Teatro: Moby Dick. Teatro La Latina

Uno de los relatos más emocionantes de la historia de la literatura. La lucha encarnizada de un hombre obsesionado por la ballena que le dejó lisiado y a la que persigue por el ancho de los mares. Una batalla con las inclemencias meteorológicas, contra la ballena e incluso contra el propio raciocinio que le lleva por caminos oscuros, en los que su obsesión por saldar su deuda con el animal supera a la lógica y la razón. Un viaje sin retorno hacia un destino conocido, pero que pasa a un segundo paso debido a su loca obsesión.



Al entrar en el teatro ya sabemos que vamos a comenzar un viaje a lugares lejanos, una aventura por los mares que no sabemos muy bien a donde nos llevará. Como ocurre siempre en este tipo de funciones (historias que tenemos muy dentro en nuestra cabeza y que hemos visto en cine en formato muy diferente) debemos dejar todas nuestras ideas previas en la puerta, y adentrarnos en la sala como quien sube al ballenero Pequod por primera vez, sin saber muy bien lo que le espera.


Llevar a escena un clásico de esta envergadura es una tarea encomiable, tanto por la importancia del texto como por la cantidad de imágenes que todos tenemos de la obra de Herman Melville. La productora FOCUS ("Muerte en el Nilo", "Ben-Hur", "El desguace de las musas") ha sido la encargada de embarcarse (nunca mejor dicho) en este maravilloso viaje, en el que nos adentramos en la obsesión del capitán Ahab en su búsqueda por saldar sus deudas con la ballena blanca Moby Dick. Para Daniel Martínez de Obregón (presidente de la productora) ha sido increíble el "nivel de implicación y pasión mostrado por todo el equipo artístico y técnico", elementos imprescindibles para llevar a buen puerto un proyecto de semejante envergadura.




Para este ambicioso proyecto, FOCUS ha contado con dos de los autores más relevantes del panorama nacional, como son Juan Cavestany como encargado de adaptar el texto y Andrés Lima para dirigirlo, ofreciéndonos una versión nueva y original pero siendo muy fieles a la obra original (mucho más filosófica y densa que la popularizada en libros juveniles). Cavestany y Lima llevan trabajando juntos desde los tiempos de Animalario, con el que crearon montajes tan emblemáticos como "Urtain", "Alejandro y Ana" o "Penumbra" (estas dos últimas escritas junto a Juan Mayorga). Al margen de esta singular compañía han colaborado en "Capitalismo, hazles reír", "Los Macbez" o "Desde Berlín", todas ellas dirigidas por Lima y escritas por Cavestany.

Para Cavestany, acostumbrado a escribir textos propios, esta adaptación es un reto. Cambia de "dimensión" en relación a sus textos, mucho más íntimos y cotidianos, pero mantiene la esencia de indagar en el ser humano, en su mente y en sus locuras. Autor de la maravillosa serie "Vergüenza" (que acaba de estrenar su segunda temporada), nos sorprendió hace unos años con la inclasificable "Gente en sitios" (que ponía fin a una trilogía sobre el absurdo). En teatro ha escrito y dirigido "El traje" o "Tres en coma". Para él "el verdadero secreto de la novela va más allá del relato de aventuras que ésta presenta", en ese punto es donde el autor coincide con su esencia como escritor.


Para Andrés Lima dirigir montajes de este tipo no es una novedad, tras sorprendernos con piezas como "Las brujas de Salem", "Falstaff" (en la que también participaba como actor) o "Medea". Tan habitual es verle dirigiendo como actuando, algo que le ayuda para que en sus montajes la dirección de los actores sea siempre uno de sus puntos fuertes. Esta temporada pudimos verle en "El pan y la sal", y en pasadas temporadas en títulos tan memorables como "Mandolina", "Hamelin" o "La ratonera". Como actor también ha participado en series de televisión ("La catedral del mar", "Policías, en el corazón de la calle", "Periodistas") y películas ("Los lunes al sol", "Los fantasmas de Goya", "Días de fútbol"). 

Sobre la obra, Lima contaba que "en nuestro Moby Dick hemos colocado voluntariamente palabras de Melville en boca de Ahab. Es una pieza de orfebrería centrada en la mirada enloquecida de Ahab. La obra ofrece una visión sobre el ser humano ante la muerte. Somos conscientes de que es la historia de una agonía y ésta está entre dos mundos: el bien y el mal".



La historia de Ahab y su ballenero Pequod  es una de más grandes de la historia de la literatura Universal. Una historia que va mucho más allá de la obsesión de un hombre por la ballena que le dejó lisiado (al dejarle sin una pierna), adentrándose de lleno en la mente del capitán en su obsesión y su locura. Ahab es un hombre que vive fuera de la realidad, con la obstinación por ganar, por lograr el objetivo de vencer a la ballena como símbolo de sus miedos y sus fracasos. Inalterable ante todo lo que le dice su tripulación, vive en su mundo, mucho más allá de la razón, en una realidad paralela en la que sólo existen la ballena y él, todo lo demás es secundario.




