“A ritmo de jota” Así nos recibe el Teatro del Barrio, entrañable,
como siempre, y su Cabaré Volter (¿ volver? ¿ voltar ? ¿ vuelta a ? … a ritmo
de jota. Y
a ritmo de jota castellana imaginemos también, imaginemos que podemos volver
atrás.
A 1914, en plena Primera
Guerra Mundial. E imaginemos también
Suiza, lugar de asilo neutral, aséptico, lugar al que acuden los pacifistas que
usan el arte como vía de escape. Imaginemos también que estos artistas no están
solos, no se aíslan, se reúnen, hablan de como ven ellos el mundo, de sus
penas, y así poco a poco, logran abrir un pequeño cabaret al que bautizan como
“Cabaret Voltaire”, y allí, en esas circunstancias, comienzan a realizar
espectáculos agresivos, provocativos, ilógicos, absurdos… y también deciden
editar la revista llamada “Dada”, que daría vida al ismo de la época, el
dadaísmo.
Este movimiento surge con
la intención de romper con todo lo establecido en el mundo del arte; incluso
decían que tenían que ser anti artísticos, anti literarios, anti todo y anti todos
y como no, cuestionarlo absolutamente, todo. Y todo esto surgió en este pequeño local que solo estuvo abierto
durante seis meses.
Lo que dieron de sí
¿verdad ?. Por lo visto ahora es un bar y una tienda de regalos. No sé si a sus
fundadores les haría mucha gracia… Ahora imaginemos también, imaginemos que
vamos un jueves por la noche, a eso de las diez, al Teatro del Barrio. Y allí nos reciben dos artistas, actrices, mujeres
que nos harán pasar momentos irreverentes, ilógicos, reflexivos e irreflexivos
a la vez, con un toque de ironía, de talento y de buen hacer. Noemí Climent y
Ruth Santamaría , una morena y una rubia, hijas de ningún pueblo, con un ritmo
desenfadado y desenfrenado nos llevan a la Zurich de aquel entonces, al que
habíamos imaginado, y vemos que las cosas no han cambiado tanto.
Aspectos como Dios, la
mujer, el sexo, la política, el género, y como no, el amor, son tratados desde
un punto de vista ilógico, Sin aparente orden, aunque sí con concierto, como el
que nos ofrece Carolina Etreros al piano, logrando una comunión apostatal con
este par de dos, este dúo que nos lleva de acá para allá, al son que ellas
quieren , llevándonos a la verdad, a la realidad desde la verdad, a su manera.
La dirección de José Manuel Carrasco es acertada; en todo este
desatino sin sentido, mucho sentido hay y mucho trabajo detrás de una gran
dirección actoral, que nos provoca precisamente eso, el caos desde el orden. La
crítica desde la destrucción. La claridad desde lo absurdo.
Apoyado también por un coqueto escenario y una iluminación
acertada
que nos traslada también a guiños de la Alemania nazi con Lizza Minelli y su
“Money money”. Y toda esta serie de contradicciones es posible gracias al
brillante trabajo actoral de Noemí y Ruth, de esa simbiosis en la que las dos
ganan, crecen, se reproducen y finalmente… nos ganan.
Nos ganan para recomendar este atípico cabaret para incrédulos,
rojillos, culturetas, nihilistas, algún dadaísta trasnochado y trasnochador,
conservadores, y público vario que pasará un momento cargado de muchas
sensaciones en el barrio, en el Teatro del Barrio. ¡Ojo, y no saben ni bailar
ni cantar, como ellas mismas nos dicen , aunque habría que verlo. Todo un reto
para un cabaret, ¿ no creen ? Y todo ello… a golpe de jota.
Cabaré Volter.
Teatro: Teatro del Barrio.
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