Baus 4.
Fechas: Del 9 de Febrero al 31 de Marzo. De Martes a Domingos a las 20:00.
Encuentro con el público: 14 de Marzo. 
Función Matinal: 19 de Marzo a las 12:00
Duración: 1 hora 40 minutos.
Entradas: Desde 6€ en entradasinaemPrograma de mano


EQUIPO

Texto
Federico García Lorca

Dirección
Alfredo Sanzol

Reparto
Ester Bellver (María Josefa), Eva Carrera (Amelia), Ana Cerdeiriña (Mujer 2), Ane Gabarain (La Poncia), Claudia Galán (Adela), Belén Landaluce (Magdalena), Patricia López Arnaiz (Angustias), Chupi Llorente (Mujer 1), Lola Manzano (Mujer 3), Inma Nieto (Criada), Celia Parrilla (Mujer 4), Sara Robisco (Martirio), Isabel Rodes (Prudencia/Mendiga), Ana Wagener (Bernarda) y Paula Womez (Muchacha)

Voces actores
Elías GonzálezJavier Lago, Jaime López, Daniel Llull, Carlos Serrano y Jaime Soler

Escenografía
Blanca Añón

Iluminación
Pedro Yagüe

Vestuario
Vanessa Actif

Música
Fernando Velázquez

Sonido
Sandra Vicente y Pilar Calvo

Movimiento
Amaya Galeote

Caracterización
Chema Noci

Ayudante de dirección
Beatriz Jaén

Ayudante de escenografía
Cristina Hermida

Ayudante de iluminación
Eduardo Berja

Ayudante de vestuario
Sandra Espinosa

Ayudante de movimiento
José Luis Sendarrubias

Diseño de cartel
Equipo SOPA

Producción
Centro Dramático Nacional

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