Mujeres
en la sombra, aquellas poetas, científicas, investigadoras que estuvieron
silenciadas. De muchas de ellas nunca sabremos sus nombres, a otras tantas
nunca se las reconocerá su labor. Hombres que se apropiaron de sus ideas,
méritos que hicieron suyos sin merecerlos. Ellas
creando futuro, ellos cosechando éxitos personales y reconocimiento social. Un tándem
perfecto que el sistema patriarcal mediante sus leyes y formas asentaba cada
día, relegando a la mujer a un discreto segundo plano.
Obras
como esta hacen que el teatro tenga sentido, hacen que la cultura sea el mayor
arma para mover conciencias, para divulgar justicia, para conocer nuestra
historia, una pieza sororizante en la
lucha por el respeto de las que fueron, las que somos, y las que serán.
Vanesa Montfort ha creado un texto
brillante, ha puesto en el lugar que le corresponde a una de esas mujeres
silenciadas que hoy puede interpelar a los
investigadores que analizan si le corresponde a ella la obra firmada por su marido, pero también
mediante imágenes retrospectivas podemos ver la relación que tenía con algunos
de sus mas allegados amigos como Turina, Manuel de Falla, Lorca ó Juan Ramón Jiménez.
Un texto tan íntimo, que pareciera cuasi
un diario de la propia Lejárraga llevado a escena.
Carmela Nogales realiza un imponente trabajo de investigación,
documentos que se acercan al público junto a cartas personales a las que difícilmente
hubiéramos podido tener acceso, un trabajo que va mucho mas allá del hecho
teatral. Estamos ante lo
que entendemos como un reto del equipo, para que no haya ningún cabo suelto y
nadie pueda poner en cuestión la autoría de las obras de Lejárraga.
Se
lo contamos en palabras de Vanessa Montfort:
"Imaginemos a un autor capaz
de vivir cien años y de publicar noventa obras entre poesía, prosa, ensayo
político, guion y teatro. Imaginemos que ha escrito Canción de cuna, uno de los
textos más representados de su época, llevado al cine en más de una ocasión.
Imaginemos que se enamora de la música y da a luz libretos como El amor brujo,
El sombrero de tres picos, Margot o Las golondrinas. Imaginémoslo escribiendo
mano a mano con Marquina, Arniches, Turina y Falla, convirtiéndose en
parlamentario, alzando su voz por la igualdad, fundando una revista con Juan
Ramón Jiménez. ¿No sería uno de los autores españoles más importantes del siglo
XX? Ahora imaginemos que también fue capaz de mantener su nombre siempre oculto
pero que sí dejó un esmerado rastro de cartas y unas memorias, quizás, para que
llegaran hasta nuestros días. Esta obra ha seguido ese camino de baldosas
amarillas para darle rostro, voz, sexo y nombre a María Lejárraga. En escena,
una sola mujer rodeada de los célebres hombres que protagonizaron su vida, que
firmaron sus obras."
Estamos
seguros de que María Lejárraga estaría orgullosa y agradecida con esta fiel
puesta en escena dirigida por Miguel Ángel Lamata, ha sabido componer
una pieza que contiene todos los elementos para describirla como perfecta, cada
detalle medido milimétricamente, datos que nos ilustran pero no nos saturan, estímulos
continuos que nos mantienen expectantes a lo largo de toda la función.
Gerald
B. Filmore, Cristina Gallego, Miguel Ángel Muñoz, Alfredo Noval y Jorge Usón. Un elenco a la altura de un texto tan
literario como documental, ágiles, ávidos de conocimiento, de saber,
inmersos en la investigación de tal modo, que en muchos casos quedaremos con la
boca abierta, con cada descubrimiento deseando que el investigador mas reacio a
la autoría de Lejárraga esté equivocado. Un
público cómplice de la investigación, no tenemos los documentos, ni datos
escritos, pero sabemos más que los propios investigadores, en paralelo estamos
presenciando las vivencias de María, el sentir artístico y emocional de la propia
autora. Un teatro que se ha convertido ya en la casa del matrimonio Martínez
Sierra- Lejárraga.
Cristina Gallego en el papel de María
Lejárraga, presentará a una mujer discreta, inteligente, dúctil en escena, con
ideas revolucionarias y podemos juzgar que no tenía el
suficiente carácter para imponerse a su marido. Seria fácil hoy, cuando nos han
abierto paso mujeres como ella. Nosotros no lo haremos porque sin atisbo de
cólera, Gallego mostrará perfectamente que
el futuro se ha construido a pequeños y discretos pasos. Bellísimos diálogos
con Alfredo Noval en el papel de Juan
Ramón Jiménez que se desdobla en investigador favorable a la autoría de
Lejárraga, un cambio de registro magistral. Al igual que Jorge Usón interpretando a un divertido, carismático y desordenado
Manuel de Falla, que nos ha permitido conocer aristas que sin duda desconocíamos.
Gerald B. Filmore destaca sin duda en el
papel de un joven Lorca, escena que debiera extraerse y extenderse en una
futura puesta en escena, un trabajo tan impecable que se quedó tan corto,
que no tuve por mas que salir del teatro y leer “El Maleficio de la mariposa”,
presencia escénica por parte del actor interpretando a Carlos Lara y a uno de
los investigadores.
Miguel Ángel Muñoz tiene a sus espaldas a Gregorio Martínez Sierra,
ese hombre que cosechaba éxitos gracias a su mujer y le era infiel con una
afamada actriz, de otro lado a un investigador
reticente a la autoría de Lejárraga, y como buen actor hizo que estuviésemos
recelosos ante él , ante sus actitudes y decisiones. En definitiva nos supo llevar al lugar que quería, al lado de María, como si de un juego de psicología inversa se tratase.
La escenografía y vestuario de la mano
de Isis de Coura merece mucho mas que una mención, una obra de arte que nos
sitúa en el espacio mas intimo de la autora, desnudándola emocionalmente,
cajones que se abren, librerías descolocadas por los investigadores, espacios por los que se alumbran y parecen
llevar a las alcobas, o cuadros que se ven al fondo en el salón principal e
intentamos mirar mas allá, como si intentásemos conocer algo mas de la casa,
alguna intimidad mas. Tan en comunión
con el texto y las interpretaciones que no nos podemos imaginar algo diferente.
Te ayuda a continuar imaginando, a
percibir, un espacio abierto a la imaginación y la creatividad. De Coura construye los elementos logrando
que puedan ser infinitos. Un trabajo cum laude, junto al trabajo de iluminación
de la mano de Rodrigo Ortega que hace posible que las líneas anteriores tengan
sentido.
Seguimos impresionados días después de poder
disfrutarla. Ilustrativamente recomedable.
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Teatro: Teatro Valle-Inclán
Dirección: Calle Valencia 1, plaza de Lavapies.
Fechas: Del 4 al 22 de diciembre. De martes a domingo a las 20 h
Entradas: Desde 12.50€ en entradasinaem.
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