Teatro: La lucha por la vida. Teatro Español.

Llevar a las tablas una obra tan grandiosa como esta no debe ser nada fácil, porque además de su densidad se afronta también la duración como grandes retos. Llega al Teatro Español una de las propuestas más esperadas de los últimos meses, y como era de esperar no defrauda y sorprende a todos los presentes. Una ingeniosa propuesta que mantiene toda la esencia de la obra de Pío Baroja y que se nutre de la sabiduría de Ramón Barea a la hora de realizar un montaje dinámico, entretenido, hipnótico. Comencemos este viaje, en el que veremos todo tipo de peripecias y giros del destino. Todo ello contado por el propio Pío, en la piel de Barea. No podía ser de otro modo.


Recorremos las calles del Madrid de principios del siglo pasado de la mano del autor, que nos va contando las desventuras del protagonista de la novela. Un montaje con visos de Bertolt Brecht porque están contenidos en BarojaUn homenaje en el que se recrea una época pero también una forma de narrar la historia. El personaje principal se aleja del héroe clásico para ser más mundano, más poliédrico. En palabras de Ramón BareaBrecht y Baroja proponen el distanciamiento o extrañamiento de los acontecimientos. Impiden al espectador identificarse instintivamente y el mundo parecerá capaz de ser transformado. El héroe barojiano no construye la historia, sino que es la historia la que construye al personaje. Un personaje que en su búsqueda por ser bueno, en su lucha por la vida, sucumbe ante el mundo que le rodea.



Esta producción del Teatro Arriaga es una impecable radiografía de una época y de un país, al que Pío Baroja supo analizar con su afilada pluma. La obra nos regala una mezcla de estilos que se alejan del naturalismo para sumergirnos en un universo que va desde el vodevil a la zarzuela, de lo melodramático a lo esperpéntico, dejándonos un collage de situaciones y personajes  delo más interesante y variopinto. De este modo, nuestro protagonista se sumerge en un laberinto de situaciones que le llevan a rebelarse contra la sociedad en la que vive. En este cúmulo de peripecias se las verá con curas, prostitutas, marquesas, golfos, policías, timadores, sindicalistas y todo tipo de personajes que intentan ayudarle o llevarle por el mal camino (a veces las dos cosas a la vez). Un recorrido por la vida, en la que todo es fugaz, cambiante, sórdido, poliédrico, emotivo, doloroso, crudo, visceral. Todo esto sirve para hacernos una radiografía de este universo barojiano, en el que los buenos y los malos no lo son tanto, son tan reales que tendremos que descubrirlos para poder analizarlos.




La adaptación de esta obra magna de la literatura corre a cargo de José Ramón Fernández (Premio Nacional de Literatura Dramática en 2011), que ha conseguido contarnos esta poderosa historia de perdedores desde un prisma que se mueve entre lo teatral y lo cinematográfico. La trilogía de "La lucha por la vida" comenzó como una novela por entregas en el diario El globo (se llegaron a publicar 59 capítulos). Pío Baroja, uno de los referentes de la Generación del 98, recopiló este trabajo para reescribirlo y publicarlo como tres novelas: "La busca", "Mala hierba" y "Aurora roja". 

Ahora, José Ramón Fernández ha escrito esta versión teatral basándose en dos premisas. La primera de ellas era que se debía mantener toda la esencia de la obra, pese a tener que recortar partes debido a la magnitud de la trilogía. La segunda, que sea la obra original la que se represente, no su visión de ella. Dos premisas para mantener toda la poderosa concepción de la obra de Baroja, con la dificultad de su transformación en texto teatral sin perder ni un ápice de su grandeza. Tenemos que reconocer que el objetivo se ha conseguido con creces. La función atrapa y transmite todo ese submundo que nos narra el autor, así como las penurias del protagonista en aquellos años convulsos.




La fantástica dirección, por parte de Ramón Barea, nos propone un ritmo cinematográfico para una narración teatral nada maniquea, que no nos deja empatizar con el héroe, porque el héroe no es ejemplar ni dueño de su destino, y tiene que tomar decisiones que no siempre son las políticamente correctas. El espectador se coloca en el brete de observar activamente a los personajes. Una producción majestuosa realizada desde lo básico, desde la propia esencia de la obra, con la que Barea consigue realizar un impecable montaje cargado de ternura, emoción y mucha crítica social. En la novela, cuenta Barea, caben muchas capas: "La novela, hoy por hoy, es un género multiforme, proteico, es formación, en fermentación; lo abarca todo: el libro filosófico, el libro psicológico, la aventura, la utopía, lo épico; todo absolutamente". El montaje transcurre entre la realidad y la ficción onírica, entre la pantomima y el realismo de una sociedad al borde del abismo, pero sin perder en ningún momento la esencia de Baroja. Este espectáculo, un juego barojiano, multiforme, de una compleja sencillez, que se nos enfrenta desde el escenario.




Pero vayamos a la historia que nos cuenta Baroja y que de forma tan acertada han sabido condensar este montaje. El hilo conductor es la vida de Manuel Alcázar, un muchacho que llega a Madrid desde un pueblo de Soria, a la casa donde su madre trabaja. Este será el inicio de sus peripecias, en plena adolescencia, en aquel Madrid convulso, corrompido, efervescente, pícaro, deslumbrante, bullicioso, de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Será ahí donde comenzará su lucha por la vida. En un entorno de pobreza, en el centro de la ciudad pero muy alejado de todo el glamour de la alta sociedad, evidenciando las diferencias entre las clases sociales. Manuel trata de buscar referentes para llevar una vida recta y tranquila, pero solo consigue compañeros de viaje que le llevan por el mal camino. Manuel se cruza con personajes que lo incitan a construirse una vida honrada, laboriosa y digna, y otros que, por el contrario, constituyen una fuerza negativa y procuran su hundimiento moral.




