La sala Lola Membrives del Teatro Lara nos vuelve a regalar esta obra que ya va por su segunda temporada y que esperemos siga en cartel mucho tiempo. Una preciosa historia que nos hipnotiza de principio a fin, que nos hace soñar y volar de la mano de los poemas de la sufridora y luchadora Elizabeth, un personaje para conocer y admirar.
Con la dramaturgia y
adaptación de María Giménez, basada en un texto de Inés Piñole y dirección de
Paco Montes, se presenta este monólogo introspectivo de esta artista, momentos
antes de morir y esperando a su marido.
Perseguida casi toda su
vida por la enfermedad, sensación de asfixia, cansancio e incomprensión,
Elizabeth nos cautiva con su fuerza y fragilidad a través de su obra-vida.
Elizabeth despierta de su letargo causado por el láudano y la mitología para
preguntarnos qué más ha de hacer una mujer para existir por sí misma. A través
de su obra se va curando las heridas, tampoco consiguió ser madre, un deseo que
la acompañó en la oscuridad de su sufrimiento.
Elizabeth Eleanor
Siddall Rossetti (Londres, 25 de julio de 1829- 11 de febrero de 1862),
conocida también como Lizzie Siddall, fue una poeta, artista y modelo
británica, retratada a menudo por los artistas de la Hermandad Prerrafaelita y
especialmente por su esposo, el pintor Dante Gabriel Rossetti. A sus veinte años, su alto y delgado cuerpo y
cobrizo cabello la convirtieron en una de las primeras modelos
"góticas" prerrafaelitas. William Michael Rossetti, su cuñado, la
describió como "una de las criaturas más bellas, con un aire entre
dignidad y dulzura con algo que excedía la modestia y la autoestima y poseía
una desdeñosa reserva; alta, finamente formada con un cuello suave y regular,
con algunas características poco comunes, ojos verde-azulados y poco
brillantes, grandes y perfectos párpados, una tez brillante y un espléndido,
grueso y abundante cabello oro-cobrizo".
Una de las representaciones más icónicas de Siddall es la "Ofelia" de Millais, completada en 1852. Para esta obra, posó en una bañera llena de agua calentada con lámparas de aceite que se apagaron, causando que se enfriara y contrajera neumonía, lo que puso fin a su carrera como modelo y marcó el inicio de su desarrollo como pintora y poeta.
En la obra, María Giménez
retrata a una Siddall sensible y melancólica, que sobrevive gracias al láudano,
una droga que la mantiene en un estado de ensoñación constante entre la
realidad, los sueños y los deseos. La interpretación de Giménez es destacable,
capturando la esencia de la artista y transportándola al escenario mientras
espera la vuelta de su marido.
La actuación se caracteriza por su intensidad y su conexión con el personaje. Cada gesto, cada mirada y cada palabra están cuidadosamente calculados para transmitir la esencia de Elizabeth y llevar al espectador en un viaje emocional a través de su historia. La actriz logra encarnar la lucha interna y las contradicciones del personaje de una manera auténtica y conmovedora. Nos muestra a esa figura fascinante desde la vulnerabilidad hasta la fuerza interior con un final trágico.
Su actuación se ve
realzada por la dirección precisa y la puesta en escena, lo que contribuye a la
inmersión del público en la historia de Elizabeth.
En resumen, la
interpretación de María Giménez es un tour de force actoral que no solo
entretiene, sino que también deja una impresión duradera en aquellos que tienen
la suerte de presenciarla en el escenario.
La escenografía, diseñada por Enrique Martínez, es igualmente impresionante. Consiste en varios marcos que rodean un plástico brillante que funciona como espejos, junto con una iluminación tenue y un vestuario minimalista: una prenda ajustada de color carne que permite que Siddall permanezca casi desnuda durante toda la representación. Las luces (también creadas por Enrique Martínez) van creando atmósferas claustrofóbicas que reflejan su sufrimiento y enfermedad.
Bruno Axel ha logrado
fusionar de manera magistral sonidos clásicos con toques contemporáneos,
creando una banda sonora que complementa a la perfección la narrativa de la
obra. La música, cuidadosamente diseñada para reflejar los estados emocionales
del personaje, van desde la melancolía hasta la tensión dramática, sumergiendo
al espectador en un mundo lleno de matices y sensaciones con una atmósfera
mágica.
En definitiva, Elizabeth Siddall es una experiencia teatral cautivadora que combina a la perfección arte, historia y emoción. Los espectadores salen del teatro con una nueva apreciación por la vida y obra de esta artista excepcional, sintiéndose inspirados y conmovidos por su legado perdurable.
Además, al finalizar se pueden adquirir los poemas escritos por esta artista en una edición muy cuidada.
María Giménez de Cala
Música: Bruno Axel
Producción:
Producción Ejecutiva:
Dirección:
Paco Montes
Idea original:
María Giménez
Dramaturgia:
Adaptación del texto de Inés Piñole.
Ayudante de dirección:
Composición Musical:
Bruno Axel
Escenografía:
Enrique Martínez
Iluminación :
Enrique Martínez
Diseño de sonido:
Bruno Axel
Vestuario:
Enrique Martínez
Fotografía:
Prensa y comunicación:
María Diaz
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