El
teatro Quique San Francisco nos brinda la posibilidad de ver una de las obras
revelación del año pasado; ganadora de dos premios Max y nominada a un tercero.
Se trata de Cucaracha con paisaje de fondo escrita y dirigida por Javier
Ballesteros.
Al
llegar al teatro nos recibe un escenario en cuyo centro se encuentra una
pequeña piscina, a su alrededor una especie de columnas a modo de patio
porticado. No sé porqué me viene el recuerdo de las termas romanas. Los primeros
minutos de la representación no hacen sino incidir en esa idea inicial. Con
distinto ritmo de ambos lados del escenario van saliendo lo que parecen ser las
huéspedes de un balneario que vienen de tomar un baño, intercambian palabras,
saludos….
Aquí
empieza todo. Nos encontramos en un balneario perdido en medio de ningún sitio
donde mujeres con serios problemas para ser madres acuden en busca de solución
a su problema, en busca de un milagro.
Se
trata de un lugar extraño y misterioso al frente del cual se encuentra
Federico, un doctor con aparente prestigio. Como iremos viendo a lo largo de la
representación muy muy aparente.
Le
acompañan en su labor tres enfermeras a cada cual más extrañas que son las
encargadas de atender y realizar los surrealistas tratamientos a unas pacientes
todavía más extrañas.
El día
a día en el balneario transcurre con tranquilidad, entre baños, tratamientos y
demás. Dicha tranquilidad se verá interrumpida por la llegada de un personaje
cuanto menos enigmático. Se trata de Fernanda una mujer amiga de Federico el
doctor del balneario que ante un grave problema de salud no duda en pedirle
ayuda.
Desde
su primera aparición en escena ya rompe la tranquilidad del espacio cuando se
pone a fumar sentada en el borde de la piscina. Las pacientes van pasando sin
prestar atención a Fernanda y su cigarro hasta que la persona que aparece es
Rosa, una de las huéspedes del balneario con la que inicia una inteligente y
divertida discusión en relación a la prohibición de fumar en el centro.
Se
trata sin duda de uno de los momentos más brillantes de la obra (“Eres una
mujer extraordinaria, infiero que careces de problemas propios…”).
A
partir de ese momento se irán desarrollando y de alguna manera resolviendo
distintas tramas con distintos protagonistas. Y como todas las obras de teatro
están hechas para ser vistas no para ser contadas – algo que en este caso es
todavía más evidente- dejaremos con la intriga para que no dejéis de ir a
verla.
La
historia navega entre distintos mares que entran en contradicción, la vida y la
muerte, la esperanza y la desesperación, la luz y la oscuridad, pero la
grandeza y originalidad de la misma radica en que lo hace con humor, a veces
con un humor sencillo y otras con grandes dosis de acidez pero en todo caso con
enorme delicadeza.
Es
imposible al tratar de un tema tan sensible como la maternidad que no nos
acordemos de Yerma, de hecho casualidad o no el director del balneario se llama
Federico.
La
dramaturgia es de Javier Ballesteros,
formado en dramaturgia con Alberto Conejero, Lucía Carballal, Antonio
Rojano, Pablo Remón y María Velasco, entre otros. En el año 2016 pone
en marcha el proyecto Mujer en obras.
Son muchas
las cosas que llaman la atención del texto, en primer lugar la utilización en
buena parte de la obra del verso, un verso sencillo pero cuidado. La
alternancia entre prosa y verso es un gran acierto y se agradece tanto por la
originalidad como por el ritmo que le da a la obra. La trama rebosa ingenio,
humor y originalidad. Me gustó especialmente el guiño a los clásicos griegos con
los distintos coros que hay a lo largo de la representación; maravillosamente bien
representados y ejecutados por los protagonistas.
El texto
combina el lengua directo y sencillo con la acidez y varias situaciones muy divertidas
que ayudan a formar un boceto del ser humano en el que no sale muy bien parado.
Genial también
la idea de alternar dos conceptos tan contrapuestos como la vida y la muerte
con grandes dosis de humor, negro en alguno momentos pero sin caer en el chiste
fácil.
Respecto
a la obra señalaba Javier que “Me
interesa bastante el asunto que tenemos como seres humanos de la promoción de
la especie, cueste lo que cueste, pase lo que pase”, y añade “Ese es un
poco el tema que se encuadra en este lugar. Un balneario, un lugar que está
diseñado para la prolongación, más allá de que el mundo se esté destruyendo ahí
afuera”.
