La realidad del País Vasco tiene miles de aristas difíciles de tratar. A cada persona que le preguntes tendrá su propia realidad, su historia, su relato, una dura realidad que al día de hoy no termina de normalizarse del todo. Proyectos como el que nos ocupa intenta lanzar un poco de luz sobre una realidad que se ha visto llena de sombras durante muchos años. Un tríptico en el que se intenta tocar varios de los puntos clave de las relaciones que se crean a raíz de todo el conflicto vasco.
Es un reto hacer una crítica de una obra que se ha construido sólidamente durante los últimos casi diez años con investigación, colaboradores académicos de prestigio y la misma experiencia que el tiempo proporciona. Características que le dan esa madurez y cohesión a las ideas atrevidas y desafiantes. La idea de esta propuesta ha logrado materializar esa herramienta olvidada por el colectivo humano: empatizar con el otro, identificarse con el otro, sentir al otro. Herramienta, desde luego olvidada y echada al trasto por los mediadores políticos.
Aquí, proyecto 43-2, obra y compañía del mismo nombre, hacen un arduo trabajo escénico para hilar, hilo a hilo esas entrañas del conflicto: la familia. Víctima y victimario, unidos por los hilos familiares y materializados al seno del txoco familiar, ese comedor de cocina típico vasco, donde la familia se reúne y donde sin más, todos, uno a uno, sin importar las diferencias, cocinan juntos su especialidad regional: ven a la obra y te llevarás una deliciosa sorpresa que podrás compartir con sus creadores e interpretes.
El proyecto es finamente hilado para acercar desde el escenario la cuestión vasca al espectador. Al menos, toma la antorcha, en esa titánica y arisca tarea de ponernos en los zapatos del otro y que se resume, en una palabra: empatizar. Desde luego esa cuestión vasca se refiere al conflicto vasco y a las secuelas del terrorismo. Proyecto 43-2 plantea una propuesta con una sólida sinergia entre la tarea investigativa hecha por la compañía, y que deriva en una creación de textos escenificados de forma muy natural: empática. Cuando asistes a esta propuesta se pueden percibir las intenciones de aportar herramientas pedagógicas que faciliten el diálogo y la reflexión sobre el conflicto a favor de la convivencia pacífica.
Es una propuesta creada de forma inteligente y sensible en las maneras de revelar y mostrar todo ese carácter humano que hace huella en el conflicto. Esos sentimientos y esas emociones que se sitúan en ese foco político y social que son transformados en heridas. Heridas que solo en ese seno familiar pueden ser sanadas y cicatrizadas. Un proceso de cicatrización que no nos hace olvidar, pero que sí perdonar. Un acto de reflexión acerca de cómo víctima y victimario pueden convivir desde sus respectivas realidades. Es aquí, precisamente, donde la compañia intenta dar visibilidad a esa complejidad y la propone como un eje y motor de transformación político y social.
Y es que el proyecto es un acto de restauración. Restaurar desde los rescoldos, porque después del conflicto sólo quedan rescoldos. Sin embargo, aunque en esos rescoldos aún mora la violencia, también quedan rescoldos de paz. Rescoldos que pueden encontrar la reconciliación mediante la empatía; mediante un ejercicio de identificación con las emociones e ideas del otro. Ejercicio mediante el cual la compañía nos conduce magistralmente.
Teatro: Teatro Abadía
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42
Fechas: 12,13,14 y 22 de Marzo a las 20:00.
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