De este modo iremos viendo la evolución vital de este personaje desde que llega a Madrid, un proceso que lo va curtiendo, haciéndole menos soñador y más pragmático, aprendiendo que en la vida hay que andar con ojo de a quien te arrimas para no salir escaldado o acabar con tus huesos en la cárcel. A lo largo de su historia conoceremos a peculiares personajes e iremos viendo sus aciertos y sus errores, todo lo que irá conformando al hombre que acaba la historia, ya asentado de forma tranquila en la sociedad de su tiempo. Un camino por la vida que le irá curtiendo, para convertirle en quien es, no sin haber sufrido desgracias y varapalos varios. Baroja nos juega una pasada. En contra del héroe clásico sin fisuras ni contradicciones, propone un héroe sujeto a contradicciones, un antihéroe muy cerca del hombre común que lo contempla.




Uno de los elementos más destacados de este montaje es, sin lugar a dudas, el portentoso elenco. Ramón Barea da vida al propio Pío Baroja, en el papel de narrador y maestro de ceremonias. Le acompañan en escena Aitor Fernandino, Olatz Ganboa, Ione Irazabal, Itziar Lazkano, Sandra Ortueta, Alfonso Torregrosa, Leire Ormazabal, Diego Pérez y Arnatz Puerta. Diez intérpretes para interpretar casi a cien personajes (en la trilogía se quedan no menos que otros tantos para quien quiera conocerlos, cuenta Barea), un trabajo apabullante e impecable. Una imponente capacidad para transformarse y cambiar radicalmente de registro, de transitar los distintos personajes con la facilidad de quien los tiene absolutamente interiorizados, la facilidad para llevar la escena al ritmo y el tono necesarios. El magistral trabajo del elenco ayuda a conseguir un ritmo trepidante, un dinamismo elegante, una precisión milimétrica, que hace que la obra fluya con soltura y el público permanezca atónito con la variedad infinita de personajes que va conociendo.




Si impecable es el trabajo del elenco, la parte técnica no le va a la zaga. El espacio escénico diseñado por José Ibarrola es toda una fantasía. De apariencia sencilla, se va desdoblando sobre sí mismo, configurándose para crear los diferentes lugares lugares que transita el personaje, abriendo y cerrando sus distintos elementos para mostrarnos las partes ocultas de la narración. Una serie de elementos van configurando el espacio que los propios actores construyen para cada escena. Las diversas composiciones escénicas se completan en determinados momentos con los ingeniosos audiovisuales creados por Ibon Aguirre. Otro de los elementos esenciales para crear este universo barojiano es la cuidada iluminación de David Alcorta, que sabe crear el ambiente preciso de cada momento.

Merece un aparte el vestuario diseñado por Betitxe Saitua, tan sencillo, tan Brechtiano, tan acorde con el universo de la historia. Todo el elenco, salvo Barea, van en camiseta, con un vestuario híbrido que bien podría ser las indumentarias de la época pero también ayudan a los intérpretes en sus continuos cambios de roles dentro de la obra. Por último tenemos que destacar la imponente parte sonora diseñada por Adrián García de los Ojos, un espacio sonoro envolvente, que nos atrapa, y una composición musical con aires del XIX, mezclado con temas que van desde el pasodoble a la habanera, pasando por el vals o el chotis, que obviamente no podía faltar en esta historia tan castiza.




En definitiva, estamos ante un montaje monumental, grandioso, fiel a la trilogía y el universo creados por Pío Baroja. Una obra fabulosa, con ritmos cinematográficos y reminiscencias de Bertolt Brecht, con un dinamismo casi circense, que nos atrapa y no nos suelta en las casi tres horas que dura el montaje. Con un elenco en estado de gracia, las escenas se van sucediendo y por momentos no damos crédito de la capacidad de los actores para salir y entrar de escena (y sobre todo de personaje) manteniendo ese ritmo, ese dinamismo, esas interpretaciones tan diferentes. Una obra descomunal que nadie debería perderse. Es cierto que la duración puede haceros dudar, pero os podemos asegurar que la historia discurre con tanta fluidez que sales del teatro exultante. Vayan y disfruten de esta maravilla
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Teatro: Teatro EspañolSala Principal.
Dirección: Plaza de Santa Ana. Calle Príncipe 25.
Fechas: Del 21 de Marzo al 14 de Abril. De Martes a Domingos a las 19:00.
Duración: 165 minutos, incluidos 15 de descanso.
Entradas: Desde 6€ en Teatro EspañolPrograma de mano.


FICHA ARTÍSTICA

De Pío Baroja

Adaptación José Ramón Fernández

Dirección Ramón Barea

Con Ramón Barea, Aitor Fernandino, Olatz Ganboa, Ione Irazabal, Itziar Lazkano, Sandra Ortueta, Alfonso Torregrosa, Leire Ormazabal, Diego Pérez y Arnatz Puertas

Diseño de espacio escénico José Ibarrola

Diseño de iluminación David Alcorta

Diseño de vestuario Betitxe Saitua

Diseño de espacio sonoro Adrián García de los Ojos

Audiovisuales Ibon Aguirre

Una producción del Teatro Arriaga

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