Esta propuesta huye de la novela de aventuras para indagar en la solitaria figura del capitán Ahab y su lucha (más interior que física) contra la ballena. Estamos ante un viaje a lo más profundo de la locura humana, de la ofuscación de un hombre por salir victorioso de un combate que tiene perdido de antemano, lo cual le obsesiona y enajena aún más. Para esta nueva versión del clásico, el tándem Lima-Cavestany ha optado por una propuesta oscura, tenebrosa, en la que Ahab es el epicentro absoluto de la obra, mostrando la versión más solitaria y humana del personaje, al que da vida de forma magistral José María Pou.

La estructura casi en forma de monólogo de la obra, nos coloca ante un personaje perturbado, abstraído de la realidad, enfermo de su propia locura, pero con la fuerza física como para no decaer en su salto al vacío. un viaje hacia un irremediable y fatídico final. La presencia imperial del gran José María Pou hace de Ahab un personaje a la vez siniestro y aterrador, dulce y tierno, frágil y delicado. En su obsesivo viaje sin retorno le acompaña su tripulación, representada por Jacob Torres (en los papeles de Starbuck o Ismael entre otros) y Oscar Kapoya (como Pip principalmente), que serán los que más sufran la locura del capitán en su fijación de dirigirse a una muerte segura.



El gran actor catalán José María Pou destaca que en sus cincuenta años de carrera (cumplidos el pasado año, cuando se estrenó la obra) se enfrenta a uno de sus personajes más importantes y a la vez más complicados, "la magnitud de Ahab me hace pensar que estoy haciendo un personaje de Shakespeare, que conecta directamente con personajes que he representado, como el Rey Lear y Orson Welles". El actor confiesa que se ha sorprendido consigo mismo a la hora de "perder el mundo de vista sobre el escenario. Ahab es un personaje que te arrasra y que sólo se puede hacer si al comenzar la función te sitúas al borde del abismo".




Pou nos presenta un personaje perturbado, pero arrebatadóramente interesante desde su locura, más allá de la contundente presencia del actor, siempre sublime sobre un escenario. Se mueve entre la delgada línea que separa su cordura de la locura que transmite a los que le rodean. Un Ahab angustiado, dolorido, cansado, pero que saca fuerzas de flaqueza de su propia obsesión, para no desfallecer ante nada. Una joya de interpretación, en la que Pou vuelve a demostrar porque es considerado uno de los grandes referentes de la escena

En su larga trayectoria Pou ha dominado todos los ámbitos. Lo hemos podido ver en cine, televisión y sobre las tablas, aunque ha desarrollado su carrera teatral más en Barcelona que en Madrid. Aún son recordados sus papeles en "Sócrates", "Tierra de nadie" o "Su seguro servidor, Orson Welles", por nombrar sólo algunas de las que pasaron por Madrid. Caso aparte tendrían "Arte" y "Rey Lear" que aún se recuerdan como montajes históricos. Como director también tiene una larga e interesante carrera, en la que destacan "La vida por delante", "Los chicos de historia", "A cielo abierto" o "Llama un inspector" (estas dos últimas también protagonizadas por él), nombrando sólo aquellas que se vieron en Madrid.




El montaje en su conjunto es de una belleza inquietante. Desde el telón que nos da la bienvenida a la maravillosa lona que se mueve en la escena final, todo es contundente, bello, apocalíptico, monumental. La escenografía creada por Beatriz San Juan (que se encarga también del vestuario) es precisa, rompedora, espectacular. La recreación del ballenero con tan pocos elementos da una idea de la genialidad de la propuesta, que nos traslada a un lugar mucho más grande desde el diseño "esquemático" de lo que es su cubierta. La iluminación diseñada por Valentín Álvarez es fundamental para transitar los distintos estados de ánimo de Ahab, las fases de su locura, los oscuros parajes que transita su mente, los tenebrosos mares que surca en busca de su objetivo. 

Todo en este montaje es valiente, poderoso, innovador, espectacular. La composición formal del montaje es brillante. El espacio sonoro y la música creados por Jaume Manresa nos hacen volar, navegar, naufragar, al ritmo que nos marca la composición. Para completar este alarde técnico está la videocreación de Miguel Ángel Raió (con la ayuda de Francesc Sitges-Sardá en la postproducción), todo encaja en un montaje estéticamente sublime.

Con semejantes mimbres era de esperar un resultado como el conseguido. La estructura global de la pieza es de una contundencia arrebatadora, en la que nos asombramos por todo lo que ocurre ante nuestros ojos. De dimensiones monumentales, el montaje pasa a centrarse en la figura de Pou desde el mismo momento en que comienza su majestuosa interpretación, lo que nos muestra la grandeza del actor y el ingenio del director, capaz de centrar toda nuestra atención en él pese a la belleza de todo lo que le rodea. Una obra faraónica, como habría deseado el propio Ahab que se tratase su aventura, como un viaje hacia lo más profundo del ser humano.

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Moby Dick
Teatro: La Latina
Dirección: Plaza de la Cebada 2
Fechas: Martes a Viernes a las 20:00, Sábados y Domingos 19:00. 
Entradas: Desde 13,50€ en LaLatinaticketeaatrapalo. Del 8 de Febrero al 10 de Marzo.


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