Junto a
la dramaturgia hay que destacar también el magnífico trabajo de dirección del
mismo Ballesteros donde ha sabido adoptar al texto del ritmo necesario en cada
momento; desde el inicial paso de los pacientes que van tirando las toallas al
suelo, a la interacción de enfermera y pacientes a lo largo de la obra.
La
transición entre escenas es simplemente magnífica, muy cuidada y natural y esto
en un elenco tan amplio y con tanto personaje es bastante difícil de conseguir.
A todo esto,
ayuda la impecable escenografía de uno de los mejores en este campo Pablo Chaves de quien hemos podido disfrutar
sus trabajos últimamente en Pequeño cúmulo de abismos y la
Fortaleza en el Teatro de la comedia.
Cuando se
entra en la sala y se ve la piscina en el centro del escenario con su escalera
y peldaños alrededor sobre un radiante suelo blanco rodeado por una especie de
patio porticado, se es consciente que en semejante espacio se va a desarrolla
algo realmente mágico.
Todo esto se ve notablemente complementado con la iluminación de Juan Seade, la música de Isabel Arranz y el
vestuario de un polifacético Pablo Chaves.
Y como colofón a todo esto, un magnífico elenco
compuesto por María Jaímez (Fernanda) quizás el personaje más diferente
al resto. Con una gran determinación y convicción en sus argumentos
(maravilloso el dialogo inicial con Rosa) fruto de que es “terca, muy terca”.
Como consecuencia de su gran fuerza de palabra acabará convirtiéndose en una
bruja que averigua el futuro a las pacientes del balneario. La “artista
conceptual performer atormentada” en palabras de su amigo Federico.
June Velayos es Rosa (la mujer extraordinaria que carece de problemas propios),
una mujer cuyo mayor deseo es ser madre y que encuentra en Fernanda su talón de
Aquiles; enorme versatilidad para transitar por los distintos momentos que
transita su personaje.
Junto a ellas Laura Barceló, Matilde
Gimeno y Virginia de la Cruz que interpretan a las tres maravillosas y
locas enfermeras del balneario, personajes que van alternando con distintas
pacientes del mismo. Transmiten a lo largo de la obra una gran complicidad
entre ellas, soberbias.
Eva Chocrón es
Cristina una de las pacientes más singulares del centro que borda su papel de
mujer que no se entera de casi nada y que tiene un papel fundamental en el
desenlace de la trama.
Cierra
el elenco y no podía ser otro Pablo Chaves el único personaje masculino de la obra
que da vida a Federico el médico director del balneario. Un hombre sin ningún
escrúpulo que lo mismo crea vida que crea muerte, sobresaliente su papel de
médico cuerdo y alocado, con moral y sin escrúpulos; un personaje en continua
contradicción, pero sobretodo con un enorme talento para la comedia.
Cucaracha con paisaje de fondo obtuvo en 2023 dos Premios Max, a la “‘mejor
autoría revelación” y “mejor espectáculo revelación” y fue nominada
como “‘mejor diseño de espacio escénico”. Sencillamente deliciosa.
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Teatro: Teatro Quique San Francisco.
Dirección: Calle Galileo, 39.
Horarios: Del 22 de febrero al 3 de marzo. De martes a domingo a las 19.00.
Precio: Desde 16 euros.
FICHA ARTÍSTICA
Dramaturgia y
dirección: Javier Ballesteros.
Reparto: Laura
Barceló, Pablo Chaves, Eva Chocrón, Virginia de la Cruz, Matilde Gimeno, María
Jáimez y June Velayos.
Ayte.
dirección: Víctor Nacarino.
Escenografía y
vestuario: Pablo Chaves.
Música: Isabel
Arranz.
Coor.
producción: Raúl de la Torre.
Iluminación: Juan Seade.
Cartelería: Alejandra
Sánchez-Mateos.
Producción: Mujer en
obras.
Agradecimientos: Bárbara
Santa-Cruz, Violeta Orgaz, Pilar Bergés, Kira Anzizu, Inés Higueras, Ernesto
Artillo, Francisco Javier García, Chema Noci, Ernesto Naranjo, Álvaro Moreno,
Nave73, Antiel Jiménez, Familia García-Velayos, Blanco Choya, Alba Recondo.
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